Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 11 de febrero de 2002
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Cultura
De archivos muertos..., libro de Josu Landa en favor de la vigencia del humanismo

''Es necesario rescatar la dignidad humana''

Los mecanismos de contención están rotos; queda la salida de la autonomía moral, dice

GUIDO PEÑA

Ante el panorama sombrío de hambre, guerra, barbarie, racismo y destrucción que se dibuja en estos tiempos aún queda la posibilidad de un proyecto que replantee la dignidad del individuo y su relación con el otro y con el mundo; en esta difícil tarea tienen una enorme responsabilidad la educación y las mentes lúcidas, indica el poeta y ensayista Josu Landa. La aparición de su libro De archivos muertos y parques humanos en el planeta de los nimios (Arlequín/Sigma), alegato en contra del escritor alemán Peter Sloterdijk -quien decretó el agotamiento del humanismo-, es pretexto para conversar acerca de las posibilidades del género humano con el también académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

"De archivos muertos... surge de un debate en las aulas de la facultad -explica el catedrático-. Escrito con pasión, pero también con razones, intenta responder a tesis o ideas que me parecieron cuestionables, como la de Sloterdijk, que hace una especie de lectura apocalíptica de la dignidad, usa conceptos tremendamente peligrosos -como el de cría y domesticación del humano-, acude a leyes reductoras de la historia y, sobre todo, me parece inquietante, porque habla de la posibilidad de una transformación ética mediante la genética".

El hombre, rebaño de intereses económicos

-Sloterdijk hace una acusación seria: ¿por qué ensalzar al hombre mediante el humanismo si el hombre es el verdadero problema? El humanismo como cómplice de esas atrocidades.

-Es una acusación demasiada frecuente y hasta manida que el humanismo es el responsable de la gran cadena de atrocidades que se han cometido en Occidente, sobre todo en el siglo XX. A mí me parece una acusación sin bases. Esas atrocidades no son de ahora, han existido siempre. El siglo XX no se diferencia de otros en ese punto, salvo por la eficacia técnica puesta al servicio de la destructibilidad, de la brutalidad.

''Si se ha dado una manifestación más amplia de ese fenómeno no ha sido por un exceso de humanismo, sino por un déficit. Más bien acusaría una decadencia del humanismo, una catástrofe de la educación.

"Lo que señalo en mi libro es que Nietzsche, en dos textos interesantes -la tercera intempestiva, Schopenhauer como educador, y el grupo de conferencias agrupadas en el texto El porvenir de nuestras escuelas- denuncia de manera luminosa, premonitoria, lo que es la educación moderna capitalista, es decir, el papel de un Estado que convierte al género humano en rebaño al servicio de intereses económicos; eso ha sido la cultura y la educación en los últimos 200 años. Si a eso llamamos humanismo cualquiera tiene razón, la cuestión sería si es aceptable llamar a eso humanismo, a mí me parece que no''.

-¿A qué atribuye esa decadencia?

-A que hay una valoración de lo económico; la ilusión de un dominio instrumental del mundo que se traduce en ponderar lo técnico y no lo humano. La seudoeducación que ha padecido la humanidad occidental en estos dos últimos siglos es una negación de lo humano para privilegiar lo instrumental, lo económico y el poder. Incluso lo que es más aparentemente humanístico ha sido afectado por este sentido.

"El signo de estos tiempos es la desmesura. El no tener una idea de límite, una idea de respeto. Este pequeño ser, que es el humano, se considera omnipresente.

"Somos testigos y a la vez víctimas de un mundo del que cada vez constatamos su proceso de destrucción, de ausencia de referentes, y eso debería obligar a una reflexión sobre el papel del hombre en el mundo. Desde ese punto de vista, es necesario reactualizar el tema de la dignidad del hombre''.

-Usted se refiere a la fractura entre humanismo y nuevas generaciones. ¿Cómo era la relación anterior?

?Hasta antes de René Descartes había una plena diferencia con lo absoluto, podía ser el logos o ser Dios. Con Descartes empieza el proceso de absolutización del ser humano: él se convierte en referencia de todo.

"Habría que plantearse entonces la posibilidad de una realidad extrahumana y rearticular la relación con ella. Es necesario asumir la misión de la filosofía, que es pensar la realidad, y cumplir una función de cara a las humanidades, ese erario de grandes formas que ha elaborado el humano para poder afrontar los grandes retos de la vida''.

-En este erario entraría el libro, cuya muerte, por cierto, también decreta Sloterdjik y con ello el agotamiento de la actividad humanística.

-También disiento de Sloterdijk en que la muerte del libro significaría la muerte de las humanidades. Sloterdijk cree que el libro ha desaparecido y con eso desaparece la filosofía y las humanidades y entramos en la era del archivo muerto, como si eso fuera una maldición. Por fortuna parece que hoy no estamos en la época del califa Omar, que se dio el lujo de quemar la biblioteca de Alejandría. Ahora hay archivistas depositando, almacenando, y mentes lúcidas haciendo valer ese erario cultural. En ese sentido el libro es un medio más, cuyo futuro no sé ni me importa tanto, porque la cultura siempre ha recurrido a algún medio para preservarse, y si ese medio ahora es la cibernética, ¿qué demonios importa eso? Lo importante es que ahora está fluyendo la literatura, la cultura por otros medios.

-¿Qué se está haciendo desde la educación ante este déficit de humanismo?

-La reflexión o el discurso sobre educación está marcado por el instrumentalismo, la técnica y la economía. Creo que no hay en este momento una verdadera reflexión pedagógica sobre cómo hacer para formar seres humanos. Esa es la gran misión de la filosofía de la educación, aunque no es la tónica del momento.

-¿A quién o qué le corresponde entonces restablecer la relación entre nuevas generaciones y humanismo?

-Tendrían que ser en parte las universidades. No concibo una universidad en la que no estemos formando seres humanos. La universidad debe ser el espacio donde fluya el humanismo, pero las políticas ultraliberales -prefiero llamarles así que neoliberales- están en contra de este principio, porque les interesa primordialmente la economía y que la gente se integre a ésta como seres disciplinados, consumidores, y la vida no se reduce a producir y consumir.

"Por otro lado, corresponde a las mentes lúcidas, estén donde estén. Debe ser un debate cultural-social, en el que las personas que tengan fundamentos para decir algo puedan hacerlo''.

-Menciona en su libro la quiebra de mecanismos para la resolución de las tensiones entre civilidad y bestialidad. ¿Cuál es el panorama que se vislumbra ahora que esos mecanismos están rotos?

-Sloterdijk hace una apología de la brutalidad cuando dice que humanismo y educación han fallado en este punto, como si fuera un tema contemporáneo. Siempre ha existido un enfrentamiento, un conflicto entre las tendencias a la bestialidad y a la civilidad. Uno de los grandes logros éticos es proponer medios de contención autónomos, humanos, que no se remitan ni a una religión ni a un interés político.

''Lo que ahora enfrentamos es una quiebra de esos mecanismos de contención: los proyectos político-ideológicos están en quiebra, la ley contiene a duras penas, la moral está en quiebra... Queda entonces buscar un nuevo humanismo, un rescate de la dignidad humana con base en una autonomía moral. Recurrir a la capacidad humana, a la prudencia, a la sensatez que Sloterdijk niega. ¿Por qué no podemos exigir a nuestros políticos que sean sensatos, prudentes? La vía que queda es la revolución personal''.

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