Lunes 13 de octubre de 2025, p. 5
Guanajuato, Gto., Con sus gaitas y tambores, el llamado Batallón de San Patricio congregó en su paso por algunas calles del centro de Guanajuato a unas 600 personas que disfrutaron la herencia escocesa y algunas piezas célebres del repertorio mexicano.
El recorrido musical, que en el contexto del Festival Internacional Cervantino se realizó al mediodía caluroso de este domingo, logró entusiasmar a viandantes que batieron palmas, bailaron y gritaron su reconocimiento a la agrupación de tintes marciales, pero que interpretaron canciones como El torito; Huapango, de Moncayo; Cielito lindo, y La cucaracha.
Desde la Plaza Allende y hacia el teatro Juárez, el recital concitó frente al teatro Cervantes y la enorme figura del Quijote una multitud compuesta por mexicanos y extranjeros que desde casi el primer acorde se dejaron envolver por la evocación de tintes potentes.
A su paso, fueron incluyendo a un pequeño contingente convencido por la evocación de ánimo militar, pero también de campiñas y tierras altas, del frío de inviernos diferentes, de verdores particulares.
Los 10 intérpretes, uno de ellos ciego, dividió a su paso la marea de gente que pulula por las calles céntricas de este fin de semana y a muchos los sumó a su cauda.
“Hay tanta gente que no voy a alcanzar a ver”, lamenta una mujer que embelesada se incorporó, entre tantos que intentan tener la mejor vista y la foto más acabada.

La música de gaitas con facilidad engancha a los mexicanos, acostumbrados a las expresiones de música de calle en todo el país. Y concita la curiosidad extranjera. Acompañan el ritmo con aplauso en la caminata.
Las estrechas calles son caja de resonancia natural y desde pasillos más elevados hay observadores que se unen al regocijo. Uno grita a un conocido en el cortejo: “es su primer Cervantino después de 60 años”, aunque algo suena erróneo para esta edición 53.
En la parada frente al Museo Iconográfico del Quijote, el batallón recibe un estruendoso aplauso y retribuye con el ensayo: Cielito lindo, coreado por los presentes. La emoción del “canta y no llores porque cantando se alegran cielito lindo, los corazones”.
“Gracias” y “¡Qué viva San Patricio!”, así como un disonante: “Arriba la paz del mundo y arriba mi abuela”, continúan los vítores y ovaciones.
Ya más adelante se convirtieron en una sorprendente aparición para los paseantes en el Jardín de la Unión y frente al teatro Juárez. Ahí escanciaron su repertorio con un popurrí mexicano que incluyó El rey, El torito, Huapango, La cucaracha y nuevamente Cielito lindo.
Concluye el concierto móvil y se disgregan los transeúntes; llevan una sonrisa y las palmas coloradas del calor y aplausos. En la última pieza se cuelan las campanadas de Catedral. Es la una de la tarde.