Miércoles 3 de septiembre de 2025, p. 5
En el contexto del Día Nacional del Cacao y del Chocolate (2 de septiembre), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) recordó que el consumo ceremonial del fruto es ocho siglos más antiguo de lo que se creía, luego de que se detectaron rastros de teobromina –indicador de cacao– en una vasija olmeca que data del periodo formativo, hallada en el sitio Cerro Manatí, Veracruz.
El cacao no sólo era una bebida sagrada, sino que formaba parte integral de la simbología social y ritual de los pueblos mesoamericanos, especialmente entre las élites.
Durante la época novohispana el chocolate fue transformado cuando se le añadió azúcar, vainilla y canela, proceso que se inició en conventos –como con las monjas de Oaxaca en 1529–, lo que representó un cambio significativo en su consumo: de ser exclusivo para nobles, guerreros y élites prehispánicas –como pipiltin y pochtecas– se convirtió una bebida de prestigio en los círculos sociales coloniales.
El chocolate se industrializó en México entre los siglos XIX y XX, desde talleres artesanales hasta en fábricas, como Diego Moreno (1841) y muchas más hacia 1900, en el entonces Distrito Federal, Tabasco, Querétaro y otras entidades. Con el pasar de los años, la mecanización abarató costos y facilitó su consumo masivo, aunque la tradición artesanal sobrevivió.