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Historias del Poder Judicial
Le dijeron que su hija se suicidó, pero ella no lo cree: “Voy a seguir luchando”

Después de 17 años del fallecimiento de Elisa en Filipinas, su madre, Rosa de Guadalupe Gutiérrez Cabello, busca justicia en los tribunales mexicanos

 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de agosto de 2025, p. 10

Como agente investigadora del Ministerio Público, Rosa de Guadalupe Tita Gutiérrez Cabello jamás imaginó que la vida la llevaría a investigar el feminicidio de su hija Elisa Loyo, ocurrido en Filipinas hace 17 años.

Abogada, egresada de la Universidad Autónoma de Coahuila, donde fue maestra durante 30 años y especialista en Axiología del Derecho en la Facultad de Jurisprudencia de la cátedra Técnica de Estudio e Investigación, y con una maestría en derecho criminal, Rosa de Guadalupe no tiene dudas: “A mi hija la asesinaron, no fue un suicidio”.

Está sentada frente a un café americano; viste pantalón y yompa de mezclilla con una blusa típica chiapaneca. Su rostro de bonhomía contrasta con su narración sobre las escenas de horror que vivió su hija, chef del hotel Fontana Leisure Parks & Casino. Tiene 69 años, cabello rizado y mueve sus manos al ritmo de las palabras que describen la peor tragedia que sufrió en su vida, durante la Navidad de 2008.

Aquellas fiestas decembrinas se convirtieron en un tormento de incertidumbre; primero, por la desaparición de Elisa, el 23 de diciembre, y dos días después, por el lúgubre descubrimiento de su cuerpo por el guardia de seguridad, Filemón Capa. “Elisa se suicidó colgándose. Antes intentó hacerlo hiriéndose con unos cuchillos en manos, brazos y estómago, pero como sintió dolor, decidió hacerlo colgándose”, les dijo, pero sin mencionar las heridas del cuello que después pudieron ver.

Elisa tenía tres meses de haber llegado a la provincia de Pampanga, en el archipiélago de Filipinas, luego de graduarse de hotelería y gastronomía en el Confederation College de Thunder Bay, en Ontario, Canadá, donde vivía con su madre después de dejar Saltillo, Coahuila, y luego de ser premiada por esa universidad en un programa de estancia laboral.

Pero el 21 de diciembre, Elisa dejó de contestar su celular y, a pesar de dar parte a las autoridades filipinas, nada sabían de ella, mientras que su compañera de cuarto, Sarah Andrychoc, contestó hasta el día 24 y dijo que Elisa no aparecía desde tres días atrás: “Yo hablaba todos los días con ella. El último día la noté muy nerviosa. Le dije: ‘mi hijita, ¿está alguien ahí contigo?’. Era evidente que no podía hablar. Una madre siente lo que está sucediendo. Pero ella me dijo que no pasaba nada y que tenía que colgar porque estaba con los preparativos de la inauguración del nuevo restaurante del hotel, sin embargo, mi presentimiento era que la tenían encerrada”, dice en entrevista con La Jornada.

Preocupada y con el peor de los presentimientos, Rosa de Guadalupe llamó a Lucía y Sofía, sus otras dos hijas. Vivían en Viena y París, y se trasladaron a Filipinas el día de Navidad desde Ámsterdam, mientras ella se quedó varada por la nieve que caía en Ontario.

Finalmente, el 26 de diciembre recibió la llamada de Sofía desde el lugar de los hechos, con la voz entrecortada: “Mami, encontraron el cuerpo de Elisa”.

Escena dantesca

“Nos sentimos rodeadas de lobos con las fauces abiertas”, le dijo Sofía a su madre. A Elisa la encontraron colgada con un cable telefónico amarrado a su cuello, nudos marineros en su nuca y heridas de cuchillo en manos, brazos, estómago y cuello. Vestía su uniforme de chef.

La investigadora Bernales Agapalsin, miembro de Scene of Crime Officer de Filipinas, se limitó a enviar los dos cuchillos encontrados, uno con mango de plástico amarillo y otro negro. “Esos cuchillos no eran de mi hija. La escena fue manipulada. El celular que estaba en su uniforme tenía 56 llamadas perdidas. Ella dijo que no era necesario enviar para su inspección, de la escena del crimen, el barrote de madera con sangre y cabellos que encontraron, el paraguas doblado con sangre, las colillas de cigarro de diferentes marcas, una toalla empapada con sangre de mi hija, una botella de cristal con residuos de agua, el cable telefónico con el que aparece suspendida”, dice Rosa de Guadalupe.

Añade: “El caso fue atendido por los guardias de seguridad del hotel, que denunciaron un suicidio antes de dar parte a la autoridad competente. Eran tiempos de Navidad en un lugar de alto turismo; una noticia así hubiera sido terrible para la fama del hotel, el asesinato de una chef. ¿Por qué manipularon la escena del crimen? Porque todos estaban coludidos. La corrupción en Filipinas es terrorífica”.

Las dudas y preguntas sin responder se acumulaban: “No dieron explicación alguna sobre el hecho del estado de la víctima con las heridas de tal magnitud, que haya podido acertar a pasar el cable por la vigueta sin ningún objeto de escalamiento. Además, los nudos que aparecen atrás del cuello de mi hija son de los marineros, pero después dicen que son nudos suicidas”.

El sospechoso

Desde que llegó a trabajar al hotel, Elisa tuvo problemas con su jefe, Malek Elsafadi, a quien denunció por acoso. Además, evidenció el robo de carne y otros productos de importación de las cocinas del hotel. Gracias a esas acciones, detuvieron a varios trabajadores, pero después hubo amenazas de muerte hacia quienes permanecieron en sus puestos.

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Tita dice que es innegable la corrupción en el Poder Judicial, pero aun así confía en el sistema.Foto Sanjuana Martínez

La Jornada ha tenido acceso al expediente. El 16 de diciembre, una semana antes de su muerte, Elisa denunció formalmente a su acosador: “Ella exhibió la corrupción en las cocinas del hotel porque había robos; después taparon todo aquello. Hizo una denuncia en contra de su jefe, Malek Elsafadi, por malos tratos en las cocinas y por acoso; eso fue público, por eso la mataron. Mi hija no tenía motivos para suicidarse. Sus hermanas fueron a su cuarto a recoger sus pertenencias y encontraron su pasaporte, un escrito con la petición y presupuesto del taxista que la llevaría a Manila para viajar a Canadá y el boleto de avión”.

Malek acudió a las autoridades filipinas como testigo de la muerte de Elisa y le hicieron la prueba del polígrafo: “Lo dejaron explayarse, conduciéndose con falsedad. Dijo que Elisa tenía estreñimiento y que eso pudo haber influido en que se quitara la vida; mi hija jamás le diría eso a él y prueba de eso es que Malek declara que Elisa era reservada y no le gustaba hablar de cuestiones personales. Es ridículo”.

Añade: “Todas las preguntas del polígrafo eran encaminadas a los cocineros y empleados sobre la muerte de mi hija. Lo dejan explayarse y las autoridades estaban del lado de él y además hablaba mal de mi hija, diciendo que no estaba preparada para su cargo. Fue el único que habló mal de Elisa”.

Desinterés en su propio país

La entonces Procuraduría General de la República (PGR) inició la averiguación previa del caso UEDE7047/2009 con más de 5 mil fojas. Carlos Díaz de León, agente investigador de delitos cometidos en contra de mexicanos en el extranjero, recibió pruebas y fotografías recopiladas en Filipinas por las hermanas de Elisa.

“Los agentes de la PGR viajaron dos veces a Filipinas, pero siguieron la misma línea de suicidio; simplemente aceptaron lo actuado y resuelto por Filipinas. No practicaron dictamen de la escena del crimen ni tampoco hicieron reconstrucción de los hechos. Ellos pasaron por alto las omisiones e inconsistencias que se habían practicado, sobre todo una necropsia que se contradice con la primera porque omite señalar las heridas en el estómago, cuello y brazos, además de que no preservaron el cuerpo de mi hija”.

Por su parte, el gobierno de Canadá no intervino en la investigación al saber que México lo haría. Y por el contrario, el doctor Noé Muñoz Rivera, director de Servicios Periciales de Sonora, estableció que existían elementos para suponer que Elisa Loyo Gutiérrez no se suicidó y fue víctima de homicidio.

“La fiscalía no ha hecho nada en el caso de mi hija. Fueron a Filipinas y cómodamente resolvieron igual que allá, es decir, con una averiguación llena de inconsistencias y de aberraciones jurídicas naturales y biológicas”.

El 10 de febrero de 2009, Rosa de Guadalupe y sus dos hijas acudieron a Los Pinos para entrevistarse con Margarita Zavala, esposa del entonces presidente Felipe Calderón, y con el ministro Daniel Hernández Joseph: “Lo único que se obtuvo de la reunión fue la apertura de relaciones diplomáticas entre México y Filipinas; de hecho, el señor Hernández Joseph fue nombrado embajador en Filipinas”.

El 6 de julio de 2022, la Fiscalía General de la República decretó el no ejercicio de la acción penal. “Es una burla. Ha habido varios, pero yo siempre he apelado e interpuesto un amparo. He decidido seguir luchando. Mis hijas han luchado conmigo por apoyar esta causa. Busco justicia y verdad. Rescatar la memoria de Elisa y combatir, con mi caso, los feminicidios.”

Con total entereza, Rosa de Guadalupe suspira y dice creer en el aparato de justicia que le niega el derecho a ella: “Sí existe la justicia; que hay corrupción es innegable, pero tenemos que luchar por alcanzar esa justicia a la que tenemos derecho”.

Asesinatos sin resolver

Rosa de Guadalupe recuerda que recuperar los restos de su hija fue un verdadero “desastre” porque perdieron las cenizas. Finalmente, fue una manifestación en Saltillo la que provocó su entrega y después el obispo Raúl Vera ofició una misa “pidiendo por su descanso. Todo el proceso fue horrible, de película de terror. Mi hija Sofía me dijo desde Filipinas: ‘si es que existe el infierno, ya lo conocí en el hotel Fontana’”.

Lamenta que su caso esté “atorado” como tantos otros feminicidios: “No voy a ceder; voy a seguir luchando por mi hija y por todas las demás mujeres víctimas de feminicidio. Que se aplique el derecho. ¿Para qué sirven las fiscalías si no resuelven?”.

Ahora suspira y acaricia la foto de su hija cargando su maletín de chef, y relata que el gobierno de Canadá creó la beca Elisa Loyo Gutiérrez. “Mi hija era recta, por eso la mataron. Yo tengo mucha fe en la Presidenta de México, que dijo que iba a procurar por los derechos de las mujeres. Lo que más aqueja a nuestro país son los miles de feminicidios y urge que los resuelvan. Tenemos que luchar. Las madres no nos cansamos nunca de luchar.”