El compositor estadunidense ofreció ayer una clase magistral en la Facultad de Música de la UNAM

Viernes 22 de agosto de 2025, p. 5
El compositor estadunidense John Adams, uno de los más importantes del orbe, se encuentra en México. Ayer ofreció una clase magistral en la Facultad de Música de la UNAM, donde se definió así: “me identifico mucho con Mark Twain por su sentido del humor, su ser desenfadado pero contenido”.
Durante una charla con su colega mexicana Gabriela Ortiz, el autor de la ópera Nixon en China se mostró dicharachero, juguetón y desplegó su bonhomía frente a estudiantes de música. Este fin de semana dirigirá a la Sinfónica de Minería en la Sala Nezahualcóyotl.
Adams también habló de sus estudios en la Universidad Harvard, periodo que coincidió con la guerra de Vietnam, a la que no tuvo que ir. Era un momento en que, dijo, “escuchábamos a Jimi Hendrix, los Beatles y John Coltrane, cosa que horrorizó a mis maestros de composición. El país estaba dividido, al igual que ahora, respecto a lo que sucedía, aunque hoy está peor”.
Durante la hora y media que duró el encuentro, Ortiz dio la bienvenida a quien calificó de “artista de primer orden” que “se encuentra en un lugar privilegiado de la música contemporánea”.
Adams, quien vive en San Francisco y ha escrito música para la literatura de Sor Juana Inés de la Cruz y Rosario Castellanos, habló de todo, desde su infancia en un pueblo de Nueva Hampshire hasta cómo a los 7 años quiso estudiar violín, pero por su edad no lo admitieron en la escuela de música; entonces a regañadientes tuvo que aprender a tocar clarinete con su padre, un aficionado de este instrumento. Recordó que a los 14 años escribió su primera pieza para orquesta, que fue estrenada por una agrupación amateur en un asilo mental, “mi mejor público”.
Tenía 18 años cuando creía que todo tenía que ser “feo y disidente”. Entonces, escuchó una obra de Leonard Bernstein que era todo lo contrario, y le mandó una carta de protesta preguntando “¿por qué no escribe como Pierre Boulez?” Para su sorpresa, el compositor le contestó: “escribo lo que tengo que escribir”. Al terminar sus estudios, tomó su coche y se dirigió a San Francisco para escaparse de “la costa este y las universidades” y mejor leer la literatura beat. Antes de conseguir su primer trabajo en una escuela de música, tuvo que descargar bultos de ropa en el puerto de la ciudad.
En el siglo XX, continuó, “el arte pictórico contemporáneo se volvió muy popular, pero no pasó lo mismo con la música”. Eso se debió a que el público prefería escuchar la música popular, es decir, el jazz, la canción estadunidense, el rock y el soul, explicó al recordar que muchos de los grandes músicos de todos los tiempos tienen sus raíces en los ritmos populares: “Traté de hacer lo mismo, pero con la complejidad de la música clásica”.
Sobre su trabajo con el director de teatro Peter Sellars con motivo del nuevo milenio, Adams quiso escribir “mi propio mesías”: El Niño, un oratorio de Navidad multilingüe –inglés, español y latín–, que incluye textos de poetas latinoamericanos como Sor Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral y Rosario Castellanos. De la poeta chiapaneca empleó Memorial de Tlatelolco, ya que fue “nuestra versión de la masacre de los inocentes”.
El compositor lamentó el actual “ataque directo de Donald Trump sobre las universidades. Los estudiantes tienen miedo de protestar cuando siempre lo han hecho, por eso Memorial de Tlatelolco es muy actual”.
Para Adams, la composición clásica se encuentra en una era “posestilística” porque “cada obra tiene su propio lenguaje. Los que hacemos música tenemos razones para expresar nuestros sentimientos, ya sea sobre asuntos sociales y políticos u otros temas. No existen reglas. La música habla a todo el mundo”, concluyó.
John Adams fue invitado por la Orquesta Sinfónica de Minería para dirigir su Concierto para violín (1994) el sábado y el domingo en la Sala Nezahualcóyotl. El solista será el italo-alemán Agustín Hadelich.