uién lo vio y quién lo ve!”, es lo que me dijo una anciana cuando estacioné mi coche frente al edificio tapatío del Partido Revolucionario Institucional, donde encontré suficiente lugar, aunque mi destino era en realidad la estatua de don Benito Juárez que se halla a dos cuadras, pero sin un solo espacio vacío cercano.
¡Qué diferencia de los alrededores del PRI de antes!, cuando ni en doble fila hallaba uno lugar…
–Para nosotros mejor, dijo la venerable señora, ahora vivimos más tranquilos…
Cuando pienso en el tal Alito, ello me da mucho gusto. No así por lo que se refiere a Laura Haro, presidenta del PRI local, una joven de muchos méritos que sustenta el poco decoro que le queda al instituto político antaño hegemónico.
Dicen los expertos que su fin está cerca. De ser así, supongo que la licenciada Haro quedará libre de incorporarse a otras filas donde pueda desarrollarse mucho mejor. ¡Méritos y experiencia le sobran!
Confieso que darme cuenta de su soledad me dio un poco de tristeza, aunque reconozco que hubo pillastres de primera en sus filas que medraron a más no poder. También es cierto que en las filas tricolores hubo y quedan algunos mexicanos de primera clase que, por cierto ya tienen un pie en el estribo para ir en busca de mejores aires.
A un comentarista de la televisión, cuyas observaciones me parecen generalmente atinadas, le pesqué al vuelo de que los últimos ladrillos del ataúd del PRI los puso Alito cuando armó el teatro para perpetuarse y consolidar la alianza con el PAN, que fue antaño su peor rival. Lo cierto del caso es que el partido blanquiazul no ha descarrilado: a tiros, tirones y tropezones ahí la lleva; aunque en Jalisco le quitó parte de la clientela el asaz conservador partido que se denomina Movimiento Ciudadano, mismo que el malintencionado vulgo ha determinado que la movilidad social y vial se ha deteriorado señaladamente desde que comenzó a gobernar. No de balde el pueblo considera que el gobierno de Enrique Alfaro ha sido uno de los peores que ha padecido Jalisco.
Con muy buen criterio, el gobierno que le sucedió, encabezado por Pablo Lemus Navarro, si bien ha sostenido en su lugar a varios funcionarios principales de la administración anterior, se ha desmarcado inteligentemente de ella y se ha estado cobijando bajo el manto de la doctora Claudia Sheinbaum.
Pero por lo que al mencionado PRI se refiere, además de que tanto la licenciada Haro y algunos otros y algunas otras que la secundan, no deja de tener cierta presencia, claramente se percibe que con la inercia de toda la institución marcha con paso muy firme al despeñadero.
Ojalá que este grupito de Jalisco que tiene calidad no se confunda con la mugre general y pueda salir adelante de alguna manera en el seno de otra formación que se asemeje al carácter “revolucionario” que tuvo antaño y se sume con su valiosa capacidad a quienes procuran seguir la transformación que en el pasado estuvo a cargo del “tricolor”.
No deja de dar pena que sea el propio partido el que ahora se empeñe en tirar por la borda las muchas conquistas revolucionarias que se le pueden adjudicar, guiados por mexicanos en verdad de primera categoría y comprometidos cabalmente con el significado de la palabra “revolución”, no como lo plantean ahora el tal Alito y sus esbirros: como una verdadera “involución”.
Para tener más argumentos a favor de nuestro gobierno, con todo y sus muchos elementos defectuosos, démosle una mirada al conjunto de la América Latina donde se hallan Brasil, Chile y Guatemala, entre otros, pero también destacan El Salvador, Ecuador, Perú y especialmente Argentina. “Nuestra América” como la llamaba José Martí, para diferenciarla de “la otra”, sigue siendo un verdadero mosaico, pero al parecer, con tropezones aquí y allá, parece que tiende a mejorar. Y les guste o no, tal como sucedió hace más de 100 años, ¡México está a la vanguardia!