Capital
Ver día anteriorDomingo 2 de noviembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Belleza monumental
E

stamos en las conmemoraciones del Día de Muertos, una de las tradiciones más bellas de nuestro país y que no sólo se conserva totalmente viva, sino que cada año toma más auge. Por sus numerosos valores culturales, ha sido declarada por la Unesco Patrimonio Intangible de la Humanidad.

En la Ciudad de México se realizan varios desfiles, incluso uno copiado de una película de James Bond; sin embargo, aquí ya lo hicimos nuestro y lo ampliamos con otros de catrinas y alebrijes gigantes. Estos últimos se quedaron adornando estos días el Paseo de la Reforma.

Las ofrendas proliferan año con año y conviven con las tradicionales, como la que desde hace varias décadas instala la Universidad del Claustro de Sor Juana, que siempre es una belleza monumental.

Su nuevo rector, Rafael Tovar López Portillo, continúa con la costumbre y la institución se luce con la ofrenda dedicada a Amalia Hernández, fundadora del Ballet Folklórico de México, ya que este año se cumplen 25 de su fallecimiento. En 1961 obtuvo el primer premio otorgado a grupos de danza dentro del Festival de las Naciones en París y a partir de entonces se hizo famoso en todo el mundo.

Ella rescató las raíces más profundas del país para proyectarlas con una visión contemporánea, en una obra tejida de colores, ritmos y gestos, símbolos vivos del espíritu creativo nacional. Comenta el Claustro que “más que una ofrenda, este altar es un espacio de encuentro entre la memoria y el arte, una creación colectiva donde estudiantes, artistas y especialistas en cartonería, escenografía y vestuario dan forma al diálogo entre vida, muerte y cultura”. Convierte la tradición en una experiencia estética y reflexiva.

El altar se monta en la hermosa capilla del antiguo convento de San Jerónimo, donde profesó como monja y falleció Sor Juana, por lo que en su memoria la universidad lleva su nombre. La ofrenda la preside la calaca de Amalia Hernández, portando un excepcional huipil bordado, sentada en las gradas de la capilla-auditorio que lleva como nombre “El Divino Narciso” –una de las obras más célebres de la “décima musa”–.

En el escenario aparecen como pieza central tres calacas bailarinas muy bien ataviadas, con finas blusas bordadas, en pleno movimiento, enarbolando sus amplias faldas. Por supuesto, las flores de cempasúchil tienen un papel central y sobre ellas aparecen elementos característicos de las ofrendas y en los alrededores varios personajes como músicos, una bordadora y un tramoyista, todos magníficamente ataviados.

La ofrenda es una propuesta estética, con un diseño sonoro inmersivo que conjuga la añeja costumbre y la vanguardia y nos invita a recorrer un México que se mueve, que canta y que recuerda. La danza como ofrenda, el color como voz, la memoria como movimiento. El tejido, la flor y el traje se convierten en una coreografía visual que celebra la vida como danza perpetua.

Explican los organizadores que la indumentaria ocupa un lugar central, no sólo como adorno escénico, sino como lenguaje simbólico que narra identidades, territorios y memorias. Los trajes y bordados que evocan al Ballet Folklórico se reconfiguran aquí como metáforas de resistencia cultural, belleza y pertenencia. Es un auténtico espectáculo que vale la pena visitar. Va a estar abierto al público hasta el 7 de noviembre; la entrada es por Izazaga 92.

De paso puede ver el sobrio féretro de madera que conserva los que se cree que son los restos de Sor Juana, que aparecieron junto con los de otras monjas cuando se restauró el lugar. Hay varios retratos y la reproducción de su mesa de trabajo con ella escribiendo y su biblioteca detrás.

Y no está de más un vistazo a los patios que sobreviven, entre otros, el principal, que es de los más grandes de la ciudad y la Celda Contemporánea, que conserva restos del convento del siglo XVI que los van a sorprender.

Aprovecho para mencionarles que aquí se va a llevar a cabo el Segundo Congreso Internacional de Gastronomías y Cocinas para el resto del siglo XXI, del 13 al 15 noviembre, con el tema:”Gastronomía social: Retos sociales, económicos y culturales de la alimentación”. Va a estar muy interesante, con muchos ponentes que abordan una gran variedad de aspectos de la fascinante temática.

Volviendo a la Ofrenda, antes de la visita, para comenzar el día con tradiciones, hay que ir a desayunar unos tamales con su chocolate espumoso al Café de Tacuba, en el número 28 de esa calle, y terminar con un buñuelo crujiente con su miel de piloncillo.