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El Sueño de Sor Juana, la pesadilla del obispo
¿Q

ué mantiene viva la presencia de Sor Juana Inés de la Cruz en el mundo?

¿Su protofeminismo tatuado en fuego desde el siglo XVII? ¿Su defensa del derecho de la mujer al conocimiento? ¿La calidad literaria excepcional de su obra y su universalidad temática?

O mejor aún: ¿Su lucha contra la censura y su resistencia intelectual? ¿Su exploración de los límites del conocimiento en estos días permeados por la posverdad? ¿Haber iniciado una tradición literaria frente al canon europeo? ¿Su magistral crítica al machismo en forma de sonetos? ¿Su crítica a la doble moral? ¿Su lucha por la libertad intelectual frente al poder dogmático? ¿Su imagen de monja rebelde o de niña prodigio que aprendió a leer a los tres años?

La presencia de Sor Juana Inés de la Cruz se mantiene viva y se ha fortalecido por todo lo antes mencionado. Historia, política y cultura la han convertido no en una figura importante del pasado, sino en un poderoso símbolo del presente.

El pasado 5 de diciembre, la jazzista Magos Herrera presentó en la Catedral de Puebla la ópera procesional Primero sueño, arco acústico que habría hecho sonreír a Sor Juana, tan afecta a estos festejos de lo popular. Ya se había estrenado esta ópera en la Met de Nueva York, en un espacio reducido que contrastó con esta puesta en escena que se desbordó a la plaza entera que enmarca la iglesia.

Magos Herrera no escogió los villancicos que escribió Sor Juana para recordarla, sino su obra mayor, Primero sueño, cuya arquitectura tiene cinco partes: la medianoche, el dormir, el sueño, el despertar y el amanecer, según enumeró Alfonso Méndez Plancarte. El estudioso no dejó de maravillarse con la magnífica simetría de la arquitectura versicular de la silva, que se inicia y concluye con “las dos soberbias imágenes astronómicas y polémicas de la lucha contra la noche con la luz de las estrellas y con la luz del Sol”.

Diego de Calleja, el primer biógrafo de Sor Juana, resumió así Primero sueño en su Fama y obras póstumas del fénix de México, en el remoto año de 1714: “Siendo de noche me dormí, soñé que de una vez quería comprender todas las cosas de que el universo se compone; no pude, ni aun divisas por categorías ni aun sólo un individuo. Desengalada, amaneció y desperté”.

Imágenes y metáforas construyen en 975 versos una alegoría sobre el deseo del conocimiento y la comprensión de que querer saber todo es imposible.

Descubre José Gaos que el Sueño de Sor Juana está “creado en la vigilia, un sueño poético: es la poetización como sueño del sueño vital fracasado”.

Comparto con Octavio Paz la idea de que Sor Juana fue desde un inicio no sólo un genio literario, la mayor aportación americana al barroco, sino una intelectual de primer orden, cuya obra es un “diálogo constante entre la razón y la fe, entre el deseo de saber y la obediencia”. La monja novohispana fue “símbolo de la lucha por la libertad intelectual frente al poder dogmático”, lucha que desde entonces refleja los dilemas del escritor y el intelectual.

La noche barroca de El sueño, el “papelillo”, como lo llamó Sor Junana, está lleno de símbolos, de imágenes, de metáforas. Su “irrefrenable propensión a razonar, argüir, reargüir y demostrar” están presentes en el rumor de sílabas que entretejen los versos para hacernos ver la “aparatosa máquina del mundo”, la contemplación de la naturaleza y la desazón del espíritu.

La obra de Sor Juana fue versátil y profunda. A la poesía lírica, amorosa, filosófica y religiosa sumó una prosa aguda y certera llena de luz, como la famosa Carta a Sor Filotea, y hasta tratados musicales y recetas de cocina, lugar al que recomendaba a los filósofos acudir para conocer mejor cómo se manifiesta el mundo y la vida que contiene.

Lo sabía Sor Juana: no hay cosa más libre que el entendimiento humano. Qué gusto que la cantadora de historias Magos Herrera cante ahora la mayor historia de la monja jerónima; la que nos narra el viaje del alma movida por el deseo de saber. Y qué gusto que lo haga en Puebla, ciudad del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, el malévolo engendro que la atacó. Se deben sacudir sus despojos bajo tierra ahora que se escucha la ópera procesional de Magos Herrera y Paola Prestini Primero sueño, con su barroco rumor de sílabas: “Piramidal, funesta, de la tierra / nacida sombra al cielo encaminaba / de vanos obeliscos punta altiva, / escalar pretendiendo las estrellas”.