Mahdi, quien asumió hace 13 meses, cedió ayer, tras dos meses de protestas contra el gobierno, que dejan más de 420 muertos, de acuerdo a un balance compilado por la Afp a partir de fuentes médicas y de la policía.
Poco antes, Alí Sistani, máximo dignatario chiíta, instó al Parlamento a retirarle su confianza al gobierno para evitar el caos y más muertos, uniéndose al llamado de los manifestantes, que piden desde el primero de octubre la caída del régimen
.
Pero la espiral de violencia no cedió y volvió a azotar el sur del país, agrícola y tribal, donde combatientes tribales tomaron las calles, armados, para proteger a los manifestantes en Nasiriya, mientras que hombres vestidos de civil abrieron fuego contra la multitud en Nayaf.
Al menos 15 manifestantes murieron ayer por balas de la policía en Nasiriya, uno en Bagdad y otros cinco en Nayaf, donde hombres vestidos de civil dispararon contra los manifestantes frente a la sede de un partido, señalaron testigos y médicos.
En el sur de Irak, comandantes militares enviados desde Bagdad reprimieron el jueves a manifestantes, tras el incendio, al grito de ¡Irán fuera!
, del consulado iraní en la ciudad santa chiíta de Nayaf. Al menos 46 personas fueron abatidas y casi mil resultaron heridas en el país, indicaron el jueves médicos y policías.
El creciente número de muertos y heridos es intolerable
, acusó la Organización de Naciones Unidas.
En la plaza Tahrir, epicentro de las protestas en Bagdad, los manifestantes soltaron las piedras que tiraban contra la policía y se pusieron a bailar tras el anuncio de que Abdel Mahdi dimitirá, indicó un fotógrafo de la Afp.
En Diwaniya, en el sur, las concentraciones de ayer tomaron la forma de cortejos fúnebres por los 46 manifestantes asesinados la víspera en las localidades vecinas.
Nuestro problema no es el primer ministro, ¡queremos que todos los partidos se vayan!
, declaró un participante a la Afp, al denunciar unos servicios públicos insuficientes, la corrupción y el desempleo en un país donde uno de cada cinco habitantes vive en pobreza.
Los diputados de la oposición, del ex primer ministro Haider Al Abadi y del poderoso clérigo chiíta Moqtada Sadr, quien lidera el primer bloque del Parlamento, se declararon dispuestos a retirarle su confianza al ejecutivo.
Los paramilitares de las Fuerzas de Movilización Popular, afines a Irán y segundo grupo del Parlamento, que hasta ahora apoyaba al gobierno, también parecían plegarse a la voluntad del gran ayatola y llamaron a cambios necesarios por el interés de Irak
.
El Parlamento debe reunirse el domingo para discutir la renuncia. Sería la primera vez, desde que en 2003 una coalición liderada por Estados Unidos invadió el país para deponer a Saddam Hussein, que un primer ministro deja el cargo sin terminar su mandato.
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