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Lo llevamos en la sangre, bailarinas egipcias defienden la danza del vientre
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▲ Las instructoras de baile Amie Sultan (centro), Safaa Saeed (izquierda) y Menna Emmam del Instituto Taqseem, en un ensayo en El Cairo.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de julio de 2025, p. 8

El Cairo. En Egipto, una nueva generación de bailarinas se esfuerza para restaurar la imagen de la danza oriental, de moda en Occidente pero estigmatizada durante décadas en el país que la hizo famosa.

Este baile, de origen muy antiguo y que estuvo omnipresente en las películas de la época dorada del cine egipcio con artistas legendarias como Tahiya Carioca o Naima Akef, se ha visto arrinconado cada vez más a las discotecas y las bodas.

Hoy en día, ninguna mujer puede ser bailarina de danza del vientre y seguir siendo respetada, se lamenta Safy Akef, de 33 años, profesora y sobrina nieta de Naima Akef.

A pesar de su experiencia y de su prestigiosa historia, Safy Akef nunca se ha subido a un escenario en Egipto: Una vez terminado el espectáculo, el público no te respeta, te reduce a un objeto, explica.

En su opinión, este género se ha ido quedando en manos de bailarinas, muchas veces extranjeras, que actúan ligeras de ropa, lo que alimenta el rechazo moral en una sociedad cada vez más conservadora.

Safaa Saeed, de 32 años y profesora en una escuela de baile en El Cairo forma parte del movimiento impulsado por la coreógrafa Amie Sultan para incluir la danza oriental en el patrimonio inmaterial de la Unesco.

Amie Sultan, bailarina clásica reconvertida a la danza oriental, prefiere hablar de danza baladi, de la palabra árabe balad, que significa patria. El baladi refleja el alma que tenemos, resume. Pero este tipo de danza se ha alejado mucho de sus orígenes para quedar reducido a un entretenimiento superficial. Esta fractura es el resultado del puritanismo en Egipto y de la herencia colonial, menciona.

Estigma colonialista

En el libro Imperialismo y Heshk Beshk, la autora egipcia Shatha Yehia describe los orígenes milenarios de este arte y recuerda que el término danza del vientre es una invención del siglo XIX, impulsada por los colonizadores franceses.

Esta apelación, ha conllevado un sesgo exótico y connotativo, en Egipto y en todo el mundo.

Heshk Beshk –una onomatopeya de la lengua egipcia que evoca las ondulaciones de las caderas– no es sólo una etiqueta pegada a la bailarina, según su análisis. “Es la versión vernácula egipcia de la mujer fatal, una mujer destructiva que utiliza su cuerpo y su poder femenino para conseguir lo que quiere. No es sólo una imagen de vulgaridad o inmoralidad, es sinónimo de vicio y libertinaje”, añade.

Para cambiar esta tendencia, Amie Sultan lanzó en 2022 el Instituto Taqseem, donde decenas de mujeres han recibido una formación completa: técnica, teoría, historia y musicalidad. Sultan también da conferencias en universidades con el objetivo de desmitificar el género.

Lo llevamos en la sangre, asevera Safaa Saeed.