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Fentanilo: el factor Zhi Dong Zhang
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esde hace tiempo uno de los temas más complejos en la agendas nacional e internacional ha sido la producción de fentanilo, situación que no sólo ha afectado nuestra relación con Estados Unidos, ha influido en la manera en la que nos proyectamos hacia otros países, ha determinado inversiones extranjeras y sin duda nos ha colocado en una situación comprometida y vulnerable, pero sobre todo ha, de alguna u otra forma, puesto en evidencia la corrupción que ha logrado penetrar en instituciones públicas y privadas.

México ha lidiado con este flagelo durante años, aunque el sexenio anterior se haya caracterizado por una negación sistemática. Y es que recordemos que diversas instituciones gubernamentales insistieron en que no existían “laboratorios de fentanilo” en territorio nacional, minimizando la amenaza de un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína y causante en Estados Unidos, de acuerdo con datos del Centro de Control de las Enfermedades y prevención, de alrededor de 87 mil muertes de octubre de 2023 a septiembre de 2024. A pesar de los datos, la negativa oficial continuó férrea por mucho tiempo incluso pese al sistemático contraste con la realidad.

Sin embargo, desde la llegada del presidente Donald Trump el combate al fentanilo se ha convertido en una bandera electoral. Ha presionado a México y a otros países con aranceles y extradiciones y ha elevado las incautaciones significativamente. Lo que no existía en 2024, ahora es un tema de prioridad nacional para México en 2025.

Con tanta evidencia la narrativa era insostenible y se ha dado un giro de 180 grados, se han destruido laboratorios en diversos lugares, y las noticias de aseguramientos de toneladas de fentanilo en puertos y túneles, así como la detención de múltiples delincuentes, se enarbolan como un indicador del compromiso de la lucha contra el narcotráfico.

¿Dónde estaba la atención hace años? La producción de fentanilo no es un tema reciente; desde 2017, cárteles como el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) diversificaron su portafolio, importando precursores de China y procesándolo en “cocinas” improvisadas. Su importancia radica en la escala, ya que un kilogramo de fentanilo genera millones en ganancias, superando al cannabis, la heroína y la cocaína y grado de adicción y letalidad lo convierte en arma de guerra química contra la sociedad.

En este contexto, la extradición de Zhi Dong Zhang hacia territorio estadunidense, el 24 de octubre de 2025, marca un hito. Este criminal de origen chino, capturado en Cuba tras su fuga del arresto domiciliario en México, enfrenta cargos por narcotráfico y lavado en Nueva York y Georgia. Según la Fiscalía federal de Estados Unidos, Zhang dirigía desde 2016 una red transnacional que operaba en México y Estados Unidos, introduciendo miles de kilogramos de fentanilo, así como cocaína y metanfetaminas.

Su rol es revelador: operaba como puente para el cártel de Sinaloa y el CJNG, rivales pero convergentes en el fentanilo, un negocio tan lucrativo que trasciende pugnas. Zhang suministraba precursores desde China.

Esta entrega, aunada a las de criminales emblemáticos, como Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán y sus hijos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo, y 55 capos, dibuja un panorama complejo, pues frente a la búsqueda de clemencia y ciertos acuerdos, delatan rutas y sobre todo exponen la corrupción en los diferentes niveles gubernamentales; pagos a instituciones policiales y militares, sobornos a servidores públicos y extorsiones a empresarios, entre otros.

Con Zhang y los demás líderes del narcotráfico “cooperando”, las áreas de seguridad y justicia de Estados Unidos podrían exhibir escándalos que comprometan trayectorias, forzando al gobierno de México a tomar decisiones que se habían postergado.

Esta ofensiva forma parte de una gran cruzada estadunidense contra el crimen organizado y el terrorismo trasnacional, articulada en torno a un eje que une Irán, China, Venezuela, Cuba, Colombia y México. Washington ve en estos actores una convergencia: precursores chinos, rutas venezolanas, refugios en Colombia y producción y tráfico mexicanos.

Entre otros, uno de los objetivos es exponer el control que la delincuencia organizada ejerce sobre instancias gubernamentales en los países mencionados, por supuesto que esta lucha busca imponer la agenda del presidente Trump mediante mecanismos multilaterales.

Recordemos que después de la reunión de los presidentes de Estados Unidos y China, el director de la FBI, Kashyap Patel, viajó a China para coordinar operaciones conjuntas.

Este panorama expone la realidad que se confronta en el territorio nacional y que compromete cada vez más la salud, la vida y la seguridad de los mexicanos.

* Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política