Madrid. Muy asociado a la imagen de España, el abanico vive una segunda juventud, gracias al impulso de creadores que están renovando este accesorio práctico, elegante y ahora imprescindible para enfrentar las olas de calor cada vez más frecuentes.

En este caluroso mes de julio, en un vagón del Metro madrileño, abarrotado de pasajeros agobiados enmedio de un aire irrespirable, una pasajera saca de su bolso un pequeño objeto rectangular y lo abre con un chasquido. Un instante después, sus vecinos envidian la ligera brisa refrescante que produce el movimiento del abanico.

Modelos artesanales

El abanico aquí en España lo utiliza todo el mundo. Pequeños, mayores, jóvenes, hombres, todo el mundo utiliza abanico. ¿Por qué? Porque hace calor, resume Arturo Llerandi, dueño de la tienda de abanicos Casa de Diego, una institución situada desde hace más de 200 años en la Puerta del Sol, corazón de la capital española.

Ahora que es verdad que está haciendo más calor en Europa, también lo está utilizando todo el mundo. Es muy común, lo veo por todos los sitios, continúa Llerandi, en su local siempre lleno.

Su tienda ofrece 10 mil modelos diferentes, hechos a mano, de hueso, de encaje para las novias o más pequeños para los hombres, para llevarlos en el bolsillo de la chaqueta, con precios que pueden ir hasta 6 mil euros (7 mil dólares) para los más lujosos.

Carmen Pulido, de 62 años, busca un regalo para un familiar y un abanico le parece perfecto. Creo que es necesario últimamente, subraya.

Rosa Núñez, una jubilada de 69 años, alaba al abanico de toda la vida. Me compré un ventilador, pero se quedó sin pilas. A un abanico no se le acaba la pila, agrega.

Pesada herencia

El abanico es un accesorio que tiene una pesada herencia (...) que se percibe como un objeto antiguo, para las personas mayores, reconoce Olivier Bernoux, maestro artesano al frente de una tienda de abanicos de lujo instalada en Madrid desde hace 10 años.

Pero no es ni kitsch ni para mujeres mayores, corrige inmediatamente quien tiene entre sus clientas a Rosalía, Madonna, Eva Longoria o Rossy de Palma, con quien ha firmado una colección.

Clientes de todo el mundo

Con el cambio climático, encuentras abanicos incluso en Nueva York, porque hay que encontrar una manera de refrescarse, subraya el maestro artesano.

Su clientela viene de todo el mundo, con expectativas diferentes.

Durante la fiesta del Orgullo de Madrid, a principios de julio, algunos bailarines hacían chasquear su abanico al ritmo de la música, frente a numerosos espectadores que agitaban los suyos adornados con los colores del arcoíris, ilustrando el uso cada vez más frecuente de este pequeño objeto como soporte publicitario o para enviar mensajes.

Erika von Berliner, una periodista ecuatoriana, lo ve como un accesorio muy bonito, muy elegante.

El abrir y cerrar el abanico es un gesto maravilloso, que va a llamar la atención, asegura Bernoux.

Recomiendo poner perfume en el abanico. En el transporte público, lo sacas y eso transforma un momento difícil en uno más llevadero, concluye.