En el 80 aniversario del ataque, instan sobrevivientes al desarme nuclear; el mundo, en dirección opuesta, dicen

Domingo 10 de agosto de 2025, p. 18
Nagasaki. Por primera vez en 80 años, ayer sonaron las campanas gemelas de la catedral de Urakami, destruidas en el bombardeo atómico de Estados Unidos sobre Nagasaki. En recuerdo al trágico acontecimiento, la ciudad organizó una ceremonia que tuvo lugar en el Parque de la Paz, con asistencia de aproximadamente 2 mil 600 personas y representantes de numerosos países; los presentes guardaron silencio a las 11:02 hora local, momento exacto cuando explotó Fat Man (como fue nombrado el obús nuclear).
La bomba de plutonio mató aproximadamente a 70 mil personas el 9 de agosto de 1945. Los sobrevivientes, la mayoría con secuelas físicas, esperan que sus desgarradores recuerdos puedan ayudar a que su ciudad natal sea el último lugar en la Tierra en ser golpeado por un proyectil nuclear.
“Incluso después de terminada la guerra, la bomba atómica causó un terror invisible”, recordó Hiroshi Nishioka, un sobreviviente de 93 años. Señaló que muchas personas sin aparentes heridas graves comenzaron a sangrar por las encías, a perder el cabello y murieron. “Nunca usen armas nucleares de nuevo o estamos acabados”, afirmó.
“Sólo busco un mundo sin guerras”, enfatizó Koichi Kawano, un sobreviviente de 85 años que colocó flores en el monumento del Hipocentro, decorado con coloridas grullas de papel y otras ofrendas.
El alcalde de Nagasaki, Shiro Suzuki, cuyos padres sobrevivieron al ataque, pidió la abolición de las armas nucleares y la paz mundial. “Trabajaremos codo con codo con los ciudadanos del mundo y dedicaremos nuestros máximos esfuerzos a la abolición de las armas nucleares y al logro de una paz mundial duradera”, afirmó Susuki.
Los supervivientes están preocupados por el desvanecimiento de los recuerdos, ya que muchos de ellos eran demasiado jóvenes para recordar el ataque con claridad.
“Debemos mantener registros de los daños causados por el bombardeo atómico a los sobrevivientes y de la historia de su vida”, afirmó Yokoyama, cuyas dos hermanas murieron después de sufrir enfermedades relacionadas con la radiación. Ella participa en una organización que documenta y digitaliza las narrativas de los sobrevivientes para difundirlas en plataformas y redes sociales, con la ayuda de una nueva generación.
“Hay gente joven que empieza a actuar (…) Así que creo que no tenemos por qué deprimirnos todavía”, declaró Yokoyama
Los sobrevivientes, que ahora suman alrededor de 99 mil 130 con una edad promedio de más de 86 años, renovaron su llamado al desarme nuclear y expresaron preocupación porque el mundo avanza en la dirección opuesta.
Nagasaki invitó a representantes de todos los países a la ceremonia del sábado. Esta vez China no asistió y el acto del año pasado enfrentó controversia debido a la ausencia de enviados estadunidenses y de otros países occidentales, luego de la negativa japonesa de invitar a Israel.