Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 3 de agosto de 2002
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Política

Amigos durante años, actualmente ambos personajes se encuentran separados por sus ideas

Juan Pablo II ha hecho de la Iglesia católica un circo, considera José Alvarez Icaza

Reconoce que el pontífice devolvió al Vaticano el poder de movilización de masas

JENARO VILLAMIL

Fueron amigos desde el Concilio Vaticano II. Desayunaron juntos a lo largo de cinco años en el restaurante La Carbonara, en Campo di Fiori, en el Vaticano, durante los años que José Alvarez Icaza fungió como director de la Comisión Vida de la Familia y el entonces obispo de Cracovia, Karol Wojtyla, era su asistente eclesiástico. Eran los años 60, durante el pontificado de Juan XXIII. Todo cambió cuando el viejo amigo se convirtió en pontífice y cuando Alvarez Icaza -autor de la otrora famosa frase: "Cristianismo sí, comunismo no"- se transformó en la cabeza de un movimiento progresista que lo llevó a fundar en 1971 el movimiento Cristianos por el Socialismo y a transformarse en un "comunista" para sus enemigos de la jerarquía eclesiástica.

Nostálgico, Alvarez Icaza recuerda aún con afecto a su viejo amigo, Juan Pablo II; sin embargo, no niega sus diferencias sustanciales con él. Son dos formas de ver la Iglesia católica: Alvarez Icaza, el primer laico que llegó a ser consejero papal, optó en los años 70 por la teología de la liberación, por apoyar a los movimientos progresistas, por distanciarse de la jerarquía; mientras que Juan Pablo II, desde su primera visita a México, en 1979, condenó conceptos como "Iglesia de los pobres" y, en especial, a los cristianos que participaron en el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua.

Acompañado por su inseparable esposa, Luzma, Alvarez Icaza recuerda en la sala de su casa a Juan Pablo II: "A Wojtyla sí lo conocí. Eramos muy cuates. El era muy sencillo, muy humilde. Siempre andaba con la sotana raída. No era un sacerdote ambicioso. No me daba la impresión de que aspirara al papado. Durante cinco años trabajamos juntos en la Comisión Vida de la Familia.

"Ahora, yo le critico a Juan Pablo II que haya convertido a la Iglesia en un circo y le haya quitado la espiritualidad; sin embargo, hay que reconocerle que él devolvió a la institución la movilización de masas. Es impresionante su carisma", dice Alvarez Icaza, protagonista de miles de batallas dentro y fuera de la Iglesia católica, desde la fundación del Movimiento Familiar Cristiano hasta la creación del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), que ha sido el refugio natural y el hogar de miles de activistas sociales que optaron por apoyar a los pobres y luchar contra el autoritarismo mexicano.

Los buenos tiempos

Como prueba de esa cercanía, Wojtyla les regaló a José Alvarez Icaza y a Luzma un libro suyo, Amor y responsabilidad, sobre el amor conyugal, con una dedicatoria autografiada. A pesar de esas muestras de cercanía y amistad, desde hace más de 23 años Alvarez Icaza y su esposa no volvieron a ver a Juan Pablo II. Su primer intento frustrado de hablar con él ocurrió cuando lo nombraron papa. En la primera visita de Juan Pablo II a México, la jerarquía católica hizo todo para marginarlo.

Raquel Pastor, autora de una amplia tesis sobre los trabajos de Cencos y la trayectoria de José Alvarez, desde el Concilio Vaticano II, identifica el distanciamiento más fuerte desde la realización de la tercera Asamblea General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, el 27 de enero de 1979.

Pastor escribe: "Al inicio de dicha asamblea quedó claro que los temores de los progresistas sobre el nuevo papa no eran infundados. Durante el discurso inaugural, Juan Pablo II señaló: 'corren hoy por muchas partes... relecturas del Evangelio, resultado de especulaciones teóricas... se pretende mostrar a Jesús como comprometido políticamente, como un luchador contra la dominación romana y contra los poderes e incluso implicado en la lucha de clases. Esta coalvarez icaza ombudsman 1ncepción de Cristo... no se compagina con la catequesis de la Iglesia".

En esa asamblea se polarizaron las posiciones de izquierda y de derecha en el seno del catolicismo. Fueron excluidos diversos teólogos y obispos identificados con la teología de la liberación, como Sergio Méndez Arceo, el sacerdote jesuita Enrique Maza y el propio Alvarez Icaza.

"En Puebla se instalaron severas medidas para que no fueran molestados los obispos en sus deliberaciones -escribió Alvarez Icaza en su reseña sobre ese encuentro-. Y así una gran cantidad de personas que habían acudido a esa ciudad para plantear sus cuestiones a los obispos, quedaban frustradas. Para entonces ya no era miembro del Consejo de Laicos y sólo tuve un acceso muy precario a la asamblea, como periodista. Montamos entonces una agencia alternativa de prensa de la asamblea (Extramuros) que recogió toda la riqueza que los laicos querían hacer llegar a sus obispos, lo cual finalmente pudimos conseguir. Y así, por un medio indirecto y a través de los medios de comunicación, se pudo incidir en el documento final de Puebla. Los laicos participantes en esta aventura debimos soportar toda suerte de agresiones...šNi modo!"

El 16 de octubre de 1978, Alvarez Icaza viajó a Roma, apoyado por redes civiles que financiaron su viaje, para acudir a la ceremonia de coronación de Juan Pablo II. En aquella ocasión, escribió en su Reportaje sobre Juan Pablo II al inicio de su pontificado:

"Por lo que respecta a mí, la elección del papa Wojtyla me causó inicialmente profunda sorpresa... šTantas veces vi en Roma al arzobispo Wojtyla, tan afable, tan concentrado en la oración y en los estudios, tan despreocupado de su importancia, tan sencillo en el vestir y en el trato, tan solícito... con todos -aun con los más humildes-, tan despreocupado de la política vaticana!... Mas de pronto, con la elección inesperada, con la designación de este cardenal, cambió la historia de la Iglesia".

En su viaje a Roma, Alvarez Icaza se percató de la preocupación de los católicos progresistas:

"En conversaciones con personas entrevistadas en diversos círculos de izquierda, se hacen comentarios privados, expresando cierta preocupación por la elección... por su batallador pasado contra el gobierno comunista de Polonia, su formación filosófico-teológica tan diferente del desarrollo del pensamiento marxista, su preocupación personalista, que lo hace proclive a reaccionar contra lo social y lo colectivo, su humanismo, que temen lo lleve a abstracciones más que a afrontar problemas concretos, su espiritualismo, que estiman idealismo, opuesto al materialismo, sus enajenaciones pietistas -como su devoción al rosario-, su nacionalismo y su paternalismo polaco, en relación a sacerdotes, jóvenes, mujeres".

En su estudio, Raquel Pastor, quien también entrevistó a Alvarez Icaza, enumera temáticamente las diferencias que se ahondaron con el correr de su pontificado entre los dos viejos amigos. Los tópicos más delicados fueron: la concepción respecto a la vida (Juan Pablo II reforzó la visión absoluta y absolutista con su negativa a cualquier control natal); las relaciones con el socialismo, el marxismo y el comunismo (el anticomunismo frontal del Papa polaco triunfó); sobre la mujer (predomina una visión cada vez más misógina); sobre la participación de los laicos y sobre el modelo económico.

"šCómo hubiera querido haberle podido comentar directamente al papa Wojtyla éstas y tantas otras cosas! šCuántas preguntas interesantes podría hacerle, si se dejara entrevistar!", exclama aún Alvarez Icaza.

Ahora, una vez terminada la quinta visita del Papa a México, el fundador de Cencos, el promotor del Partido Mexicano de los Trabajadores, el pionero de la defensa de los derechos humanos, recuerda aún con cariño a su viejo amigo y con su proverbial ironía acota: "a mí me da la impresión de que Juan Pablo II tiene algo de alemán... es impresionante su carisma".

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