Alternativa de empleo en Ixmiquilpan


Martes 22 de julio de 2025, p. 27
Ixmiquilpan, Hgo., Estela Ferrera Bojay sujeta con hilo morado dos manojitos de fibra de ixtle amarillo; los trenza y elabora un crucifijo. Después hace un collar de 59 cuentas (seis para rezar el Padre Nuestro y 53 para el Ave María) para lo cual utiliza piedras de chaquirón. Con cada rosario se tarda hasta dos horas y los vende en 100 pesos cada uno.
Como ella, otros 11 indígenas de la comunidad otomí de Usthejé, municipio de Ixmiquilpan, obtienen de esa planta bordados, llaveros, estropajos, cuerdas, escobetillas, entre otros productos. En diciembre pasado comenzaron a hacer también unos ingeniosos árboles de Navidad. La planta, además sirve para elaborar champús y jabones.
Gelacio Pérez Bojay relató que él, al igual que muchos vecinos de la localidad, se fue de bracero a Estados Unidos. En 2003, ante la persecución de migrantes por autoridades de ese país y la escasez de empleos, se regresó a Usthejé –en una zona cerril de difícil acceso, unos 15 kilómetros al noroeste de la cabecera municipal– y comenzó con la idea de crear una cooperativa para explotar la lechuguilla como una alternativa ante la falta de empleo y apoyos gubernamentales.
En 2014, 11 pobladores buscaron ayuda para explotar la planta; integraron una cooperativa y dispusieron de 250 hectáreas, la mayoría en los cerros de la demarcación para reforestar con lechuguilla. La Comisión Nacional de Zonas Áridas (Conaza), del gobierno federal, les respondió positivamente.
En la Conaza les dijeron que primero debían comprobar la propiedad de los predios, por lo que tuvieron pagar por una serie de trámites para escriturar sus terrenos tras lo cual les dieron un mínimo apoyo
.
De 2014 –cuando se estableció el taller– a 2020 sólo se dedicaron a producir rollos de fibras, las cuales compraba una empresa en 80 pesos el kilogramo. A partir de la pandemia de covid 19, en 2020, comenzaron a producir otros artículos.
Así, con pinzas, pericos
, cepillos
de clavos y otras herramientas, con dificultades, pero con gran dedicación, los socios de la pequeña cooperativa elaboran sus artesanías que exhiben en el taller.
La pequeña factoría es visitada de vez en cuando por turistas que no siempre compran. Ofrecen sus productos en el tradicional tianguis de los lunes en el centro de Ixmiquilpan y en ferias artesanales.
Pérez Bojay comentó que debido a la escasa venta de sus productos y de centros de comercialización, sólo aprovechan 50 por ciento de la fibra de lechuguilla que producen. La otra mitad la venden a los coyotes o intermediarios que acuden regularmente a los pueblos indígenas a comprar la fibra a muy bajo costo.
Cristina Tacthón Palma, otra artesana, reiteró que la Conaza les construyó el pequeño taller que se equipó con dos máquinas, mesas, sillas y herramientas. Por desgracia, recordó, en 2018 los programas de la Conaza se terminaron, por lo que Cristina y los otros integrantes de la cooperativa hicieron un llamado a la presidenta Claudia Sheinbaum para restablecerlos.
En un recorrido por el lugar, La Jornada comprobó que el proceso para elaborar las artesanías, comienza con la siembra de la planta en las empinadas laderas de los cerros donde se ubica la comunidad. El ixtle o lechuguilla es una planta parecida al maguey originaria del semidesértico Valle del Mezquital del estado de Hidalgo.
Así, con gran esfuerzo y ganas de superación, los indígenas de la comunidad de Usthejé se ganan la vida creando verdaderas obras de arte y de paso, preservar su entorno ecológico con el cultivo de la lechuguilla.