stamos por cumplir dos meses desde que Trump declaró la guerra contra la ciudad de Los Ángeles y los inmigrantes que residen en la urbe. Aun cuando ha habido redadas en otras ciudades, Los Ángeles ha sido el epicentro de los ataques contra inmigrantes. Queda claro que Trump quiere doblegar a Los Ángeles y su población, la ciudad donde reside el mayor número de inmigrantes en todo EU y la ciudad que se declaró santuario en 2019. En Los Ángeles, todo el mundo interactúa con un inmigrante, trabaja con ellos o tiene relación personal o familiar con alguno. Las acciones en Los Ángeles destacan los límites del poder que ejerce Trump.
Desde la primera semana de junio, imágenes de agentes encapuchados y sin identificación pertenecientes al ICE, la Patrulla Fronteriza, y hasta la FBI, acompañados de pelotones de infantería ( Marines) y efectivos de la Guardia Estatal acosando inmigrantes indefensos se han difundido por todo el mundo evidenciando las motivaciones racistas del régimen de Trump. Como ha dicho Stephen Miller, el principal asesor de Trump sobre inmigración, engrandecer América,
es en realidad un proyecto que busca reimpulsar el privilegio blanco en EU, conclusión a la que llegó un juez federal que dictó que hay una montaña de evidencia
que las personas detenidas por las autoridades sólo tienen un factor en común, el color de su piel. Subyugar a Los Ángeles, la ciudad donde inmigrantes son parte integral de la sociedad y de los movimientos sociales, sería más que una simple victoria simbólica, permitiría que Trump impulse su proyecto racial en todo el país.
Ante la presente crisis, el Partido Demócrata de nuevo brilla por su ausencia y resalta que no tiene propuesta ante la actual situación. Caso tras caso, sus líderes hacen eco a la política de Trump, aceptando la idea de que hay que militarizar la frontera y restringir la inmigración, aun cuando los cruces fronterizos están en su nivel más bajo. Sus acciones crean las condiciones que Trump ha podido explotar para su campaña de odio contra los inmigrantes.
Si Trump pensó que Los Ángeles se doblegaría, se equivocó. Desde el inicio de las redadas, los hijos de los inmigrantes han liderado la resistencia contra esas acciones. Esto no es nuevo. En Los Ángeles, y en EU en general, los hijos de inmigrantes han sido claves en la creación de movimientos sociales; lo fueron en los años 30, 70 y 80; también ahora. La segunda generación en la mitad del siglo XX transformó la política de EU, enfrentándose al tradicional racismo anglosajón. En 1994, ante la proposición 187, que eliminaría los servicios públicos para inmigrantes, los jóvenes de secundaria abandonaron las aulas y salieron a la calle a protestar inspirando un movimiento de resistencia. En 2005, ante la llamada l ey Sensenbrener, que criminalizaría a los inmigrantes, los jóvenes inspiraron marchas masivas de más de un millón de personas contra la ley.
Como parte de la resistencia, jóvenes patrullan las calles y usan medios sociales para informar a la comunidad dónde se realizan redadas. En otros casos graban las redadas y retan las acciones oficiales. Muchos sectores artísticos y sociales se han solidarizado con los inmigrantes, incluyendo raperos, muralistas, intelectuales y autores. Esta solidaridad ha resultado en movilizaciones en que han participado cientos de miles de personas. Los agentes de inmigración, gran número de los cuales son hijos de inmigrantes, enfrentan el repudio social generalizado. Con el asalto a Los Ángeles, y la resistencia que ha generado, el apoyo con que contaba Trump hasta hace poco, se desvanece.
Mientras los medios comerciales de EU se enfocan en el caso del pedófilo Jeffrey Epstein y su relación con Trump, no reportan lo que podría ser un cambio dramático en la política nacional. Aun después de meses de una intensa campaña antinmigrante, una encuesta de Gallup (junio 2025) destaca que 79 por ciento de la población de EU considera que los inmigrantes son factor positivo para la sociedad. Agrega que, sólo 30 por ciento piensa que se debe reducir la inmigración, de igual forma pocos apoyan la construcción de una muralla o las deportaciones masivas. El sondeo revela que jóvenes (18-29) que hace menos de un año votaron por Trump, hoy lo han abandonado. Aunque los republicanos han cultivado grupos de jóvenes derechistas, su estrategia no ha tenido mucho éxito con los hijos de inmigrantes. De Los Ángeles a Nueva York, la postura de menores de 30 años no se refleja en los medios. Aunque los medios comerciales siguen enfocándose en los influencers derechistas, la mayoría de los jóvenes encuestados reportan una actitud positiva hacia el socialismo. No hay mejor ejemplo que Nueva York, donde el voto joven otorgó la victoria al socialista Zohran Mamdani, de 33 años, en la primaria demócrata para alcalde de la ciudad. Así, el movimiento estudiantil en apoyo a Palestina, que incluye una coalición de estudiantes palestinos, musulmanes, judíos, e inmigrantes, ha transformado el debate sobre Medio Oriente. En cada ciudad, una nueva generación progresista, con raíces fuertes en las comunidades inmigrantes, son factor decisivo en la política. Es posible, que los 2020, al igual que los 1930, 1960 y 1990, sean recordados como punto de inflexión inspirado por una nueva generación.
Profesores eméritos, Departamento de Historia, Pomona College