°C -
|

La Jornada

Últimas noticias
Anuncio
Anuncio

Venezuela, el día después

Caracas ha modernizado su armamento adquiriéndolo de Rusia, China e Irán, con quienes además tiene una alianza. Foto
Caracas ha modernizado su armamento adquiriéndolo de Rusia, China e Irán, con quienes además tiene una alianza. Foto Xinhua / archivo
09 de diciembre de 2025 00:01

Desde 2002, fecha del golpe de Estado de 47 horas contra Hugo Chávez, Washington ha auspiciado o apoyado infructuosamente, una y otra vez, el cambio de régimen en Venezuela. En nombre de los derechos humanos, la libertad y la democracia, se han suscitado o combinado ininterrumpidamente sanciones económicas, revoluciones de colores, paros petroleros, reconocimiento a mandatarios espurios, robo de divisas e infraestructuras, intentos de magnicidio, ofensivas mediáticas, asonadas militares y amenazas de invasión terrestre. 

Muchas de estas agresiones, que buscan apropiarse de las reservas de oro negro más grandes del planeta, son actos de piratería internacional. Han causado gran daño al país y un enorme sufrimiento a su población. Han provocado multimillonarias pérdidas de ingresos petroleros. Multitud de venezolanos han debido migrar a otras naciones para subsistir. Mientras tanto, una parte de la vieja oligarquía escuálida se da la gran vida en sus palazuelos en Miami y Madrid. 

Sin embargo, a pesar de la letalidad de los castigos y la inclemencia del cerco, la Revolución bolivariana sigue adelante. Ciertamente, algunos dirigentes políticos chavistas han traicionado. Unos pocos militares y oficiales de los servicios de inteligencia se han pasado a las filas enemigas. Intelectuales han sucumbido al canto de las sirenas metropolitanas. Pero, contra viento y marea, la mayoría de la población pinta su raya a la democracia de las cañoneras; se mantiene fiel a un proyecto que les permitió recuperar dignidad y avanzar en el poder popular. 

Desde hace 27 años, el bolivarianismo ha ganado casi todas las elecciones en juego. Desesperado, ante el descalabro, el imperio ha ensayado otras fórmulas para el cambio de régimen. En diciembre de 2007, Enrique Krauze puso las cartas sobre la mesa. “Si Hugo Chávez ha pensado en convertir Venezuela en una Cuba con petróleo, los venezolanos que se oponen han descubierto el antídoto. Es el movimiento estudiantil”, escribió. Así que la ultraderecha se montó en este movimiento y ensayó un esquema insurreccional. Sin embargo, los cachorros de la reacción chocaron con una realidad que no estaba en sus manuales. Así que se marcharon a hacer fortuna al extranjero. 

Todas las apuestas imperiales de cambio de régimen han topado con lo que, hasta ahora, parece infranqueable: la unidad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). No hay un solo indicador que muestre alguna fisura a su interior. Parte de la clave de esta unidad es el desarrollo de una nueva doctrina militar conocida como Defensa Integral de la Nación. En ella, se trata de enfrentar la amenaza bélica estadunidense sobre la base de un conjunto de acciones que disuadan a un enemigo tecnológica y numéricamente superior. 

Esta estrategia tiene tres elementos centrales: el fortalecimiento del poder militar, la profundización de la unión cívico-militar (pueblo y soldados), y el robustecimiento de la participación popular en las tareas de la defensa nacional. Las fuerzas armadas de antes estaban fragmentadas en divisiones, brigadas. El comandante Chávez organizó el país en regiones, y en cada región hay una estructura militar con todos los componentes: Ejército, Armada, Aviación, Guardia Nacional, milicias y pueblo. 

Si alguien ataca una región, esa región tiene capacidad para defenderse sola. No necesita mover unidades de otro lugar. El 23 febrero de 2019, con el pretexto de introducir ayuda humanitaria desde Colombia, la contra y Washington intentaron establecer en Táchira una cabeza de playa que le diera al espurio Juan Guaidó control de una franja de territorio venezolano para establecer una “sede de gobierno”. Durante 17 horas se suscitaron fuertes enfrentamientos entre chavistas y paramilitares y guarimberos venezolanos, que operaban mayoritariamente desde el lado colombiano. La refriega terminó con la derrota escuálida. 

Allí, al calor de los hechos, en las instalaciones militares a un lado del puente Simón Bolívar, conversé con Diosdado Cabello, en aquel entonces presidente de la Asamblea Nacional Constituyente. Estuvieron presentes también la mayoría de los jefes de la FANB, a los que me presentó como sus amigos, y como viejos colaboradores de Hugo Chávez. Le pregunté por la firmeza de sus tropas. De buen humor, me explicó: “El presidente Maduro ha ido a todos los cuarteles. Se presenta en la madrugada. 

Llega, corre con ellos, comparte, hace ejercicios militares con ellos. Nosotros tenemos un contacto total con ellos. Somos como hermanos. Muchos estamos en este movimiento desde que éramos niños. Nos acompañamos y nos seguimos. Somos una familia. No van a lograr quebrarnos...” Sobre el papel de las milicias, me dijo: “Para los amigos del Estado, son un diamante. Para los enemigos del Estado, son la peor noticia” (https://shorturl.at/FXYRe). Una intervención militar de un país extranjero en Venezuela es muy complicada, y no sólo por la unión cívico-militar. 

Caracas ha modernizado su armamento adquiriéndolo de Rusia, China e Irán, con quienes además tiene una alianza. Pero además, tiene una superficie de casi un millón de kilómetros cuadrados. Su orografía es muy diversa: sistemas montañosos de Andes, la Cordillera de la Costa y el Macizo Guayanés, junto con la extensa cuenca del río Orinoco. Tiene 4 mil 208 kilómetros de costas y densas selvas. Los barrios populares de ciudades como Caracas son una ratonera. Comparte una frontera con Colombia de 2 mil 341 kilómetros, otra con Brasil de 2 mil 199 kilómetros, y una más con Guyana de 789 kilómetros. 

Ningún país vecino desea un conflicto bélico en sus linderos. Venezuela dispone de hombres, armas, determinación y territorio capaces de sostener una resistencia popular prolongada, convirtiendo un intento de ocupación del país en un pantano para quien la ensaye. Independientemente de lo que podría suceder el día de la ocupación, el verdadero reto militar para una fuerza invasora consiste en qué hacer los días después. Sin embargo, más allá de lo que pueda suceder en el futuro, en Venezuela es hoy la hora de la paz. 

X: @lhan55

Imagen ampliada

Una difícil Navidad

La situación de la comunidad migrante es apremiante. Las detenciones están a la orden del día, a lo largo y ancho de Estados Unidos.

Obispos falsificando la historia

Sus señorías ilustrísimas están violando el octavo mandamiento de su Biblia.

El eterno arte de contar

No deja de ser un arte meritorio poder contar el capítulo de una historia en un minuto, y hasta en 30 segundos
Anuncio