Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 2 de febrero de 2002
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Cultura
Ť Homenaje póstumo al escritor jalisciense en ese recinto

La Casa del Lago ahora se llamará Juan José Arreola

Ť CNCA prepara Prosa dispersa, libro que reúne primeros y últimos trabajos del autor de Confabulario y La feria

CARLOS PAUL

homenaje_arreola_j31zbLa Casa del Lago ahora se llamará Juan José Arreola, según anuncio del rector de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Juan Ramón de la Fuente.

Fue precisamente en ese recinto donde la noche del jueves se rindió homenaje póstumo al escritor jalisciense, en el que participaron Antonio Alatorre, José de la Colina, Hugo Gutiérrez Vega, Hilda Morán, Fernando del Paso e Ignacio Solares.

También en ese acto Orso Arreola, hijo del autor de Confabulario, anunció que entregó a la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes el libro Prosa dispersa. 1941-1996, en el que ''se reúnen algunos textos que aparecieron en la revista Pan, fragmentos de una novela, algunas décimas y los primeros y último textos de mi padre, una traducción del francés del poema Corimbo del otoño, de Francis Thompson", entre otros materiales.

Digna, la participación del último juglar en los medios electrónicos: Gutiérrez Vega

Una pantalla de agua sobre el lago mayor, en la cual se proyectaba la voz e imagen de Arreola, sirvió como telón de fondo para recordar al ''gran creador de monstruos y encantamientos, al escritor que ayudó a forjar la Casa del Lago a golpes de imaginación", cuyo nombre llevará este recinto, convirtiéndose en Casa del Lago Juan José Arreola", manifestó De la Fuente.

El filólogo Antonio Alatorre recordó en su intervención la época "preuniversitaria" de Arreola, cuando tenía 26 años; el amor del escritor por la literatura francesa; sus charlas en torno a la revista Pan, cuando Juan Rulfo les entregó para su publicación el cuento Nos han dado la tierra, y confesó: "Yo supe de (Sigmund) Freud hablando con Juan José en Guadalajara".

Arreola "era teatral, no porque fuera insensible, sino porque respiraba teatro". "Escribía su vida y vivía su escritura", continuó José de la Colina, quien destacó la sensibilidad del autor de Bestiario en sus poemas cortos, y exhortó a Antonio Alatorre a escribir la biografía de Arreola.

Luego de que De la Colina recordó su primer encuentro con Arreola, en una feria del libro de 1954, Gutiérrez Vega expresó: ''Lo veo como alguien que trabajaba en toda clase de oficios para sobrevivir, en una Guadalajara "aún de dimensiones humanas", leyendo a Baudelaire, a Whitman, a los principales fundadores de su estilo: Giovanni Papini y Marcel Scwob.

"Veo su magisterio ?continuó?. En la radio y la televisión. Su elocuencia ponía en alerta a los balbucientes de este país nuestro, que enmascara palabras y lucha con un idioma que parece no pertenecerle".

Recuerdo, añadió, "a los solemnes y pomposos intelectuales frunciendo la nariz ante los despliegues de erudición e inteligencia e histrionismo, en el único y mejor sentido del término, que combinaba para divertir, divertirse, evocar y servir a un proyecto de difusión cultural".

Por estas razones, destacó Gutiérrez Vega, "reivindico la labor que Arreola realizó en los medios electrónicos". El "fue el maestro de todos los que hemos dirigido esta noble casa", donde "vivió rodeado de formas clásicas y voces jóvenes".

La literatura, continuó Gutiérrez Vega, "pagó su amor con creces, pues le concedió los dones de la gracia, la concisión, la claridad y la brevedad".

Hilda Morán recordó su larga etapa "como secretaria, amanuense y en ocasiones confidente" del autor de La feria.

Fernando del Paso, luego de comentar haber tenido el privilegio de disfrutar, "casi exclusivamente en París, su enorme lucidez, su portentosa memoria y su maravillosa palabra, y de sufrir algunas de sus fobias, con un cierto regocijo", leyó la oración fúnebre que pronunció en el Paraninfo de Guadalajara, en el homenaje de cuerpo presente que ahí se le rindiera a Arreola.

Solares terminó con la lectura de un fragmento de su libro Espía en el aire, en el que recuerda a Juan José Arreola en una charla literaria, conviviendo con estudiantes de la UNAM.

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