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Laura Restrepo reflexiona acerca del genocidio y la actitud antimigrante en EU

Su más reciente libro, Soy la daga y soy la herida, es una narración paródica de los tiempos actuales

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▲ La escritora colombiana Laura Restrepo durante la entrevista con La Jornada en la Ciudad de México.Foto Jair Cabrera
 
Periódico La Jornada
Jueves 9 de octubre de 2025, p. 4

La escritora colombiana Laura Restrepo se preguntó qué hacer en torno a la situación de genocidio en Gaza y sobre la política antimigratoria en Estados Unidos. Eso derivó en la novela Soy la daga y soy la herida (Alfaguara), donde explora a partir de la ficción “el absoluto irrespeto por la vida que prima hoy en el mundo”.

La narradora, quien presentó ayer en México su texto e inaugurará el sábado la Feria Internacional del Libro Monterrey, dijo a La Jornada que se trata de una narración paródica de los tiempos actuales, “escrita con toda la angustia y toda la rabia ante esta situación innombrable de borrar a un pueblo entero del planeta”.

En torno a la Global Sumud Flotilla, que llevaba ayuda humanitaria para Gaza y fue interceptada y sus integrantes detenidos por Israel, ironizó que los barquitos continuaron adelante mientras los grandes barcos de guerra de España e Italia dieron media vuelta.

Restrepo (Bogotá, 1950) afirmó: “hay mucho coraje y valor en la flotilla, un símbolo poderosísimo antigenocidio, humanista y de lo que nos enseña la misericordia: alimentar al hambriento y dar de beber al sediento; es ecología y es cultura. En esos barquitos va el futuro”,

La agresión contra los palestinos la hizo pensar en hacer un texto de “burleteo a esos tanatócratas que definen la vida y la muerte”.

El primer personaje que imaginó fue Abismo, un dios y gran sátrapa, un payaso grotesco, pero todopoderoso que, según su capricho, dice a quién hay que matar. Luego imaginó a Misericordia Dagger, un verdugo al servicio del primero.

Restrepo comentó que Misericordia inventa el género literario “brutal noir”, que sería la novela sobre genocidio y cuyos ingredientes son el terror y el humor. “Es un poco un juego de literatura dentro de la literatura”.

Ese protagonista, continuó la narradora, “me servía para hacer burla al poder omnipotente y a los déspotas de turno. Es impecable, absolutamente profesional y nunca falla. Incondicional de Abismo, hasta que conoce a Dix por casualidad y queda flechado. Interviene el amor, que rompe la burocracia de la matanza.

“Dix es campeona de natación, figura pública en el país, la conocen como la Sirena Nacional. Misericordia es un tipo cuarentón, demasiado profesional y estoico para ser un viejo verde, pero es el deslumbramiento con la juventud y la belleza de la muchacha. Cita a Visconti con Muerte en Venecia: ‘la belleza, si herida, dos veces belleza’.”

La novelista reseñó que su texto es también una “oda a las abuelas, porque está la abuela de Misericordia Dagger, quien lo crió y a quien ama, de donde él saca el reato de conciencia que le hace plantearse la posibilidad de rebelarse contra lo inexorable del mal y de la muerte. Me parecía divertida también la relación de Dix con su abuela, quien no la deja nadar para que no le pase nada”.

Laura Restrepo, quien vivió muchos años en México, se interesó en reflejar el humor del país en su novela, el de un pueblo “que sabe mirar la muerte a la cara, jugar y burlarse de ella”.

Hizo extensiva esta capacidad para fustigar a los genocidas, por medio de que quienes “no tenemos armas ni poder, podemos molestarlos al burlarnos de su ego gigantesco. El dios Abismo es todopoderoso, pero al mismo tiempo es un fantoche. Es una novela con el tipo de humor que aprendí en México”.

La narradora convocó a crear mitos populares que ayuden a las personas a “aferrarse a la rebeldía contra el poder mortífero de los déspotas que nos están gobernando. Lo único que puedo hacer con respecto a este genocidio, que me está comiendo el alma y que me hace vivir con ganas de llorar, es contribuir a la creación de estas figuras míticas”.

La novela Soy la daga y soy la herida no se parece a sus libros anteriores, concluyó Restrepo, porque “el mundo en que vivimos ya no es el de antes. Ahora no hay Dios ni ley. Las normas de convivencia, de respeto por la vida, fueron quebradas. Ni siquiera las convenciones de la guerra quedaron en pie. ¿Cómo escribes en un mundo que ya no es el que tenías ayer? Algo había que inventarse y yo me inventé esto”.