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Opinión

2022-12-19 10:16

La mano invisible de la crisis política en América Latina / Mauro Jarquín

Un grafiti con la frase
Un grafiti con la frase "Dina asesina, abuso de poder" se observa en una calle en Lima, Perú, el 18 de diciembre de 2022. Foto Afp

Perú arde tras una aguda crisis política que provocó la salida de Pedro Castillo de la presidencia y su posterior detención. Las multitudinarias movilizaciones convocadas por sus simpatizantes han sido respondidas por el nuevo gobierno con violencia y con una sistemática campaña de desprestigio, con saldo de unos 20 muertos y un complejo clima de inestabilidad nacional.

Voces cercanas al mundo empresarial y al circuito estadunidense de los think tanks, fundaciones y redes promercado se han posicionado como actores centrales de la oposición. Una de ellas es Lucas Ghersi, hijo del intelectual de derechas Enrique Ghersi y fundador del Instituto de Libertad y Acción para el Desarrollo (ILAD) organización que ha exigido a Dina Boularte “tomar las medidas de fuerzas que sean necesarias para restituir el orden interno y el estado de derecho”. Es decir, avanzar en la represión de la manifestación popular en apoyo a Castillo.

Desde la llegada de Castillo a la presidencia, Ghersi hijo se posicionó como una voz importante en la oposición mediante la colecta de firmas contra una eventual asamblea constituyente. Participó también en movilizaciones contra el gobierno democráticamente electo y dio conferencias en torno a la amenaza del llamado socialismo del siglo XXI. Su visibilidad creció a medida que comenzó a dar entrevistas a medios nacionales e internacionales sobre su activismo social.

El protagonismo de Ghersi ha sido tal, que organizaciones promercado con sede en Estados Unidos le han reconocido como el arquetipo del nuevo liderazgo liberal en América Latina. Este es el caso de Students for Liberty (SL), red internacional de organizaciones liberales creada en 2008 con financiamiento privado, de la cual el joven abogado forma parte desde 2013. La organización colabora con otras entidades promercado ( think tanks, organizaciones e institutos) en todo el mundo, como Foundation of Economic Education, Atlas Network y CATO Institute. Su objetivo consiste en promover las bondades del capitalismo mediante la difusión de un particular ideario liberal que subraya los beneficios de un mundo fundado en el egoísmo y con un Estado limitado a proteger los derechos de propiedad.

SL ha encontrado en las universidades (públicas o privadas) un espacio estratégico para consolidar la incorporación de jóvenes a su proyecto. Para lograrlo, ha apostado por educar a jóvenes en tópicos específicos de filosofía, economía y estudios sociales; desarrollar en ellos habilidades de liderazgo y finalmente empoderarlos para que puedan convertirse en líderes sociales. Todo ello con la tranquilidad que sólo buenas relaciones con políticos y empresarios de alto nivel y un “presupuesto multimillonario” pueden brindar a cualquier proyecto.

El caso de Ghersi en Perú no es asunto baladí respecto del debate político regional. Personajes vinculados a SL y a Atlas Network han sido la mano invisible que ha impulsado en procesos de interrupción por medios legales de gobiernos progresistas, en una estrategia que voces de izquierda han denominado lawfare. El caso de Kim Karaguri, integrante de SL Brasil y referente del Movimiento Brasil Libre, es ilustrativo al respecto.

El capital ha entendido lo redituable que puede resultar hacer política en las universidades. Mediante una intervención sistemática en los planteles, sus promotores han buscado conformar un ejército de intelectuales que opere a lo largo y ancho de nuestro continente y que, con formación política y académica, y apoyo de grandes capitales, busque corroer paulatinamente los principios de solidaridad y justicia social impulsados por las izquierdas de América Latina, sin importar que eso signifique llegar a minar la democracia en el nombre de lo que conciben como libertad.

Como en más de 100 países del orbe, SL opera también en México desde hace años. En este tiempo ha construido vasos comunicantes con organizaciones de derecha –opositoras al lopezobradorismo– como la Coparmex, el PAN y otras asociaciones privadas. Ha incorporado a su estructura a jóvenes de universidades como UNAM, UAM, UAdeC o el Tecnológico de Monterrey. Colabora, además, con organizaciones civiles de magnates mexicanos y funciona como espacio de creación de cuadros políticos para su causa. SL se aleja del canon de lo que es concebido como conservador por parte importante de la izquierda nacional: participa en las marchas del orgullo LGBT+; promueve el feminismo liberal; promueve la liberación del mercado de cannabis y asiste a la Cámara de Diputados para intervenir en encuentros juveniles u organizar “encuentros por la libertad”. Su agenda crece en la medida en que el mercado puede incorporar a sus engranajes de rentabilidad la diversidad de expresiones culturales e incluso las luchas colectivas, siempre que las bases del capitalismo (la explotación del trabajo y la expoliación de la naturaleza, con la consecuente desigualdad que esto genera) no sean cuestionadas.

En México no han surgido aún perfiles como Ghersi o Karaguri. Sin embargo, el replanteamiento de la 4T respecto de elementos de política energética, laboral o exterior ha generado rechazo significativo en sectores dominantes que todavía no se habitúan a tener que lidiar con un gobierno con legitimidad social y retórica popular, algunos vinculados a SL.

Como en Perú o Brasil, los intelectuales del capitalismo han mostrado una gran vocación para disputar la hegemonía en el debate público, incluso en momentos donde la correlación de fuerzas no les es favorable.

Aprendamos de la experiencia ­latinoamericana.

* P rofesor FFyL/UNAM

@MaurroJarquin

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