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Convocan a los espíritus para recrear las leyendas de San Ángel y Chimalistac

Reposición de puesta en escena integra a un cómico decimonónico que detalla los hechos reales

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▲ Prueba de vestuario para Ánimas, mascarada de espectros, que se estrena el 1º de agosto en capilla gótica del Instituto Cultural Helénico.Foto cortesía de la producción
 
Periódico La Jornada
Martes 8 de julio de 2025, p. 7

En México tenemos la tradición de hablar de fantasmas. “En realidad son espectros con los que es fácil identificarnos: fueron personas que sintieron amor, odio, celos, envidia, ambición… y siguen presentes con nosotros”, afirma a La Jornada Rafael Pardo, quien produce y dirige Ánimas, mascarada de espectros, puesta en escena que se repone tras años y que revive tres leyendas del siglo XVII sucedidas en San Ángel que podrían vivirse hoy.

A decir de Rafael Pardo, ése es el encanto de este espectáculo histriónico que combina actuación, teatro de sombras y una estética que pretende transportar de la capilla gótica del Instituto Cultural Helénico, donde se monta, hasta la Nueva España.

Abrazadoras seguro resultarán las notas en vivo de la flauta transversa de Maria Kakorina y las del violín barroco de Eduardo Espinosa, ejecutantes excelsos de la Orquesta Sinfónica de Minería. La dramaturgia es de Fernando Martínez Monroy, quien incorporó las versiones, digamos, originales de las leyendas y las que, según los realizadores de la obra, sucedió de verdad.

Rafael Pardo comparte a La Jornada que las leyendas siempre le han llamado la atención porque forman parte de nuestra historia oral y escrita; nos cuentan parte de lo que somos, dando explicación a hechos no reales o reales que terminan siendo enmascarados por un mito. Son historias de pasiones humanas en las que los personajes se vuelven mucho más vivos, donde no están con ese tono acartonado (que se usa con puestas de época), no puedo decir que más realista, pero con una historia que parezca real.

Y es que, argumenta, “no me gusta que cuando se abordaban las leyendas fueran poco creíbles. Lo que se nos ocurrió fue ver qué pasaría si contáramos la leyenda con un narrador, un cómico (Arcadio Coyote: personaje del siglo XIX) que nos cuente algo que sucedió en el siglo XVII, o sea, dos tiempos en un solo espacio. Arcadio, junto con su compañero títere, un cuervo que es su alter ego, puntualiza algunas cuestiones reales de lo que esconde la leyenda, acompañado de dos músicos que forman una compañía itinerante y callejera en las calles de México.

“A partir de esa idea, escogimos tres leyendas en las que podemos darle una forma corpórea a cada uno de los personajes y contar la leyenda de lo que suponemos que pasó y le dio origen. Las historias son La tentación, Sin morir estaba muerto y La desaparición del niño.

Rafael se dio a la tarea de investigar para dar con los personajes que vivieron la historia que se hizo leyenda. Buscó en documentos de la Inquisición y en el Archivo General de la Nación, entre otros, para obtener un halo de verdad de los personajes que la vivieron; aclaro que sólo encontré de los hombres, porque tristemente en el siglo XVII la mujer no valía nada.

Una vez que tuvo la información dura, indagó en barrios como Chimalistac y en San Ángel para hacer “una ficción de la ficción, y te puedes quedar con la historia que platica Arcadio Coyote o con la que propone Anima, máscara de espectros de lo que pudo haber pasado”.

–¿Es una especie antropología teatral?

–Sí, echamos mano de los medios que podíamos investigar y hablamos con personas que algo sabían en San Ángel. Llegué con mi estudio y Fernando Martínez Monroy, el dramaturgo, captó lo que le dije y lo teatralizó.

Pardo aclara que las leyendas no son más de tres cuartillas de texto y lo que averiguamos se concretó con información de personajes reales. Lo que hace Fernando Martínez Monroy es darle voz a cada uno de ellos teniendo tres hojas de datos y la recopilación histórica. Él respeta la parte de ese teatro en el que prevalece la palabra, sin que la puesta se vuelva barroca o cansada, simplemente cuando el teatro tiene el peso de la palabra, junto con la acción y con los hechos que vamos narrando.

Y agrega: yo imaginaba la dirección y él iba apuntando hasta volver esto algo más cinematográfico. O sea, no ves la historia uno y luego la dos. En este caso aprecias un pedazo de la primera y así sucesivamente en saltos elípticos, haciendo escenas que formen secuencias y que harán la obra completa.

Comenta que trabajan bajo el concepto del nombre ánimas porque todos los personajes son ánimas que están, bajo el catolicismo, en el purgatorio, vagando, y están repitiendo la misma historia varias veces, incurriendo siempre en el mismo error... No encuentras cuál fue la causa que los hizo repetir la misma historia durante siglos.

–¿Por qué se inmiscuye con este tipo de montajes?

–Hay una pasión por las cosas que pertenecen a nuestra tradición, y como no soy antropólogo, pues lo hago en el teatro. Nos vestimos con trajes de época y música que trasporta. Es teatro que puede trasladar a otro tiempo para tratar de sentir esas historias que sucedieron, que por cierto no hemos cambiado mucho, por lo que es fácil identificarse.

¿Por qué máscara de espectros?, se pregunta a sí mismo el director. Porque en esa época se acostumbrada usar la máscara y porque todos usamos una para poder vivir o para querer vivir; la cambiamos según el lugar donde estemos. A los personajes se las quitamos para ver qué está adentro de cada uno de ellos. Y espectros porque son seres que más allá de ser fantasmas, que se aparecen en distintas formas, como sombras, a veces en el viento o como una figura.

En esta reposición actúan Juan Ignacio Aranda, Lisbi Cuéllar, Alicia Lara, Antonio Rojas y Miguel Ángel Morales, entre otros. Se estrena el 1º de agosto y permanecerá todos los viernes, sábados y domingos hasta el 22 de septiembre en la capilla gótica del Instituto Cultural Helénico (avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn, CDMX).