Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 28 de marzo de 2002
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Comercializa diariamente 420 ton de productos, volumen sólo superado por Japón

La Nueva Viga es considerada el mercado de pescados y mariscos más grande del mundo

En 422 locales se expenden especies provenientes lo mismo de Yucatán que de BCS

BERTHA TERESA RAMIREZ Y JAIME WHALEY

A unos pasos de Río Churubusco, en una superficie de 90 mil 215 metros cuadrados, se encuentra el puerto más grande de México: La Nueva Viga, un mercado donde diariamente se comercializan unas 420 toneladas de pescados y mariscos, que se consumen lo mismo en el DF que en Monterrey o Chihuahua, y que incluso regresan a sus costas de origen, en Yucatán y Campeche.

En el sofocante calor del altiplano, que dispara el termómetro a 26 grados centígrados, con el aroma y la brisa de un ambiente artificialmente tropical, en estos días santos casi tres millones de personas concurren a éste, considerado el mercado más grande del mundo en su tipo, para consumir aproximadamente 16 mil toneladas de las diversas especies provenientes del Golfo y el Pacífico.

Sólo en Japón, con un consumo de tres mil toneladas diarias, se supera el volumen de especies comercializadas en La Nueva Viga, este puerto que comercializa 60 por ciento de la producción nacional pesquera, quitando los enlatados.

Hay 422 locales, que son surtidos por una enorme flota terrestre, de casi mil 500 vehículos, desde camionetas hasta gigantescos tráileres de 24 toneladas que traen su carga marina desde lugares tan distantes como Progreso, en la península de Yucatán, y Los Cabos, en Baja California Sur.

Durante las 14 horas que permanece abierto este puerto diariamente, se expenden: "el mejor camarón del mundo", el de las costas de Sinaloa, como afirma Roberto Gutiérrez Ambriz, presidente de la Sociedad Nacional de Introductores de Pescados y Mariscos; el atún aleta azul, de ambas costas del país, otra delicia para los sibaritas, por el que lo japoneses llegan a pagar 50 dólares la libra; el huachinango veracruzano y el robalo son de las especies más caras, pero muchas veces son suplantadas por los restauranteros, que dan rubia, villajaiba, besugo o curvina, que apenas llegan a costar 25 pesos el kilo y no tienen mal sabor.

En La Nueva Viga la frescura de los productos del mar está garantizada por un iceberg de 120 toneladas de hielo limpio, que asegura que especies como el pulpo se puedan mantener congeladas hasta por tres años, tiempo en el cual su carne alcanza la mayor ternura, debido a que el hielo se dilata y rompe los tejidos del pulpo, suavizando su carne. El tiempo de cocción del pulpo fresco es de 40 minutos en olla exprés, mientras que el congelado en 25 minutos está listo.

Los viejos alijadores, de testa coronada con gorro de marinero, que desescaman los pescados a 2 mil 240 metros sobre el nivel mar, empiezan su jornal a las cuatro de la mañana para la venta de las más de 300 especies que se expenden y se cotizan desde 6 pesos, un cocinero, hasta 310 pesos una cola de langosta, pasando por 42 pesos el kilo de tiburón, especie que, según los locatarios, cada vez tiene mayor demanda.

Aquí, frente a la playa de asfalto, hay 30 restaurantes que ofrecen desde el clásico coctel de camarón hasta un filete de gurrabata o chucumite frito, platillos un tanto exóticos para los paladares capitalinos. En este submundo marino, donde la vida es sabrosamente más barata, hasta los refrescos se ofrecen a precios de camión en una bodega; igualmente las galletas saladas, imprescindibles en toda mariscada.

A pesar de todo, dice Gutiérrez Ambriz, es reducido el consumo de pescados y mariscos entre los capitalinos, debido a la falta de cultura alimentaria y a la variación en los precios. Para contrarrestar esto, el Gobierno del DF impulsa un programa de abasto en las 16 delegaciones, para promover especies poco conocidas pero nutritivas y de bajo precio.

Darío Ruiz, ingeniero en pesca y comerciante en La Nueva Viga, afirma que "hay que concientizar a la gente" para que los productos del mar sean parte de la dieta diaria. Se queja de que estos productos tengan gran demanda sólo durante la Cuaresma y en la temporada navideña, pese a su bajo costo y su elevado contenido nutricional.

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