Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 24 de septiembre de 2002
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Política

Francisco López Bárcenas

Pensando el futuro del movimiento indígena

El fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declarando la improcedencia de las controversias constitucionales contra el proceso de reforma constitucional en materia indígena mostró la incapacidad del Estado mexicano para transformarse, lo cual lo confirma como un Estado autoritario que no encuentra mecanismos que empujen a la transición a la democracia. En gran medida esto sucede porque los poderes que lo constituyen carecen de esos mecanismos, pero también porque a la clase política le falta iniciativa para establecerlos. En el fondo el fallo es un fracaso de las instituciones y la política, que crearon al Estado un grave problema que tarde o temprano tendrá que resolver: el reconocimiento de los pueblos indígenas y sus derechos como parte de la nación mexicana.

También mostró, entre otras cosas, la situación del movimiento indígena y su vocación de resistencia pacifista. Fracasaron los agoreros de la violencia que se lanzaron por varias partes del país a buscar voces o hechos que anunciaran o por lo menos insinuaran la violencia indígena como forma de repudio a la sentencia del máximo tribunal judicial. En lugar de ello encontraron análisis mesurados de la situación y propuestas de seguir luchando por ser reconocidos como parte de la nación mexicana con derechos plenos.

Los pueblos y las comunidades indígenas, así como sus autoridades y sus organizaciones, tenían y tienen claro que la lucha jurídica era una más de las vías para hacerse escuchar y defender sus derechos.

Un aspecto más que quedó al descubierto fue la debilidad política del movimiento indígena por la dispersión en que se encontraba cuando el Congreso de la Unión aprobó la reforma rechazada, así como cuando la Corte emitió su dictamen. Es un aspecto que de manera autocrítica comienza a expresarse pero que requiere debatirse con profundidad si quiere dejarse atrás, para crear un movimiento fuerte, capaz de obligar al Estado a reconocer los derechos. Varios causas existen para la dispersión, pero a continuación enuncio las que me parecen más importantes.

Por un lado influye que una expresión del movimiento coloque a sus cuadros en puestos gubernamentales, en una administración que no defendió los derechos indígenas y en cambio ha expropiado el discurso indígena y lo usa, después de despojarlo de todo contenido, como si en realidad lo defendiera.

Muchos se confunden cuando personas que en el pasado fueron líderes indígenas y como tal defendieron los derechos de sus pueblos, ahora, como funcionarios, mantienen el mismo discurso, al mismo tiempo que promueven consultas o reformas de instituciones indigenistas, o programas que las comunidades rechazan, como si eso ayudara a fortalecer a los pueblos, cuando en realidad fortalece al Estado que los excluye.

Del otro lado una expresión con mayor legitimidad dentro del movimiento se niega a dotarse de una estructura funcional en la que las comunidades y organizaciones que participan se sientan realmente representadas, lo que no ayuda a consolidar una fuerza política, sino a atomizarla. Asimismo, contribuye a la dispersión el hecho de que las demandas de los pueblos indígenas se hayan centrado en la lucha por el reconocimiento constitucional de los derechos y se haya dejado a las comunidades y organizaciones enfrentar solas la solución de sus problemas diarios.

Si se mira bien se podrá ver que se trata de aspectos no excluyentes, superables si se quiere avanzar en la construcción de un movimiento indígena amplio y fuerte. Hay experiencia y proyecto para hacerlo. Los acuerdos de San Andrés, la iniciativa de la Cocopa, la lucha por una paz justa y digna en Chiapas, la defensa territorial, la lucha contra la bioprospección y la biopiratería, pero sobre todo la reconstitución de los pueblos indígenas, son líneas estratégicas de un nuevo proyecto de nación, democrático, plural y de derecho al que aspiramos. Falta ver qué tanta voluntad habrá para trabajar en ese sentido. No debemos olvidar que es necesario para seguir construyendo el futuro.

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