Sábado 26 de julio de 2025, p. 25
En la Ciudad de México, más de 160 mil personas se reconocen como afrodescendientes, de las cuales 51 por ciento son mujeres, que han manifestado haber enfrentado experiencias de desigualdad.
En las alcaldías de Milpa Alta, Xochimilco, Miguel Hidalgo e Iztapalapa es donde existe una mayor percepción de racismo, pero es en esta última donde se tiene la presencia de mujeres afrodescendientes que viven, transitan o migran en busca de oportunidades, de acuerdo con la Cartografía de la Discriminación, que se realizó durante el censo de 2020.
Los datos fueron retomados por la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México en el contexto del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente para dar a conocer las barreras que enfrentan en movilidad y acceso a una vida digna.
La muestra también refleja cómo el racismo impacta en sus vidas, además de identificar la distribución territorial de personas afrodescendientes en la ciudad, para el diseño e implementación de políticas públicas de atención a estos grupos.
El reconocimiento de las afrodescendientes, expone el organismo, implica visibilizar las condiciones de las familias y comunidades, por ello desde 2012 se mantiene un compromiso con esta población.
Se les incorporó en la categoría identitaria de persona afrodescendiente o afromexicana en el sistema de indicadores de la CDHCM, generando un marco de referencia para la protección de sus derechos, por lo que así se pudieron abrir 13 expedientes de queja, cuatro de mujeres que afrontan problemáticas como el derecho a la igualdad y la no discriminación, al debido proceso, a la libertad y a la seguridad personal.
Los casos hacen evidente la persistencia de estigmas raciales y ejemplifican cómo las mujeres afrodescendientes se convierten en defensoras, aumentando su visibilidad y la reivindicación.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente la Comisión de Derechos Humanos capitalina recordó que ser afrodescendiente no implica existir en un espacio histórico mar-cado por el silencio y la estigmatización, sino en un reconocimiento público que incorpore al relato nacional su presencia y sus contribuciones.