Cultura
Ver día anteriorLunes 25 de agosto de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Museo en Alemania exhibe la fe, comunidad y diseño de los Shakers
Foto
▲ Capas de lana, piezas del Museo Shaker, en Chatham, Nueva York.Foto © Vitra Design Museum/Alex Lesage
Foto
El árbol de la vida (1854), de Hannah Cohoon, y Una silla alta (1880-1883), creada por la comunidad Shaker en Monte Líbano, Nueva York.Foto colección Hancock Shaker Villa y Museo Shaker en Chatham
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 25 de agosto de 2025, p. 3

Weil Am Rhein., Los nuevos estudios sobre la cultura Shaker han dado vida a la exposición Los Shakers: Un mundo en construcción, dedicada al diseño de muebles y objetos que encarnan un ideal de funcionalidad, simplicidad y alta calidad artesanal. Propuesta por el Museo Vitra Design en Alemania y abierta hasta el 28 de septiembre, busca explorar el legado Shaker desde una perspectiva contemporánea, renovando un interés vigente desde hace décadas, especialmente en Estados Unidos.

Coorganizada con la Fundación Wüstenrot, el Museo de Arte de Milwaukee y el Instituto de Arte Contemporáno de Filadelfia –donde seguirán su itinerancia hasta 2027–, es una cooperación transatlántica que, como señala el director de Vitra Mateo Kries, cobra especial relevancia ante los cambios políticos actuales.

Esta comunidad religiosa, originada en 1774 por la inglesa Ann Lee, practicaba el celibato, la vida comunal y la confesión como pilares espirituales. Con una organización igualitaria, dividieron sus tareas por género y crearon un entorno profundamente colaborativo. En su apogeo fundaron 24 aldeas en Estados Unidos, con énfasis en el trabajo honesto y la creación de un “cielo en la tierra”. Fueron uno de los primeros ejemplos de vida comunal con propiedad compartida, igualdad de género y diversidad étnica, como en la comunidad de Filadelfia, liderada por la afroestadunidense Rebecca Cox Jackson.

Un estudio de Albert Fried (1993) señala que Estados Unidos, desde su fundación en 1776, se construyó sobre principios de igualdad que se manifestaban por medio de movimientos sociales de base amplia, mucho antes de la formulación teórica del socialismo de Karl Marx.

La motivación de los Shakers era espiritual, no política, pero su modelo social anticipaba formas de organización socialista. Sin embargo, la ola conservadora que se extendió en el país desde finales del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial provocó el colapso del socialismo estadunidense.

Su producción material, inicialmente pensada para uso interno, se convirtió en fuente de ingresos gracias a su racionalidad formal y durabilidad, que se expandió entre 1820 y 1850. Diseños como las sillas de respaldo inclinado y las cajas ovaladas de madera se convirtieron en referentes.

El estilo Shaker se distingue por su claridad formal, simplicidad y utilidad. Uno de sus emblemas es el peg rail, riel de ganchos usado para colgar objetos, que liberaba espacio y fomentaba el orden. También diseñaron costureros para dos personas, con espacios diferenciados para utensilios y almacenamiento, reforzando la colaboración.

Para los Shakers, el orden era belleza divina, “creación de la belleza. Es la primera ley del cielo”, decía un escrito de 1842. Así, sus muebles sin adornos, ropa estandarizada y reglas contra el orgullo reflejan una ética rigurosa. Incluso artistas modernos como Ellsworth Kelly reconocieron la pureza espiritual de su diseño.

Aunque vivían en comunidad, los Shakers desarrollaron industrias rentables que sostenían sus aldeas. Envasaban semillas, producían medicinas, muebles y textiles. Su modelo era una mezcla entre comunalismo espiritual y pragmatismo comercial, que inspiró a diseñadores contemporáneos interesados en el diseño ético y sostenible.

La comunidad de Nuevo Líbano, Nueva York, fundada tras la muerte de Ann Lee, se convirtió en modelo para otras sedes, donde destacó su gran salón para bailes rituales. A través de sus productos, los Shakers construyeron un modelo de “capitalismo comunitario” que los convirtió en un símbolo del diseño estadunidense protomoderno.

En 1945, House & Garden les dedicó un número completo, en el que reconocía su vigencia estética. A medida que la comunidad disminuía, aumentaba el interés externo: la “fiebre Shaker” fue impulsada por exposiciones, publicaciones y proyectos federales. Los autores Edward y Faith Andrews y el fotógrafo William F. Winter cimentaron su imagen como íconos de la modernidad estadunidense.

El Index of American Design, proyecto del New Deal, consolidó esa visión al presentar sus objetos como pioneros del “form follows function” (la forma sigue a la función). Aunque omitía sus ideales radicales, sí los posicionaba como ejemplo de belleza funcional.

Influencia que perdura

Desde los años 30, diseñadores como Freda Diamond o Paul McCobb reinterpretaron su estética para el mercado estadunidense. En Dinamarca, Kaare Klint y sus discípulos incorporaron su lenguaje formal al diseño moderno, influyendo a generaciones de creadores escandinavos.

La colaboración entre Diamond y Herman Miller en 1937 marcó un punto clave: sus muebles eran “tan modernos como el último tic del reloj”, aunque mantenían un aire tradicional. Esa dualidad refleja la potencia simbólica del diseño Shaker.

Para figuras como el monje Thomas Merton o el diseñador estadunidense de origen japonés George Nakashima, los objetos Shakers eran actos de fe. Merton afirmaba que su gracia venía de creer que “un ángel podía sentarse en una silla”. Nakashima, formado en el pensamiento mingei y en un ashram en India, veía en los Shakers un “parentesco visionario” basado en la perfección y la devoción al trabajo.

Diseñadores actuales siguen encontrando inspiración en sus valores. Christien Meindertsma, Finnegan Shannon y David Hartt exploran sostenibilidad, accesibilidad y espiritualidad a partir de sus objetos.

La exposición del Vitra incluye obras de artistas como Thomas Barger, cuya instalación Heaven Bound explora identidad queer y formas comunitarias desde el mobiliario Shaker. Katie Stout, por su parte, hibrida sillas con gorros y textiles femeninos, cuestionando género y comercio.

El colectivo Furnishing Utopia, surgido en 2016, propone una nueva vida a través del diseño. Sus proyectos –de bibliotecas de semillas a refrigeradores comunitarios– dialogan con la ética Shaker, defendiendo una vida virtuosa, colaborativa y comprometida con el entorno.

Inaugurado en 1989 y diseñado por el arquitecto canadiense Frank Gehry, el Museo Vitra Design pertenece a un complejo rodeado de jardines que alberga edificios firmados por figuras como Zaha Hadid, Tadao Ando, Herzog & de Meuron y Álvaro Siza. Desde la torre panorámica con tobogán tubular creada por el artista Carsten Höller, los visitantes pueden disfrutar de una vista única del conjunto arquitectónico mientras se divierten deslizándose.

No es sólo un espacio expositivo, sino un laboratorio cultural internacional dedicado al diseño, donde se exploran los vínculos entre forma, función, estética y sociedad.

Aquí se encuentra el archivo del arquitecto mexicano Luis Barragán (1902-1988, Premio Pritzker 1980) con más de 13 mil 500 documentos, dibujos y objetos que preservan su legado arquitectónico.