Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 18 de julio de 2002
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Economía

Orlando Delgado

Confianza y perspectivas de crecimiento

El número de empresas involucradas en fraudes contables en Estados Unidos crece día con día y ha empezado a modificar las expectativas de crecimiento de su economía, así como de la mundial, y particularmente la nuestra. Los impactos no se reducen a las expectativas económicas, sino que han cimbrado un aspecto central: la confianza en las instituciones y en los hombres que las dirigen. Los grandes capitanes de empresas y los dirigentes políticos, frecuentemente los mismos, han sido presas -según Greenspan- de una "codicia infecciosa", cuya extensión es todavía imprecisa. Por ello las apreciaciones que consideran que se trata apenas del diferimiento de unas cuantas semanas en la ruta del crecimiento olvidan que el funcionamiento entero de las bolsas de valores se funda únicamente en la confianza en que las acciones representan cierto porcentaje de los activos de una empresa y que si sus resultados son buenos, el precio de la acción aumentará y los inversionistas ganarán.

La crisis de confianza en Estados Unidos pudiera desembocar en corridas que en América Latina conocemos bien: reducciones bruscas en el valor del mercado accionario que provocan salidas de capitales hacia lugares más seguros. La novedad radicaría en que los capitales irían no hacia Norteamérica, sino de ahí a Europa, como está ocurriendo. Por supuesto, ello provocaría un debilitamiento sensible del valor del dólar, lo que se expresaría en pérdidas en su relación con las otras monedas duras, euros y yenes. El financiamiento de la cuenta corriente de la balanza de pagos, permanentemente deficitaria, se empezaría a complicar; rápidamente se afectarían la producción y el empleo, y a partir de esto resultaría fácil predecir que el crecimiento no será el esperado 3.5 por ciento.

Si esto se confirma, la economía mundial se vería severamente afectada, y la nuestra, dependiente del funcionamiento de Estados Unidos, se encontraría en una situación complicada. El Programa Nacional de Financiamiento (Pronafide) establece sólo dos escenarios del futuro próximo, diferenciados exclusivamente por la aprobación e instrumentación de las reformas estructurales: eléctrica, financiera y laboral. Según ese texto, el escenario con reformas muestra que el crecimiento llegaría, al final del sexenio, al ritmo prometido en la campaña foxista: 7 por ciento. Sin reformas alcanzaríamos un magro 3.5-4 por ciento. Un escenario como el que aparece en el horizonte no fue estudiado. Es típico de los neoliberales: la crisis está alejada de sus estimaciones. Por desgracia, el alejamiento es sólo hipotético.

Pero no se trata de un mal augurio. Incluso sin estas complicaciones, la economía mexicana enfrenta dificultades que se han soslayado. La fortaleza económica, presente en el discurso presidencial, se desvanece al analizar la información disponible. El dato de mayo para la industria es revelador: crecimiento anual de 0.9 por ciento, lo que haría pensar que para el cierre de 2002 pudiera llegarse apenas a 1.8. Lo interesante se aprecia al revisar la información sobre la manufactura, la maquila. Esta actividad, que desde hace años era la de mayor dinamismo y la que ha generado los nuevos empleos en los últimos 20 años, ha caído 12 por ciento. No se trata de una caída asociada al ciclo económico estadunidense. Lo grave es que las empresas maquiladoras están abandonando el país: 545 en el periodo junio 2001-mayo 2002, dejando sin empleo a 149 mil 300 trabajadores. En consecuencia, aunque la economía estadunidense mantuviera el ritmo de crecimiento del primer trimestre (6.1), lo que es francamente improbable, el aporte de las maquilas al crecimiento industrial no podrá ser como en los años recientes.

Del mismo modo que Bush ha sido incapaz de frenar la desconfianza, el optimismo foxista no contagiará a nadie. El presidente de Estados Unidos espera que la fragilidad de la memoria sirva para que pase el mal rato; el nuestro pretende convencernos del éxito del modelo económico mexicano. Lo cierto es que las irregularidades en la gestión de las grandes empresas de aquel país seguirán apareciendo, lo mismo que nuestras dificultades económicas. La hipocresía y el optimismo infundado son, a final de cuentas, simplemente demagogia.

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