Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de enero de 2002
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Cultura
04an2cul ITACATE

Cristina Barros y marco Buenrostro

Tamales especiales

HACE MAS DE cuatro décadas, Amelia Woolrich de Ramírez decidió emprender un pequeño negocio, pues cuando sus hijos empezaron a crecer, dispuso de tiempo libre. Como elaboraba muy sabrosos tamales para las reuniones familiares, una cuñada le sugirió que los hiciera.

DOÑA AMELIA ES de Juchitán, así que sin dudarlo, hizo los primeros 50 tamales oaxaqueños; se vendieron enseguida y ese mismo día recibió los primeros pedidos. Poco después los ofreció en el supermercado que se encontraba en el conjunto Aguayo de Coyoacán; pronto los vendía ahí, en una lonchería cercana y en la Nevería Guizar. Desde ahí fue negocio y como la calidad tenía que ser de primera, decidieron ponerle a la pequeña empresa Tamales especiales, nombre que aún conserva.

ALGO DE NOVELA hay en la historia. El abuelo de la señora Amelia era un inglés cuyo barco naufragó en las costas del estado de Oaxaca. Desde el lugar del naufragio, don Tomas H. Woolrich, padre de doña Amelia, supo del negocio, no le auguró ni seis meses de duración. Eso sirvió de acicate a esta mujer que por su fuerza y espíritu emprendedor hace honor a su origen juchiteco.

UN BUEN DIA le hicieron un pedido de mil tamales y con esfuerzo cumplió su compromiso. A partir de entonces alquiló el departamento que estaba junto al suyo, allí en plena plaza de Coyoacán. El trabajo empezó a ser tan absorbente que su esposo, el ingeniero Domingo Ramírez Román, expresó su desacuerdo.

DESORIENTADA, DOÑA AMELIA pidió consejo a su tía Lucía Woolrich, empresaria tehuana que se dedicaba sobre todo a la compraventa de ajonjolí. No es difícil adivinar que doña Lucía apoyó a su sobrina y el negocio continuó.

LOS QUE AHORA andan cincuenteando, seguramente probaron los deliciosos Tamales especiales en la panadería La Veiga, pues uno de los dueños, don Angel, le pidió los primeros cien. Para su sorpresa, los tamales volaron y a la semana siguiente le pidieron el doble. Con ellos se inició la venta de antojitos mexicanos muy bien presentados, en esta panadería de dueños españoles.

PRONTO HUBO PEDIDOS para la Espiga y para Elizondo: también surtía a tiendas de autoservicio, hasta que las condiciones de compra en ellas lo hicieron incosteable. Durante este tiempo doña Amalia elaboraba los tamales, los entregaba, hacía los convenios, todo lo necesario.

ENTRE LAS PERSONAS que pronto colaboraron con ella en la cocina, se encontraba Guadalupe López Barrientos, que hasta la fecha trabaja en el negocio.

LOS HIJOS SE han involucrado en mayor o menor grado en esta empresa. Amelia, por ejemplo, sugirió atinadamente hace ocho años, que se hicieran tamales de hoja de maíz, y Beatriz Ramírez Woolrich ha hecho de los tamales un asunto de estudio y divulgación. Pero esa es la segunda parte de esta historia.

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