Economía
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Académico: programas sociales no son gestos de buena voluntad, son estabilizadores de la economía
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▲ Programas sociales sirven para disminuir la desigualdad, asegura especialista de la UNAM.Foto @GobCDMX
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de noviembre de 2025, p. 15

Mauro Rodríguez García, autor del libro Crisis y ciclos económicos y catedrático de la UNAM, defiende el papel clave de los programas sociales como estabilizadores automáticos de la economía, no sólo como gestos de “buena voluntad”, sino como herramientas concretas para contrarrestar los efectos de las crisis y reducir la desigualdad estructural que genera el modelo capitalista.

“Los estabilizadores son medidas de política económica que buscan revertir los impactos nocivos de una caída en la demanda agregada”, explicó Rodríguez.

En México, donde la desigualdad es endémica, estos mecanismos incluyen becas universales para estudiantes, apoyos a madres solteras, pensiones para adultos mayores y personas con discapacidades o enfermedades graves.

“Levantan el consumo cuando ha colapsado, porque el sistema genera desigualdad en el tiempo”, argumentó el académico en una conversación sobre su libro, enfatizando que tales programas inyectan recursos directamente a los sectores vulnerables, impulsando la actividad económica y atenuando la pobreza.

Más allá de los ejemplos locales, Rodríguez citó los “servicios de interés económico general” en Europa –como energía eléctrica, agua potable y correos a precios mínimos o cero para bajos ingresos–, que funcionan como estabilizadores para garantizar acceso a bienes esenciales. “En México hay miedo a las políticas anticíclicas”, lamentó, aludiendo a la reticencia de antiguos gobiernos a expandir estas intervenciones por temor a desequilibrios fiscales.

El especialista profundizó en la génesis histórica del concepto de “crisis” económica, cuestionando su desaparición en la literatura contemporánea. “Pocos autores hablan de crisis; prefieren recesión o Gran Depresión”, señaló.

Rodríguez recordó que el término fue relegado en 1920 por el economista Wesley Clair Mitchell, quien en un compendio estadístico lo sustituyó por “recesión” para suavizar sus connotaciones disruptivas. “En esos tiempos, los gobiernos del mundo buscaban dominar sin admitir la inestabilidad inherente al capitalismo”, ironizó, conectando esto con la era de políticas imperiales que aún persisten.

Rodríguez trazó los ciclos económicos hasta el siglo XIX, cuando economistas como Saint-Simon observaron interrupciones en el “flujo” productivo: expansiones seguidas de contracciones, booms y depresiones. “La economía industrial generó crisis recurrentes, explicadas inicialmente por el subconsumo: los obreros pobres no consumen lo producido, pero el problema radica en que los capitalistas no gastan sus excedentes”, detalló.

Enfatizó en que autores marxistas de hace un siglo, como Rosa Luxemburgo, describieron estos ciclos como inherentes a la plusvalía, un concepto que la teoría neoclásica –dominantes en las aulas– ignora al reducir a los humanos a meros “consumidores y productores” sin relaciones sociales de producción.

“Hay alternativa: cambiar el modelo”, propuso el catedrático.

No se trata de eliminar el excedente económico, sino de generarlo sin el móvil de la ganancia privada. “En una economía socialista, el excedente se usa para el crecimiento social y satisfacer necesidades colectivas”, dijo, recordando intentos fallidos por cuestiones políticas, pero insistiendo en su viabilidad a largo plazo, quizá en 50 o 100 años.