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Cultura

2022-12-11 08:16

Frida Kahlo y Diego Rivera / Elena Poniatowska

El Museo Dolores Olmedo, ubicado en la alcaldía de Xochimilco, se inauguró en 1994.
El Museo Dolores Olmedo, ubicado en la alcaldía de Xochimilco, se inauguró en 1994. Foto Luis Castillo

Ciudad de México. ¿Qué pasó? ¿Por qué cerró el Museo Dolores Olmedo?

Yo llevé a mis niños. Fue la primera vez que vieron un pavorreal.

Ir el domingo al Museo Dolores Olmedo era la ilusión de muchas familias, incluso algunos grupos de jubilados bailaban al aire libre en el gran jardín. También en el restaurante servían comida de todos los estados de México. Cada mes de noviembre, los habitantes de La Noria-Xochimilco esperaban la megaofrenda de muertos que hace años comenzó Diego Rivera con calacas de cartón.

¿Qué pasó? ¿Por qué cerró el museo al público? ¿Están vivos los xoloitzcuintles? ¿Dónde están los pavorreales?

¿No donó doña Lola Olmedo, la gran amiga de Diego Rivera, su colección al pueblo de México?

Es manejo de colecciones en este país, según Evolet Aceves egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien vive en Alburquerque; habla del silencio de las autoridades culturales y la falta de información como una de sus preocupaciones por el cambio del Museo Dolores Olmedo al antiguo espacio que antes ocupaba la Feria de Chapultepec, que todos veíamos desde el Periférico.

Para mí esa imagen siempre fue el recuerdo de una Montaña Rusa de la que en 2020 cayó un joven al vacío desde su carrito por descuido de los responsables del parque. A raíz de esa horrible muerte, cerró y se desmontaron los juegos.

La colección Dolores Olmedo, de Xochimilco a Chapultepec: el despojo y la impunidad fue el título de la mesa redonda organizada por el grupo Diálogo, Ciencia y Cultura. La periodista Adriana Malvido, el cineasta Nicolás Echevarría, el científico Sergio Arroyo, la académica Graciela de la Torre, la escritora Verónica Murguía y el especialista en legislación cultural Bolfy Cottom hicieron oír su voz ante un público muy preocupado por el futuro y la preservación de la gran herencia cultural de nuestro país que a veces parece tambalearse.

En el verano de 2021 se anunció que el Museo Dolores Olmedo formaría parte de las atracciones del parque de diversiones Aztlán. A este espacio se le destina una inversión de 3 mil 639 millones de pesos y tiene la expectativa de generar 6 mil 60 empleos. El acuerdo es el resultado de la asociación de los descendientes de la mecenas Dolores Olmedo con Aztlán, parque de diversiones que sustituye a la Feria de Chapultepec.

Se firmó un acuerdo con el gobierno de la Ciudad de México para exhibir las piezas de la colección de Lola Olmedo por 40 años.

Mi informante, Áxel Vega, me explica que la montaña rusa era única en el mundo porque era de madera. Según él duró, 56 años y era parte del paisaje que todos admirábamos al pasar por el Periférico. Su retiro resultó irreparable porque era una pieza muy bella, y ahora no queda ni un poste ni un bache de una obra de arte que todos veíamos con gusto y algunos con miedo.

¿Cuántas cosas más vamos a perder?

Ahora se cuestiona la pérdida de la colección Dolores Olmedo porque, según Adriana Malvido, existe un documento que estipula que “el museo no podrá cambiar claramente de nombre ni de domicilio”. Se trata de la última versión del documento, firmado por la propia Lola Olmedo en 2002.

Ni los pavorreales, ni los perros xoloitzcuintles y su descendencia, ni la biblioteca de 3 mil 500 volúmenes, ni la galería de arte que exhibe el precioso retrato del rostro de Pita Amor; todo el conjunto pictórico de La Noria y las alhajas diseñadas por Diego Rivera forman parte del donativo que hizo Dolores Olmedo al pueblo de México.

Para nosotros, los visitantes, y para quienes vienen cada año a la capital, las puertas cerradas del Museo Dolores Olmedo son una verdadera ofensa. Hace dos años que no se abren al público, aun cuando el acervo Kahlo-Rivera “se renta en 450 mil dólares a museos en el extranjero”, según los expertos. “Un fideicomiso irrevocable garantiza la permanencia del Museo en Xochimilco”.

La colección del Museo Dolores Olmedo agrupa aproximadamente 600 piezas de distintas culturas mesoamericanas, principalmente la maya. El recinto se encuentra en la ex hacienda La Noria, que data del siglo XVII, llamada antes Rancho de San Juan La Noria. El museo abrió sus puertas por vez primera el 17 de septiembre de 1994 y a partir de ese momento acudieron turistas del extranjero y de nuestro país.

La Noria, con la presencia de Diego y de Frida, convirtió al pueblo de Tepepan en un centro turístico al que todos acudimos. Fue el paseo dominguero de muchas familias, lugar de encuentro de estudiantes y punto de referencia para quienes ya conocían Xochimilco, llamada la Venecia de América.

Recuerdo que en 2002, el 8 de agosto, entrevisté a Lola Olmedo, quien me dijo: “He tenido cuánto he querido”. Diego la tuvo en gran amistad y por eso Lola Olmedo pudo gestionar exposiciones en diversos museos de Europa. También ella se responsabilizó de una parte de la obra de Frida Kahlo. La colección tiene 43 piezas de Angelina Beloff, primera mujer de Diego Rivera y la que le dio su único hijo, quien murió en París durante la Primera Guerra Mundial… (Más tarde Diego habría de tener dos hijas, Lupe y Ruth, con la extraordinaria Lupe Marín.) Su hija mayor, Lupe quien cuenta ahora con 98 años, vive en la casa de su primer hijo, Juan Pablo Gómez Rivera.

Cuando el Museo estaba abierto al público se dividía en diversas salas y aún se conserva la cocina original, cuyas paredes están cubiertas de arte popular. Las sandías, última pintura de Diego Rivera, que data de 1957, cuelga ahora en la sala Maya del Dolores Olmedo. La sala Fernando Gamboa, dedicada a su vida y obra, es una exhibición de las asombrosas exposiciones logradas en París y del descubrimiento del arte de vidrio, hojalata, cartonería y, sobre todo, pintura reunida por Diego y Frida. En la sala 8 se encuentra el retrato de Guadalupe Amor que se exhibió por vez primera en 1957 en Bellas Artes, en medio de las sonrisas de Miguel Alemán, quien era muy coqueto.

Tuve el privilegio de visitar en Acapulco la casa de Diego Rivera, la Casa de los Vientos, que restauró Alejandra Frausto, y admiré una serie de 20 paisajes del atardecer en Acapulco, 20 puestas de sol como 20 despedidas, porque según los críticos fue lo último que pintó el gran maestro.

En el Museo de La Noria, la sala 9, la de Frida Kahlo, exhibe su Autorretrato con changuito y columna rota. También se conservan escritos de la artista. Según Áxel Vega, el Dolores Olmedo en Xochimilco tiene mucho qué ver con el Anahuacalli, construido por Juan O’Gorman, que tuvo que terminar la arquitecta Ruth Rivera. Alberga la colección prehispánica del gran pintor y su atmósfera recuerda al asombro que causa la Casa Azul de Frida en la calle de Londres en Coyoacán.

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