Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 10 de octubre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Política

Adolfo Sánchez Rebolledo

El fin del mito del cambio

Para demostrar que el gobierno federal no quería -y no sabía- hacer las cosas, el candidato y por entonces gobernador Vicente Fox ponía su propia experiencia guanajuatense como ejemplo de buen gobierno. Más adelante, sin solución de continuidad, la abusiva comparación entre Guanajuato y el resto de la República se convirtió en cantinela de campaña. El relato mítico de los supuestos logros guanajuatense en educación, empleo, seguridad y otros renglones básicos de la "economía humana" ayudó a fundar la Arcadia que el 2 de julio de 2000, sin reparar en gastos, los Amigos de Fox y una ciudadanía cansada de zedillismo nos tenían reservada.

Poco duró el gusto, pues como en las verdaderas utopías, la ficción guanajuatense estalló al primer contacto con la realidad y nadie más volvió a creer que los ingresos de Petróleos Mexicanos, por ejemplo, irían enteros a educación o que la economía crecería 7 por ciento hasta acabar con la pobreza. México, ciertamente, no era ese Guanajuato inexistente donde el Ejecutivo se daba el lujo de delegar el gobierno cotidiano mientras viajaba al norte en busca de inversiones y fuentes de empleo para la mano de obra excedente que la crisis del campo multiplica sin remedio.

No obstante, el foxismo transforma el "sí se puede" campañeril en la expresión de un conjuro para abandonar las tinieblas que durante el siglo xx oscurecieron la vida nacional. A los ojos de la buena clase media católica y educada nada parecía más natural y, por tanto, más legítimo y alcanzable con un poco de esfuerzo que echar abajo el edificio de la corrupción que se había enseñoreado de las instituciones y las costumbres de los mexicanos. Por eso, en el imaginario foxista, la democracia es primordialmente un ajuste (irritado) de cuentas con el pasado, aunque hoy cueste admitirlo. Sin embargo, también en ese aspecto el mito mostró muy pronto sus flancos débiles: el pasado no sólo era la entelequia a modo que los publicistas imaginaban, sino una presencia viva y actuante que punzaba y en muchas direcciones obligaba a la continuidad.

La idea de que el gobierno de la alternancia llegaba para fundar una nueva era no tenía asideros, pues el triunfo de la coalición foxista ya era, en definitiva, una expresión del cambio ocurrido en la sociedad mexicana, en los procedimientos políticos aceptados y no el acto fundador de un régimen enteramente nuevo, como pretendían los amigos del Presidente. Sin sorpresa, el equipo de gobierno viene a descubrir que en materia de política económica lo mejor es mantener las estrategias probadas que había combatido en campaña. El mito del cambio sufre un duro revés.

No obstante, la coordenada primordial del mito del cambio estaba concentrada en la ilusión de la buena vecindad. Fox creía sinceramente que la "amistad" con Estados Unidos sería factor clave para el éxito de la nuevecita democracia nacional. Identificado con los principios de la política estadunidense, el nuevo Presidente creyó que había llegado la hora de sustituir los tradicionales recelos diplomáticos del pasado por una amable, franca y directa colaboración bilateral. Pensando como empresario, puso en la balanza los costos y beneficios del cambio y propuso una reorientación de las prioridades mexicanas hacia sus vecinos del norte, que como se recordará fue muy bien recibida por el Congreso y la Casa Blanca, aunque quedaron temas pendientes, como la migración y otros. No obstante, el 11 de septiembre puso en claro que no habría trato especial para México. Nuestros vecinos siguieron sonriendo mientras nos apretaban las tuercas del agua, el transporte, la migración y, sobre todo, la seguridad. El mito acabó en un decálogo de oportunismo y real politik que a nadie convence.

Acaso porque esos mitos han periclitado es que hoy el Presidente anuncia un presupuesto "austero" y tiempos difíciles para nuestra mermada economía, lo cual, en la perspectiva de un año electoral, sólo augura mayor encono social. Si el mito del cambio está en decadencia, Ƒqué ideas pondrán sobre el terreno los partidos que disputan el poder? Da miedo pensarlo. Si ellos son los primeros en abandonar el campo de la política para entregarse al escándalo mediático y judicial, qué no harán para ganar el voto de una ciudadanía que se mece entre la apatía y el desencanto. ƑCómo le hicieron en Guanajuato?

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año