Alterficción del catalán Josep Maria Miró // Se presentó en el Jardín Escénico del Bosque de Chapultepec
Martes 9 de diciembre de 2025, p. 3
Yo, travesti, alterficción escrita por el catalán Josep Maria Miró y presentada por la compañía Roberto G. Alonso, reivindica a las disidencias sexuales en un momento en que la violencia contra los integrantes de la comunidad LGBT+ es parte de la cotidianidad.
La puesta fue montada el sábado pasado en el Jardín Escénico del Bosque de Chapultepec, adonde los asistentes comenzaron a llegar una hora antes del inicio. Iban en parejas o en grupos, y no faltaban quienes se besaban las mejillas al reconocerse en la fila.
La obra comenzó con La Diva, interpretada por Roberto, quien contó su experiencia y la de muchas otras travestis, de España y Latinoamérica, que han sido olvidadas por la historia.
Se le unió Jazmine Verdaguer (Jordi Cornudella), con quien desarrolló un diálogo constante acerca de sus referentes artísticos e ideológicos. Ambas eran conscientes de ser parte de una obra, pero seguían el texto. Cada diálogo buscaba rescatar una tradición que ha sido relegada por los sectores más conservadores de la sociedad.
Más tarde, La Diva rompió con su papel y exigió la presencia de Miró. El autor se manifestó a través del cuerpo de Jazmine y, a partir de ese momento, ambas recordaron el instante, fuera de la ficción, en que surgió la trama. Fue durante una llamada: La Diva la contactó en busca de apoyo, luego de que un sujeto la golpeó en la calle.
La conversación se alejó de las anécdotas de travestis del pasado. El relato se enfocó en la experiencia de La Diva, quien afirmó disfrutar cada una de sus decisiones, a pesar de que fue rechazada por su familia y amigos desde joven.
Se habló también del temor y de la pena. Del miedo a morir violentadas, asesinadas por odio, y de la tristeza que sienten al descubrir a personas que han vivido ocultas por no poder expresar su verdadera identidad.
Siempre en los márgenes
La pieza surgió de la necesidad, de Roberto y Josep Maria, de hacer un homenaje a las disidencias. “Siempre ha estado en los márgenes. Incluso en nuestros teatros (en España) es poco habitual que se tome en serio el transformismo”, explicó el dramaturgo al terminar la puesta.
La propuesta es simple: lo travesti no se relaciona sólo con el entretenimiento. Para estos artistas, las personas trans y travestis son iniciadoras de muchas revoluciones sociales, por lo que no se les debe olvidar.
Miró agregó que para su equipo es importante que la memoria de la comunidad LGBT+ no esté ligada sólo a la violencia que se les ha infligido. Su trabajo busca reivindicar a ese sector de la sociedad: “queremos nombres de calles con señoras travestis que nos han hecho felices, que nos han aportado belleza”.
Por su parte, a la pregunta expresa sobre la falta de reconocimiento institucional de los estados ante los crímenes de odio, Roberto respondió: “me parece terrible que aún exista homofobia en la sociedad, pero me parece más terrible la homofobia institucional. No debería suceder, porque está claro que todas, todes, somos contribuyentes, todos pagamos, todos aportamos. Tenemos todos los derechos y deberíamos tenerlos cuando morimos”.
Una muerte sin violencia
“¿Has pensado en la muerte?”, preguntó Miró a La Diva hacia el último acto. La respuesta de su amiga es sencilla. Espera un final digno, en el que quienes la amaron se alegren por su existencia. Desea, sin embargo, no sufrir un final violento como muchas de sus conocidas.
La obra culminó tal como empezó: La Diva iluminada y su voz recitando un discurso político. “Travestíos; quereos; vivid; cantad y bailad conmigo y por mí; haced llegar nuestros himnos, los colores del arcoíris, nuestra alegría a todas partes”.












