Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 11 de febrero de 2002
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Política

Iván Restrepo

Hoy, finalmente, Proaire III

Con un año de retraso hoy será presentado el más reciente programa para mejorar la calidad del aire en la Zona Metropolitana del Valle de México, cuya vigencia concluirá en 2010. En su elaboración participaron funcionarios públicos, así como empresarios, científicos y grupos relacionados con el tema ambiental. Se trata, según la presidenta suplente de la Comisión Ambiental Metropolitana y secretaria de Ecología del estado de México, Martha Hilda González, del más notable esfuerzo hecho hasta hoy sobre un asunto que preocupa a la sociedad por los efectos que la contaminación atmosférica tiene en la salud pública y el medio, y también porque sus objetivos y metas van más allá del sexenio en turno y convoca a participar activamente en su ejecución a sectores oficiales y privados que no estuvieron en los programas anteriores. En buena hora aparece pública y oficialmente Proaire III, luego de más de 25 años de planes gubernamentales para controlar y disminuir la contaminación atmosférica en la zona metropolitana.

En 1978, durante el gobierno del presidente José López Portillo, las autoridades y el sector industrial acordaron, entre otras medidas para evitar la condición de "mala" calidad del aire, aplicar más estrictos controles sobre la emisión de hidrocarburos y monóxido de carbono, utilizar gas LP como combustible en 10 mil vehículos y mejorar la calidad de la gasolina y el diesel.

En los sexenios posteriores también hubo programas sobre la materia y se aprovechó la experiencia acumulada y el enorme caudal de conocimiento generado sobre la contaminación atmosférica en México y el resto del mundo. Sin duda, ha habido avances importantes en la materia, pero el problema central continúa.

Por eso se espera que hoy, finalmente, tengamos las medidas que, con un enfoque metropolitano, permitan ir al origen del deterioro del aire. Adelanto algunas indispensables: 1. Mejorar el transporte público, renovar la flota más antigua y más contaminante y evitar la corrupción en los centros de verificación y otras instancias de control y vigilancia. Si en el Distrito Federal ese transporte es malo, en las entidades vecinas es peor. 2. Continuar el Metro y otros modos rápidos, cómodos y eficientes de transporte en la ciudad y su zona conurbada. 3. Nuevas vialidades y conclusión de otras a fin de mejorar el flujo vehicular. 4. Acciones para reducir y controlar la contaminación industrial. 5. Mejor gasolina y uso de gas en el transporte público y privado. 6. Una comisión ambiental metropolitana restructurada, con poder de decisión, que cumpla su cometido y no sea una pieza más de adorno en la escala burocrática. 7. Aumento de las áreas verdes y cero destrucción de las áreas boscosas del valle de México. 8. La participación creciente y efectiva de la ciudadanía en las nuevas acciones, pues es la que sufre los efectos de la contaminación y la que puede ayudar a combatirla.

Pero no basta anunciar en ceremonia muy vistosa un programa para que surta los efectos deseados, por más que se encuentre científica y técnicamente fincado, con objetivos y metas claras que deben cumplir las instancias correspondientes. Los esfuerzos anteriores para mejorar la calidad del aire en buena parte fracasaron por falta de voluntad política para hacer realidad lo que se aprobó y porque no hubo seguimiento puntual de las acciones propuestas ni evaluación continua.

En actos presididos por el Presidente de la República, con la presencia de su gabinete, líderes industriales, mandatarios del estado de México y del Distrito Federal y uno que otro representante de la sociedad, se han anunciado importantes compromisos ambientales que se olvidan al día siguiente. Por eso programas van y vienen y sigue pendiente un asunto que en otras partes solucionaron en muchísimo menos tiempo.

Pese a la trascendencia de Proaire III, hoy no presidirán su oficialización los funcionarios que deben garantizar y respaldar políticamente su cumplimiento al más alto nivel. Además, no terminan los desacuerdos entre los funcionarios ambientales del estado de México y del Distrito Federal, cuando se requiere el esfuerzo conjunto para atacar los problemas comunes. El más reciente gira en torno a la construcción del segundo piso del Periférico y el Viaducto. Ojalá éstas no sean señales negativas de un mal inicio del programa que se anuncia como el mejor en su tipo.

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