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“Mega-operativo” de la DEA
E

n el ajedrez geopolítico del narcotráfico, todo parece indicar que la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) ha comenzado a mover piezas que podrían continuar golpeando las estructuras nacionales e internacionales (Venezuela-China-Irán) del cártel de Sinaloa.

El 8 de septiembre de 2025, de acuerdo con diversos medios de comunicación, la agencia anunció un operativo internacional que dejó 617 detenidos, más de 10 toneladas de drogas incautadas y un botín de 11 millones de dólares en efectivo, sin dar mayores explicaciones.

Ejecutado por 23 divisiones nacionales y siete regiones extranjeras, este “megaoperativo” se presenta como un triunfo contra las redes globales del cártel, a quien se responsabiliza de inundar Estados Unidos con veneno sintético.

Pero, ¿es esto un desmantelamiento real o sólo otra ofensiva más? El núcleo de esta operación radica en las declaraciones y traiciones internas del propio cártel, un colapso familiar que la DEA ha explotado con singular maestría.

La aceptación de culpa de Ismael El Mayo Zambada no es un capricho, implica cooperación con fiscales federales, detallando rutas de distribución desde laboratorios en Sinaloa hasta mercados en América, Europa y Asia.

Zambada, traicionado por su propio socio, Joaquín Guzmán López, quien lo entregó a cambio de inmunidad parcial, ha roto el código de omertá que lo mantuvo intocable por décadas. También El Chapo se siente traicionado por su padrino El Mayo Zambada con los testimonios de Rey Zambada y Jesús Vicente Zambada Niebla.

Es así que las declaraciones de El Mayo probablemente permitan el mapeo de alianzas con pandillas, flujos financieros en paraísos fiscales y, por supuesto, la cooperación de políticos, empresarios y altos mandos militares.

Aunque Joaquín Guzmán Loera pudo ser suficiente para hundir en una crisis a muchos países, su legado familiar ha sido el verdadero talón de Aquiles; sus hijos, conocidos como Los Chapitos, lideran la facción más violenta del cártel, ahora teniendo de aliada estratégica a la mafia china.

Y es que no podemos perder de vista que en mayo de 2025, 17 familiares directos, incluyendo la madre de Ovidio y parientes cercanos de El Chapo, cruzaron la frontera en San Diego, entregándose a la FBI y al ICE como parte de un acuerdo negociado con la administración Trump.

México confirmó el traslado, pero lo enmarcó como “negociación humanitaria”, aunque en lo que verdaderamente se traduce es en testimonios sobre información sensible a cambio de asilo o protección.

Esta rendición familiar, orquestada tras la captura de El Mayo, ha proporcionado inteligencia suficiente que impulsó las redadas de agosto, siendo que la DEA ha convertido al cártel en su propio informante.

Sin embargo, los 617 detenidos, desde mulas en Kentucky hasta distribuidores en California y otros países, plantean un enigma inquietante: ¿qué y a quiénes podrían llegar a delatar? Muchos optarán por exhibir sus entornos, pero sus silencios serán estremecedores.

Probablemente, hablarán de la corrupción en todos los niveles, revelarán las conexiones con sus socios estadunidenses, banqueros que lavan millones o farmacéuticas que miran hacia otro lado en el tema precursores químicos y aludirán sobre las operaciones en países aliados.

Esta selectividad no es inocente, es un cálculo que permite a la DEA publicitar victorias mientras la avalancha del narcotráfico apenas se vislumbra, aunque sin duda seguirá durante muchos años.

¿Qué planteará esta avalancha de datos? ¿Estamos empezando a ver la punta del iceberg? La agencia, toda la comunidad de inteligencia y oficinas de la aplicación de la ley acumulan cientos de carpetas, análisis financieros y evidencias satelitales, y aunque el operativo decomisó drogas por valor de millones, desafortunadamente las estructuras persisten. La información podría desatar congelamientos de activos y extradiciones de funcionarios cómplices.

El timón de esta cruzada lo lleva Terrance C. Cole, administrador de la DEA desde el 23 de julio de 2025, confirmado por el Senado.

Terry Cole, con poco más de 20 años en la agencia, conoce México como pocos, se ha desempeñado en diversos cargos clave en la lucha contra el narcotráfico en nuestro país, Colombia, Afganistán y Medio Oriente, pero además se ha destacado por su trabajo de investigación, análisis y operatividad sobre cárteles mexicanos y sus apoyos institucionales.

Este megaoperativo desmantela cárteles y estructuras operativas y financieras de poder, pero no el sistema del narcotráfico; la demanda de drogas persiste y la soberanía de varios países se erosiona.

Con colaboraciones inducidas y movimientos calculados, la DEA y todo el sistema relacionado acumulan poder, pero, ¿verdaderamente se podrán salvar vidas o sólo se exhibirá el poderío estadunidense? El trabajo debe ser bien coordenado o el iceberg puede poner en riesgo a todos.

*Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política