La periodista Daliri Oropeza dio a conocer en Guadalajara su libro La resistencia imbatible
Martes 2 de diciembre de 2025, p. 3
Guadalajara, Jal., Los pueblos originarios son un cúmulo ancestral de sabiduría, con una coincidencia absoluta en sus cosmovisiones, sin importar el lugar del planeta del que se trate: la defensa del territorio y el respeto por la madre naturaleza.
Así sucede con el pueblo yaqui y también ocurrió en la Grecia antigua, que entre sus mitos tiene el de la caja de Pandora, de la cual emergió todo lo malo de la humanidad, aunque sobrevivió el espíritu de la esperanza ante tantos males.
La periodista y fotógrafa Daliri Oropeza Álvarez prefiere interpretar ese mito griego como que lo que quedó fue el antídoto contra todo lo malo que salió de esa caja, para ser usado sólo en ciertos momentos y utilizarlo de manera estratégica y así visualizar “un futuro que no sea catastrófico".
Oropeza relata en su libro Yaquis: La resistencia imbatible, que dio a conocer en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que seguirá presentando esta semana en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas y en el café Montenegro, en la ciudad jalisciense, que esa y otras enseñanzas sólo pueden ser transmitidas por quienes han respetado su genealogía y tienen muy presente su herencia.
“Ese antídoto es la esperanza, una fuerza que invita a la acción. No es algo que nos deja estáticos, sino que nos hace caminar, que nos impulsa. También la esperanza es una posibilidad narrativa, que guía las acciones. Sin esperanza la vida se reduce a supervivencia, a sobrevivir en esta maremoto.”
En ese momento de la presentación, la periodista reflexionó sobre la esperanza que nunca abandonó la lucha territorial de los yaquis; se refirió al filósofo sudcoreano Byung Chul Han, quien dice que la esperanza no puede ser vista como optimismo, “porque si la ves así, todo es positivo y entonces ahí te quedas, te quedas estancado en que todo está bien, en que todo es positivo.
“En ver la esperanza y reconocer que están pasando cosas terribles, horribles, tremendas en este país, pero que tenemos la posibilidad de cambiarlo es donde ubico al periodismo y la investigación que hago.”
Refirió que la esperanza existencial, con potencia narrativa, puede guiar los pasos hacia un futuro en el que la dignidad y la vida sean posibles, más allá de los futuros distópicos que la literatura suele abordar.
Añadió que del conocimiento ancestral de los pueblos indígenas se puede reconocer que esta voluntad biológica es potenciadora de una concepción de tiempo distinta.
“Esa voluntad significa que ni el pasado ni el futuro son una línea, sino que se concentran en lo que estamos haciendo ahora; por eso, en el libro van a encontrar este espíritu, esta voluntad de quienes me expresan su lucha por el agua y la tierra, porque vienen los hijos de sus nietos, aunque todavía no han nacido, pero ese territorio y esa agua es de ellos, de los que todavía no están, pero ya es de ellos.”
Oropeza pausa su discurso y enmarca la esperanza en la acción, otra de las coincidencias entre los pueblos originarios, “no sólo los yaquis, sino de otras naciones indígenas”, a quienes agradece la oportunidad de narrar esa acción basada en la esperanza junto con ellos.
Durante la presentación, la periodista también se refirió al plan de justicia para el pueblo yaqui, el cual considera que falló, porque los pueblos siguen sin agua, lo que ha obligado a la emigración y con ello la pérdida de su cultura.
La periodista afirmó que el tema del agua, fuente de vida para el venado, una de sus deidades principales, va más allá de lo cultural y llega a lo político, otra de las aristas que narra el libro al documentar las promesas y la falta de cumplimiento para regresarles sus recursos naturales.
Según lo que ha investigado, la conexión de los ocho pueblos que componen la nación yaqui se da a través del torrente del río, lo que a la larga podría terminar con el resguardo de sus tradiciones y costumbres, con la danza del venado, a la que sólo queda algún danzante nativo, porque “el venado no tiene agua para beber”.
Contó la vida del yaqui Camilo Flores Jiménez, reflejada en el libro, incluida su muerte, ocurrida cuando seguía a la espera del cumplimiento de la promesa de tener agua, compromiso repetido sexenio tras sexenio desde el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas.











