Como en 1913, escoltaron a su comandanta suprema de Chapultepec a Palacio Nacional
Viernes 21 de noviembre de 2025, p. 4
En convulsos tiempos en los que Donald Trump abiertamente amaga con la posibilidad de una intervención de tropas estadunidenses en México –opción vista con entusiasmo por algunos sectores opositores–, la comandanta suprema del país apeló a la lealtad de sus fuerzas armadas.
“El que convoca, el que piensa que aliándose con el exterior tendrá fuerza, se equivoca”, rubricó la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo desde el epicentro político y social de la nación: el Zócalo capitalino, donde días antes se escenificó la autodenominada marcha de la generación Z, que concluyó en actos violentos y excesiva respuesta policiaca.
El desfile del 115 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana fue el marco para que los militares ratificaran su compromiso con la patria y con su comandanta, tal como hicieron en 1913, al escoltar al presidente Madero desde el Castillo de Chapultepec hasta las puertas de Palacio Nacional, en la Marcha de la Lealtad, histórico capítulo reivindicado en la jornada de ayer.
En la pletórica plaza se escenificó a la par la reconciliación de los tres poderes de la Unión.
Acompañaron a la mandataria, en lugares centrales del templete de honor, las presidentas de la Cámara de Diputados, Kenia López (PAN) –quien usó una chalina azul–, y del Senado, Laura Itzel Castillo (Morena), y el titular de la Corte, Hugo Aguilar –con elegante guayabera–, lo que representó el regreso de un líder del máximo tribunal del país tras el divorcio entre la 4T y el anterior liderazgo del Poder Judicial.
Sheinbaum cumplió el protocolo que dicta la ley y, en una emotiva imagen, abordó un vehículo castrense en el que, flanqueada por los mandos militar y naval, general Ricardo Trevilla y almirante Raymundo Morales, pasó revista de las tropas, que más adelante representaron varios pasajes de la lucha iniciada hace 115 años.
Consumado ese paso, tomó la voz y aludió a paralelismos para equiparar sucesos del contexto actual con varios episodios de la gesta revolucionaria que puso fin a 34 años de dictadura de Porfirio Díaz, que sentó las bases del México contemporáneo y fue pionera mundial en la reivindicación de los derechos sociales, los postulados democráticos y la defensa de la soberanía y la independencia.
En línea con su antecesor –Andrés Manuel López Obrador–, la mandataria recurrió a pasajes históricos para responder a los intentos de la oposición de desestabilizar su gobierno.
Destacó la herencia democrática maderista y la contrapuso con el régimen porfirista, caracterizado por “la opresión, el autoritarismo, los privilegios y la simulación electoral”.
Porfiriato y ultraderecha
Comparó el porfiriato con las posiciones de ultraderecha que tratan de tomar forma en México y apuestan “por el despojo, el exterminio silencioso, la esclavitud, el silencio de la prensa, la simulación democrática y la paz impuesta”.
En presencia de miles de elementos de las fuerzas armadas, de prácticamente todos los miembros de su gabinete –con la evidente ausencia del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch– y cientos de ciudadanos que se dieron cita en la principal plaza del país para testificar la celebración, la Presidenta ratificó que “se equivocan” aquellos que convocan a la violencia, alientan el odio o aspiran a la intervención extranjera.
“Cuando un pueblo reconoce su historia, su dignidad y su fuerza, defiende sus conquistas. Por eso hoy, con la fuerza de nuestra memoria colectiva, afirmo: ¡México no volverá a caminar hacia atrás!”
En los nuevos tiempos de la nación, con su primera mujer presidenta, reclamaron una evocación especial. En un hecho inédito, el secretario de la Defensa equiparó durante su discurso la relevancia y fuerza de las mujeres revolucionarias con las de los líderes varones mitificados a lo largo de más de un siglo.
A la visión democrática de Madero, los ideales de Zapata, la gallardía de Villa, el institucionalismo de Carranza, la rebeldía de los hermanos Flores Magón y la inteligencia militar de Felipe Ángeles, el jefe de la Defensa –que responde a la primera comadanta suprema del país– homologó a mujeres cuya convicción y patriotismo las ha hecho trascender incluso a las omisiones de las que por décadas fue la historia oficial.
“Entre las mujeres resplandece el ejemplo de quienes, con una fuerza que desafió su tiempo, se convirtieron en precursoras imprescindibles de la Revolución, como Sara Pérez Romero y Carmen Serdán; otras que combatieron en el campo de batalla, como Rosa Padilla Camacho y Amelia Robles, así como las que curaban heridos y alimentaban a los combatientes, como Sara Perales y Refugio Esteves; además de maestras y periodistas, como Hermila Galindo Acosta y Juana Belén Gutiérrez, que con sus plumas, sus voces y sus inquebrantables convicciones esparcieron ideas de cambio que resonaron más fuertes que los cañones en el campo de batalla.”
A diferencia de otros desfiles por el 20 de noviembre, en el de ayer se redobló el operativo de seguridad. Todo el primer cuadro de la ciudad fue cercado por miles de policías que se apostaron en calles aledañas al Zócalo y más allá, hacia los cuatro puntos cardinales.
Incluso, en la Plaza de la Constitución, durante el paso del desfile, se alinearon dos filas de elementos del Ejército y la Guardia Nacional, vigilantes del graderío donde se acomodaron los ciudadanos que acudieron al festejo.
Por primera ocasión en años se acortó el trayecto de los contingentes militares que marcharon. En lugar de concluir en el Campo Marte –donde tradicionalmente se hace–, la meta fue el Monumento a la Revolución.
Esto, ante el amago de una nueva marcha de la generación Z, que se convocó en redes sociales para ir del Ángel de la Independencia al Zócalo, pero al final se frustró, con una baja participación de manifestantes. Apenas un reducido grupo llegó al Zócalo, sólo para tomarse la foto del recuerdo frente a Palacio.











