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Desde el otro lado

En la ruta de la incertidumbre

L

a incertidumbre es uno de los dolores de cabeza de los estadunidenses debido a las ocurrencias y sorpresas que su presidente les asesta a diario. Son incontables y abrumadoras: la migración, los impuestos, el plan de salud, los aranceles, la ocupación de ciudades por las fuerzas armadas, sus venganzas, etcétera. Su cruzada por reinventar o, para decirlo mejor, destruir las bases legales y democráticas, corresponden simbólicamente a su decisión de demoler una sección de la Casa Blanca en la que es huésped, mas no dueño. La imagen que ha recorrido el mundo de máquinas destruyendo una sección es un símil con su demolición de la democracia.

Con todo y su gravedad, el perjuicio se había circunscrito a los asuntos domésticos de su país y de las relaciones diplomáticas y comerciales con otras naciones. El problema es que ahora ha decidido convertirse en el sheriff mundial y ajusticiar a por lo menos a 40 personas que en 10 embarcaciones navegaban en aguas internacionales por el supuesto de que transportaban drogas. Además de una clara violación del derecho internacional, aplicar las leyes de su país fuera de sus fronteras va en contra de sus propios ordenamientos constitucionales que establecen la obligación de probar la culpabilidad de alguien, más allá de cualquier duda, y la celebración de un juicio en el que acusado tenga la posibilidad de defenderse. Sin pruebas fehacientes y sin proceso, Trump ordenó destruir de forma sumaria las embarcaciones en aguas sudamericanas, incluidos sus tripulantes, por la simple sospecha de que transportaban drogas rumbo a Estados Unidos. Nadie está en contra de castigar el narcotráfico, pero acciones como esa que, sin una guerra declarada, se ataca a naves de otra nación, constituyen un peligroso antecedente. Cualquier persona en cualquier parte pudiera ser asesinada por sus misiles bajo la pretensión de que comete un delito contra Estados Unidos.

La semana concluyó con dos anuncios desde lo que queda de la Casa Blanca. Alarman por las secuelas que tendrían a escala internacional: la decisión de Trump, un poco tardía, de imponer sanciones a dos grandes petroleras rusas en respuesta a uno más de los incontables ataques de Putin contra Ucrania. Otra es la peregrina ocurrencia de suspender pláticas comerciales con Canadá porque circuló un video en el que hace medio siglo Reagan expresó una consigna que Trump, según su peculiar forma de pensar, consideró contradictoria a sus dictados. Es una incógnita cuánto durarán sus ocurrencias y cuándo, como ya es común, se retractará de ellas.