Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 24 de septiembre de 2002
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Política
Luis Hernández Navarro

Los Amos del Universo

En 1787 James Madison, conocido como el "padre de la Constitución" de Estados Unidos, señaló que el objetivo principal del gobierno debía ser "proteger a la minoría opulenta de la mayoría". En plena Convención Constitucional, expresó que temía que el número cada vez mayor de habitantes que padecían las desigualdades de la sociedad "suspirara secretamente por una distribución más equitativa de las bendiciones". La democracia, sentenció, debía reducirse.

En esa época, otro de los "padres fundadores" de ese país, Thomas Jefferson, afirmó: "Estoy persuadido de que nunca hubo ninguna constitución tan bien calculada como la nuestra para la expansión imperial y el autogobierno".

Más de 200 años después, el presidente George W. Bush se ha empeñado en hacer realidad a escala planetaria la misión que Madison asignaba al gobierno y que Jefferson atribuía a la Constitución de su país. Al proclamar, en su papel de gerente general de los Amos del Universo, que Estados Unidos es el "poder supremo" del mundo, sigue con finalidad lo que Adam Smith calificaba de "vil lema" de los Amos: "todo para nosotros y nada para los demás".

La nueva doctrina de seguridad nacional estadunidense advierte que no tolerará desafíos a su poder militar, defiende la actuación militar en solitario en defensa de la unidad nacional, sostiene el derecho de efectuar ataques preventivos en cualquier parte del mundo y advierte que la disuasión contra enemigos que "odian a Estados Unidos y todo lo que representa" es inútil.

La estrategia militar estadunidense viola flagrantemente la Carta de las Naciones Unidas, que sólo reconoce el uso de la fuerza en legítima defensa en caso de ataque armado o por orden de su Consejo de Seguridad. Deja de lado las ofertas de campaña del hoy presidente. Reivindica el unilateralismo para emprender la guerra contra Irak, "reconstruir" el mundo árabe y rehacer el mundo bajo el principio de "todo para nosotros".

Degrada, de paso, la vida democrática y los derechos civiles. La Casa Blanca ha incumplido la Convención de Ginebra al impedir que los prisioneros detenidos en la base de Guantánamo se acojan a sus principios.

Varios de ellos han sido trasladados a otros países para ser torturados. Dentro de Estados Unidos, como saben los extranjeros de origen árabe que residen en ese país, se vive un estado policial. Está permitida la aprehensión bajo sospecha de delitos no cometidos, la carencia de asistencia legal, la detención por tiempo indefinido y la negativa a que los abogados vean las pruebas contra sus clientes.

El espionaje gubernamental sobre la vida privada y laboral de quienes son sospechosos está a la orden del día. Los grandes medios de comunicación practican la autocensura. En los centros de educación superior se presiona a muchos académicos que sostienen posiciones críticas al gobierno. A quienes defienden posiciones en favor de la libertad y los valores democráticos se les acusa de antipatriotas. La esposa del vicepresidente Dick Cheney, uno de los principales halcones de Washington, anima una página web, que cuenta con una red de estudiantes y profesores que actúan de soplones, en la que aparecen comentarios de "académicos traidores".

La ola guerrerista y patriotera promovida desde la Casa Blanca ha servido para ocultar los escándalos causados por los fraudes y las quiebras de Enron y varias compañías más, así como las denuncias públicas sobre los vínculos existentes entre altos funcionarios de la administración Bush y la industria petrolera y bélica. Además le ha permitido al Partido Republicano colocarse en mejor situación de cara a las elecciones intermedias que se efectuarán el próximo noviembre.

Partícipes de una cultura política que se avergüenza de los actos indebidos de su gobierno y que se siente responsable de la conducción de su país, más de 4 mil intelectuales y artistas estadunidenses promovieron la firma del desplegado "No en nuestro nombre". Rechazan ser cómplices de la barbarie de la administración Bush.

En un ciclo de conferencias pronunciado en la BBC de Londres durante 1993, Edward W. Said -él mismo firmante de la proclama- explicó la que considera es una de las responsabilidades centrales del intelectual, y que da cuenta de la reflexión que anima a los promotores del manifiesto. "Existe -dijo entonces- un deber especial de dirigirse a los poderes constituidos y autorizados de la propia sociedad, los cuales son responsables ante la ciudadanía, en particular cuando esos poderes están implicados en una guerra manifiestamente desproporcionada e inmoral, o en programas deliberados de discriminación, represión y crueldad colectiva."

Cuando Madison vio, hace más de 200 años, que la minoría opulenta que debía conducir el gobierno no estaba formada por los personajes ilustrados que debían asegurar la felicidad y el bienestar general, se sintió ultrajado.

Condenó entonces "la depravación osada de los tiempos". Sin lugar a dudas, lo mismo haría ahora, al ver cómo los Amos del Universo y sus gerentes degradan la convivencia pacífica en el planeta.

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