Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 7 de julio de 2002
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Espectáculos
Ante un millón de personas el concejal de Pamplona abrió los festejos

Con el chupinazo comenzaron nueve días de locura colectiva en los Sanfermines

REUTERS

Pamplona, 6 de julio. Un millón de personas abarrotó el sábado las calles del centro de esta ciudad española para presenciar el chupinazo que da inicio a las internacionales fiestas de los Sanfermines, en un acto en el que apenas se registraron incidentes.

Cuando el cohete surcó la línea del cielo sobre la explanada del ayuntamiento, miles de vecinos, visitantes y turistas extranjeros desataron una guerra de huevos, harina y champaña.

El chupinazo dio inicio a 204 horas de locura colectiva de una fiesta que inmortalizó en su novela Fiesta, de 1927, el escritor estadunidense Ernest Hemingway.

"Es la hora de San Fermín. A Pamplona hemos de ir", cantaban los participantes, vestidos con el tradicional color blanco y el pañuelo rojo al cuello.

Tras noches seguidas de fiesta, baile y vino, un puñado de valientes, la mayoría de ellos imprudentes, correrán durante minutos de extrema emoción delante de un grupo de seis toros en el tradicional encierro matutino que se repetirá cada mañana a las ocho durante la semana de fiestas.

Aunque los Sanfermines suelen transcurrir en un ambiente festivo y sin violencia, este año la tensión es mayor luego de que el gobierno español aprobó una serie de medidas para hacer ilegal el partido Batasuna, rama política de ETA.

"El ambiente es tenso", dijo un periodista vasco.

"La bandera española no, la bandera vasca sí", cantaba un grupo de jóvenes que bromeaban con obscenidades y arrojaban botellas de vino al balcón del ayuntamiento desde donde el concejal socialista, Roberto Jiménez, lanzó el chupinazo.

"Que se vayan los simpatizantes de ETA", gritaron algunos entre la multitud.

Los tradicionales encierros acapararán el interés de la multitud y darán un susto a más de un participante, ya que las heridas suelen ser siempre numerosas.

En el último siglo, 13 corredores han muerto al ser fatalmente cogidos por algún toro, el último un joven estadunidense de 22 años en 1995.

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