Directora General: Carmen Lira Saade

México D.F. Sábado 2 de febrero de 2002

Editorial

 
ARGENTINA: QUINTA COLUMNA MENEMISTA

SOLEn Argentina, los abogados apoyados por la población exigen cotidianamente a cacerolazos y llaverazos la destitución de los miembros de la Suprema Corte de Justicia, por corruptos y menemistas, y a pocos días de emitida una resolución para someterlos a juicio político --con buenas posibilidades de que se apruebe en el Congreso--, los jueces incriminados refuerzan sus lazos de colaboración con el ex presidente Carlos Menem (socio del presidente George W. Bush) y con el gobierno estadunidense al declarar inconstitucional el congelamiento de los depósitos bancarios.

Tal resolución puede crear un precedente mediante el cual millones de amparos obligarían a la apertura de las instituciones financieras --que no cuentan con recursos suficientes para devolver los depósitos-- y su posterior quiebra.

De esta forma, las medidas económicas del plan Duhalde podrían abortar, y su gobierno estaría en riesgo de desaparecer, para satisfacción de las compañías extranjeras que tienen inversiones en telefonía, electricidad y petróleo --en conflicto con esta administración por la reducción de tarifas y cobro de retenciones en sus ganancias-- y de Washington, que condena el supuesto "populismo" de la Casa Rosada.

Facilitar el levantamiento del corralito tiene intenciones económicas --profundizar el caos, hundir el peso, llevar a una dolarización desesperada que permita mayor control de Estados Unidos, la destrucción del Mercosur y la compra de empresas y bienes argentinos a precios ínfimos--, pero también sus matices políticos: además de derribar a Duhalde, enemigo interno de Menem en el peronismo, impulsaría la separación un gran sector de la clase media del resto de la población (los que salven sus ahorros mediante amparos judiciales).

Es decir, romper la alianza entre caceroleros y piqueteros, entre clase media-pobre y trabajadores y marginados.

El gobierno Duhalde fue sorprendido por la brutalidad de un ataque menemista, inspirado desde la Casa Blanca, en medio de lo que creía que era una luna de miel con Washington (la negociación de un préstamo del FMI, el compromiso argentino para condenar a Cuba, y la negociación de un presupuesto y un plan económico a mediano plazo que parecía contar con el beneplácito estadunidense).

Ahora le quedaría nacionalizar la banca, con pago diferido y en bonos del Estado, y hacer lo mismo con las empresas estratégicas para el desarrollo, así como cambiar no sólo su plan sino el origen de los recursos para aplicarlo, que deberían ser buscados particularmente en la recuperación de los bienes robados y en los capitales fugados.

Además, impulsar juicio político inmediato a los jueces de la Suprema Corte de Justicia, encarcelar a corruptos y ladrones conocidos, llamar a elecciones o a una Asamblea Constituyente para legitimar su gobierno y otras medidas. Eso, por supuesto, lo obligaría a hacer lo opuesto a lo que siempre hizo y a cambiar su gabinete y su apoyo político, lo cual no es nada fácil.

La perspectiva, por consiguiente, es pesimista. Pero queda por ver, en esta lucha interna entre gobernantes, qué piensa y dice quien hasta ahora se ha manifestado contra el corralito, Duhalde y Menem a golpe de cacerolas, es decir, el pueblo argentino.