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Raúl Barrera impulsa la creación de museos de sitio subterráneos en el Centro

Para el arqueólogo del INAH, estos recintos “son una solución para difundir parte de nuestra herencia”

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▲ Piezas y restos de edificaciones prehispánicas localizadas durante trabajos de excavación en el predio ocupado por el Centro Cultural de España, en Guatemala 18, en el Centro Histórico capitalino.Foto Luis Castillo
 
Periódico La Jornada
Martes 18 de noviembre de 2025, p. 3

El arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez, director del Programa del Arqueología Urbana (PAU) desde 2007, con casi 40 años de trayectoria, no duda en tomar “el pico y la pala” para excavar, además de que impulsa la creación de “museos de sitio subterráneos” en espacios con condiciones que permitan conservar, proteger y exponer los vestigios mexicas y coloniales que se descubran en el área circundante del Templo Mayor de Tenochtitlan.

Estos hallazgos, que quedan abiertos y expuestos, son conocidos como ventanas arqueológicas, de las cuales existen alrededor de 42 en el Centro Histórico, pero Barrera Rodríguez ha desarrollado “sobre el camino” una propuesta que dio forma a los museos de sitio subterráneos, convirtiéndolos en espacios con restos prehispánicos y precolombinos en salas que integran un discurso museográfico.

Es decir, en los sótanos de inmuebles públicos o privados, además de las estructuras in situ, son seleccionados objetos hallados en el mismo lugar y algunos son colocados en vitrinas; además, se complementan con cédulas informativas y se proyectan videos con la historia del mismo lugar.

Otro aspecto relevante es que personal asiste a los visitantes como sucede, desde el 26 de enero de 2012, en el Centro Cultural de España (CCE), donde se encuentran los restos de un cálmecac o escuela para los hijos de los nobles mexicas.

“En el CCE se exponen 87 materiales producto de las excavaciones, incluidas dos de las siete almenas que se encontraron aquí; los elementos están distribuidos en cinco ejes temáticos y comprenden piezas de la época prehispánica, colonial y moderna.”

En la exhibición, que es un recorrido histórico, con guion y selección de piezas del mismo Barrera, destacan cuchillos de pedernal, cajetes, vasijas y una mandíbula humana esgrafiada, entre otras piezas, como las apenas visibles huellas de los pies de un antiguo poblador.

El director del PAU, instancia adscrita al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), está convencido de que “los museos de sitio subterráneos son una solución que tenemos en el Centro Histórico para mostrar parte de nuestra herencia bajo los parámetros de que se deben conservar y proteger” los vestigios arqueológicos.

Destaca el Huei Tzompantli

Otro espacio que tiene un discurso museográfico, dijo, “es el vestíbulo de acceso al Templo Mayor; también trabajamos en la Casa del Marqués del Apartado, en 2018, donde existía ya una escalinata que excavó don Leopoldo Batres en 1901, la cual es la primera ventana arqueológica, pero estaba en malas condiciones, la volvimos a restaurar”, y en un futuro también se dará acceso al público; está ubicada en la calle República de Argentina número 15.

Otro espacio contemplado para hacer público, aunque aún se evalúan condiciones de seguridad y conservación, es el del Huei Tzompantli detectado en 2015 en la calle de Guatemala 24.

“Este edificio fue dedicado a Huitzilopochtli, numen tutelar y solar de los mexicas, donde eran exhibidos los cráneos de los individuos sacrificados como dones a la deidad.”

Barrera detalló: “el primer indicio que tuvimos de que sí existía resultó de un sondeo arqueológico que nos permitió hallar cerca de 11 mil fragmentos de cráneos; después se encontró la esquina noreste del Huei Tzompantli, así como el muro y los orificios donde eran plantados los postes, y de repente nos apareció una torre circular de cráneos, lo cual generó más investigaciones”.

Hasta ahora “hemos localizado 655 cráneos, de los cuales hemos levantado 214 como muestra; quizás en algún momento habrá que retirar más, pero es importante dejar una reserva para investigaciones futuras. Hemos registrado porcentajes altos tanto de cráneos de sexo masculino como del femenino. Me atrevería a decir que los mexicas sacrificaban casi por igual; estamos en el proceso de determinar quiénes eran esas personas; tal vez, fueron foráneos. Además, uno por ciento de cráneos son de niños”.

Puntualizó que “es importante la conservación del Tzompantli; sobre todo hay que considerar que esa evidencia arqueológica significa algo sagrado, porque son restos de seres humanos que tuvieron sueños, alegrías y anhelos, como nosotros.

“Esperamos mostrar este espacio al público, pero de manera muy controlada. Nos va a llevar un tiempo lograr este propósito, porque nuestra finalidad es la conservación de los cráneos, sobre todo porque luego de que son excavados comienza su deterioro irreversible, ya que en el subsuelo se encontraban en un ambiente estable que ahora hay que estabilizar.”

Actualmente, “estamos enfocados en la conservación y en estudios que determinarán la procedencia de los individuos del Tzompantli. Los análisis se realizan con el proyecto de isótopos estables, en colaboración con universidades y el financiamiento de la Secretaría de Cultura. Es importante comentar que en las investigaciones sólo nos sirve el primer molar, donde está almacenada la información del lugar donde nacimos; además, sabremos la antigüedad de la torre del Huei Tzompantli en sus diferentes etapas tras los estudios realizados con carbono 14”.

Barrera sostuvo: “mi interés es regresar a la gente su pasado y que se apropie de él; la cuestión es que no siempre se puede exhibir todo, porque existen determinadas condiciones que se deben cumplir, así como atender las medidas de seguridad” que se requieren en el entorno.

Desde que Eduardo Matos Moctezuma fundó el PAU, en 1991, surgió como derivación del Proyecto Templo Mayor.

“Nuestra labor ha sido hacer intervenciones de rescate y salvamento arqueológico, así como dar seguimiento a las obras de rehabilitación de edificios históricos y de los trabajos que se llevan a cabo en la vía pública”, en el área circundante al recinto sagrado de Tenochtitlan, el cual tuvo 78 templos, según fuentes históricas.