l documental de HBO desclavó profundas heridas de la Iglesia católica con el estreno de Marcial Maciel: El lobo de Dios. El documental expone la pedofilia, dependencia a las drogas, la manipulación de su imagen y el imperio millonario del fundador de los Legionarios de Cristo, con la complicidad de su propia congregación, de altos ministros religiosos, actores en el Vaticano, incluido el propio papa Juan Pablo II.
En esta ocasión, la sociedad y la opinión pública han reaccionado con indignación a las patologías del depredador sagrado. El documental ha despertado un inusitado interés en la opinión pública. La reprobable actuación de Maciel se comenta en reuniones, artículos periodísticos, programas de radio y televisión.
Recordemos que en 1997, la primera denuncia pública de ex legionarios fue obstaculizada por el gobierno de Ernesto Zedillo. El pequeño canal CNI40 fue sometido con un boicot comercial de grandes empresarios. Los periodistas que se atrevían tocar el caso eran reprimidos editorialmente. En cambio, los jilgueros pro Maciel, como Joaquín López Dóriga y Pedro Ferriz, desataban elogios desmedidos y agradecimientos a un religioso que había hecho mucho bien a la sociedad. Repetían el eslogan martillado: “Por sus frutos lo conoceréis”. Maciel reflejó nuestro lado oscuro como sociedad mexicana.
Es evidente que los tiempos han cambiado. Pero ahora, ¿cuál ha sido la reacción de la Iglesia católica? ¿Cómo han respondido los propios legionarios, cuando a todas luces es evidente la complicidad y el encubrimiento a unos de los actores religiosos mexicanos más siniestros?
El Episcopado Mexicano ha guardado silencio absoluto. Ha enmudecido como si la trama y responsabilidad fueran ajenas. Dónde quedan los inflamados mensajes sobre las víctimas del crimen organizado y sus demoledoras críticas a la estrategia de seguridad del gobierno. Aquí también hay crímenes y complicidades en la casa de Dios. ¿Por qué callar los abusos? Por qué persisten los obispos en encubrir a cientos de sacerdotes pedófilos.
Las organizaciones Bishop Accountability (Rendición de Cuentas de Obispos), de Estados Unidos, y Spes Viva, de México, denunciaron desde 2023 a 15 obispos mexicanos encubridores de sacerdotes abusadores. E instaron a las autoridades civiles a emprender juicios penales contra presuntos culpables de pederastia clerical y exigieron al Vaticano transparencia en las investigaciones contra obispos por el posible encubrimiento de esos casos.
Ante el documental, los obispos se hacen “como que la Virgen les habla”, evaden, fingen no darse cuenta, aparentan ignorancia o se hacen los desentendidos ante a una situación en la que tienen absoluta responsabilidad. Ahí están los cómplices Norberto Rivera, cardenal ex arzobispo primado, y Girolamo Prigione, ex nuncio en México; a nivel del Vaticano, Angelo Sodano, ex secretario de Estado, y Stanisław Dziwisz, secretario privado de Juan Pablo II. Las patologías de Marcial Maciel son las de la propia Iglesia.
El 28 de agosto de 2025, los Legionarios emitieron un comunicado institucional respecto al reciente documental sobre Marcial Maciel. Nada nuevo: pidieron perdón a las víctimas; se deslindaron de Mon père, como le llamaban; insistieron en que se están renovando; afirmaron que continuarán escuchando, acompañando y reparando los daños causados. La hipocresía de siempre; se percibe una impostura para hacerse pasar por buenos. A las víctimas, lo sabemos de primera mano, las indemnizaciones que en su momento propusieron, son una burla.
Marcial Maciel no actuó solo, pues contó con la complacencia y complicidad sistémica de su estructura religiosa; además, la actual línea de mando legionaria es la misma, y pone en evidencia que la cúpula directiva de la congregación consintió los caprichos financieros de Maciel y ha venido mintiendo sistemáticamente a la sociedad y a la feligresía. Los abusos de actores de la congregación continúan empañando un discurso religioso woke, en el que pretenden ampararse.
El asunto del dinero toca la esencia del modelo religioso de los Legionarios. Usted se preguntará si el carisma de la Legión es el educativo o el de las obras caritativas, incentivar vocaciones o la evangelización de las clases altas. No, los pobres son el mejor negocio, decía con insistencia Maciel. El modelo de los Legionarios es la procuración y movilización de recursos de las católicas elites económicas y políticas de los países donde están. Es ahí donde uno se pregunta si la Legión es una congregación religiosa empresarial o una empresa religiosa.
Los Legionarios cuentan con un imperio inmobiliario, herencias, donaciones de privados, cientos de centros educativos dirigidos a las élites. Programas bajo la mirada de la sospecha en México, como Mano Amiga, Compartamos Banco, Fundación Lazos y el Teletón. Los manejos de dineros legionarios han estado bajo sospecha en los paraísos fiscales. No sólo de fe vive la Legión, la cual parece sentenciar: por sus escándalos la conoceréis.
Su estrategia ha sido usar a Maciel como chivo expiatorio; la manzana podrida en un cesto sano. La cúpula de los Legionarios no está diciendo la verdad. Está poniendo el énfasis en la figura de Maciel, el siniestro personaje que empezó engañando a la propia legión. Falso, es una estratagema burda para quedar exculpados. En tanto, el artificio de los Legionarios sigue intrincado en su modelo empresarial con clara inclinación a la ultraderecha que estampó su funesto fundador.
¿Cuándo los Legionarios entrarán a rendir cuentas de verdad, ante la justicia y ante Dios? Evadir su responsabilidad imputando a su fundador es una estrategia, en el largo plazo, fallida. La historia lentamente pondrá a cada uno en su lugar. Los legionarios tienen ganado su lugar: el infierno.