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Claudia Piñeiro confronta tres versiones sobre el mismo objeto en La muerte ajena

En su más reciente novela, apela a la empatía por una tragedia que le sucede a una chica que era scort

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▲ En entrevista con La Jornada, la escritora argentina Claudia Piñeiro expresó: “no tenemos que tratar al lector como un niño al cual hay que darle todo masticado”, sino movilizarlo para que investigue “cuál es la verdad, dónde está o si existe en el mundo en que vivimos”.Foto Alejandra López
 
Periódico La Jornada
Jueves 4 de septiembre de 2025, p. 3

La narradora argentina Claudia Piñeiro cree en incluir a sus lectores en el ciclo literario de sus obras, de tal forma que ellos tomen sus escritos, los pasen por su mente y armen algo propio, e incluso lleguen a reflexionar sobre la verdad con su más reciente novela, La muerte ajena (Alfaguara), presentada el martes.

En entrevista con La Jornada, la también dramaturga y periodista afirmó que al lector “no lo tenemos que tratar como un niño al cual hay que darle todo masticado” y un final feliz; en cambio, la incomodidad que pueda llevarlo a necesitar confirmar algún dato es positiva, pues “lo está movilizando para chequear cuál es la verdad, dónde está o si existe en el mundo en que vivimos”.

La autora imagina a sus lectores preguntándose si entendieron bien el texto cuando más adelante se describe algo diferente. “Los distintos narradores no son confiables. Uno tiene que decidir a quién le cree. Eso es un poco lo que nos pasa constantemente con la verdad hoy”.

Piñeiro (Buenos Aires, 1960) contó que en Argentina el Ejecutivo mandó allanar domicilios de periodistas y quienes se enteraron empezaron a dudar y a investigar si era cierto antes de protestar. Llegaron a la conclusión de que era imposible y que el decreto al que se referían los cateos no existía. “Estábamos todos tranquilos en que era falso hasta que en uno de los diarios principales salió que era cierto”.

Lo anterior está vinculado con cómo en la novela se abordan “reflexiones sobre la verdad y se estructura para denunciar lo que ocurre con ella. Tiene tres versiones diferentes. Un primer narrador te cuenta lo que ve desde su lugar; otro, desde un espacio diferente, y un último narrador desde su punto de vista, pero lo que ven es el mismo objeto, la misma realidad desde ángulos diferentes.

“En esta historia se mueve la realidad misma. Por eso yo recurrí al narrador poco confiable. Hay un narrador que te está contando la primera parte y cuando se llega a la segunda, el lector se pregunta si lo que se dijo en la primera era cierto o no. Cuando seguís con la tercera, te pasa lo mismo.”

El título tiene en el centro a dos hermanas que no se conocen porque el padre abandonó a la mayor cuando tenía 15 años por atender un nuevo matrimonio. Ellas jamás se conocieron hasta que Verónica Balda, periodista, se entera de que una chica cayó de un edificio y está en peligro de muerte: era su media hermana, quien se desempeñaba de scort.

“La posibilidad de la muerte une a dos personas que podrían haber tenido un vínculo directo pero no lo tuvieron. Verónica se plantea qué hacer: ‘esto lo suspendí durante tantos años, ¿lo abro y miro qué hay en esta relación y con esta hermana o lo dejo cerrado para siempre?’ Es el juego entre una vida que podría abrirse y la muerte que viene a dar esa posibilidad”, reseñó Claudia Piñeiro.

Deslindes

La novelista comentó que el título de su novela se refiere a lo rápido que desaparece alguien que muere. Ante la noticia de un asesinato, “quizá de forma inconsciente tratamos de separarnos en el sentido de decir ‘a mí no me podría haber pasado’. En el caso de la coprotagonista, Juliana, el deslinde es bastante rápido: “es una scort, a lo mejor se metió en un lugar donde no debía, estaba en una fiesta con drogas, andá a ver qué estaba haciendo, etcétera”.

La autora agregó que el deslinde de fallecimientos como ésos “permite ocuparse de otra cosa y no estar pendiente de lo que le pasó a esa chica y tratar de buscar justicia, que es en definitiva lo que deberíamos hacer al respecto. Da la sensación de que hay muertes que son de uno y otras que son ajenas. Esa ajenidad es lo que hace que desaparezca rápidamente del radar de la sociedad, de los medios, de las personas”.

Piñeiro hizo énfasis en que un objetivo en la escritura de este título es que a los personajes y al lector le importe lo que le ocurrió a esta chica, independientemente de su trabajo sexual y de dónde se metió, sino que perciban que nadie merece pasar lo que le sucedió a esa chica.

“Esta novela trabaja más sobre una prostitución que se da en una clase media, en la que tendemos a pensar que ‘en mi familia estos personajes no están’. La forma de construir esa empatía tiene que ver con que estas personas podrían estar muy cerca de ti y no lo sabés.”

La segunda parte del texto se narra al estilo de una especie de documental, como los muchos basados en hechos reales que hay en plataformas de streaming. “Explora la discusión sobre tomar esta clase de relatos cuando hay una familia que a veces se opone a que los hagas públicos”, ya que, por ejemplo, una mujer en España cuyo hijo fue asesinado demandó que no se permitiera proyectar el caso, pues “era como matarle al hijo permanentemente” y victimizar de nuevo a los familiares.

Piñeiro concluyó que la mayoría de las novelas que ha escrito son “muy contemporáneas. Empiezo a pensar una historia, me aparecen personajes, una situación con ellos y los saco a la calle a que les pasen cosas. No hay una voluntad de tocar un tema, pero cuando los personajes salen, los temas que los atraviesan son los mismos que me están atravesando a mí”.