unque el gobierno de Estados Unidos ha informado de la reducción de sus ojivas nucleares, eso no quiere decir que también ha disminuido su capacidad de amenazar a otros países, sólo por no someterse a sus caprichos políticos.
Los esfuerzos por el desarme nuclear de los países que poseen en su arsenal material atómico son compromisos que se han cumplido en diferentes épocas. No obstante, no todos los países han concretado el objetivo.
Existen diversos organismos que han intentado o intentan vigilar el cumplimiento de los compromisos de no proliferar las armas nucleares, no estimular su producción y no adquirir a otros, por ninguna vía, el armamento ilegal.
Uno de estos controles importantes en el mundo es el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Los motivos que han llevado a buscar métodos de vigilancia responsable en el mundo son las constantes amenazas y ejecución de acciones que han llevado a episodios de destrucción inaceptable por parte de los países hegemonistas, siempre buscando el dominio económico.
Y, para ello, la industria nuclear bélica ha sido una de esas amenazas constantes que, repudiablemente, se mantienen en pie. Un ejemplo: las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos a dos ciudades japonesas, Nagasaki e Hiroshima, ataques autorizados por el presidente Harry S. Truman.
La acción ilegal, por todos los puntos de vista que se quieran ver, fue porque, no obstante el peligro que corría la población civil, los ataques se autorizaron. Las víctimas no eran las fuerzas armadas imperiales de Hirohito quien, por cierto, ya había considerado la rendición para evitar un castigo letal.
En la actual guerra contra la población civil de Gaza y otros sitios del territorio soberano palestino, el ejemplo de Hiroshima y Nagasaki viene a colación porque, con ojivas o sin ellas, los ataques son absolutamente ilegales. Es la población civil la víctima de este atentado contra la humanidad misma y no los grupos defensores de su territorio, identificados por Israel como terroristas.
Esta guerra totalmente inaceptable es la advertencia de lo que puede ocurrirle a cualquier país. Y no tenemos la seguridad de que, en otro arranque de locura, el ministro sionista decida utilizar algún arma nuclear. Algo impensable, pero ante la brutalidad de sus acciones, lo mejor es dudar y prevenir.
El OIEA, como foro global para la cooperación científica y técnica del ámbito nuclear, como dice ser, tiene la obligación de poner un alto al gobierno de Israel. No importa si el verdugo Netanyahu esté amenazando a Palestina con ojivas nucleares o no.
Sabemos que el ejército israelí cuenta con entre 90 y 400 de estos artefactos nucleares, aproximadamente, aunque el gobierno lo ha mantenido en secreto. La comunidad internacional defensora de la utilización de la energía nuclear para el bienestar humano no podría asegurar cuál es el arsenal del país sionista, pese a las exigencias de mantener claridad en el asunto.
Y, aún más, deberían todas las organizaciones existentes pedir cuentas claras a Israel sobre su programa de eliminación paulatina de ojivas nucleares. Sobre todo, porque este país nunca ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Por lo tanto, no está obligado a ser inspeccionado por ningún organismo internacional. Tampoco está obligado a desarmarse, como otros países que cuentan con arsenal atómico. En una palabra, Israel es una amenaza para el mundo. Si Estados Unidos exige a Irán desarmarse, ¿por qué no lo hace con Israel?
Recordemos que los organismos de vigilancia nuclear en el mundo son nacionales e internacionales. Entre ellos (aparte del OIEA, que es de la Organización de Naciones Unidas y que, supuestamente, promueve el uso pacífico y seguro de la energía nuclear y establece normas de seguridad y verifica el cumplimiento mediante inspecciones) están las siguientes organizaciones: la Agencia de Energía Nuclear de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la Comunidad Europea de Energía Atómica en la Unión Europea. A estas y otras organizaciones vigilantes de la energía nuclear les preguntamos: ¿qué están haciendo para detener las masacres que está generando Israel, país que cuenta con arsenal nuclear y que, además, amenaza silenciosamente con ellas?
A escala nacional, cada país cuenta con sus propios organismos reguladores independientes, como la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos, la Oficina de Regulación Nuclear del Reino Unido y la Agencia de Vietnam para la Seguridad Radiológica y Nuclear), responsables de la seguridad y protección radiológica en su territorio.
En México contamos con el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, organismo público descentralizado del gobierno federal, cuyo objetivo es realizar investigación y desarrollo tecnológico. De esta forma se fortalece el desarrollo de la ciencia en este campo. Y, por supuesto, es vigilante del buen uso de la energía atómica.
Esperamos seguir manifestándonos a favor del cese el fuego en Gaza y parar esta masacre absurda, pues es un compromiso social permanente ante cualquier amenaza bélica. Detener esta y cualquier guerra es obligación de cualquier instancia de investigación científica. Las guerras no traen desarrollo ni beneficio alguno para la humanidad.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará.