a confianza es una de las características presente en la obra de Célestin Freinet. Dice: “Si conseguís cambiar el clima de vuestra clase; si dejáis que se desarrolle la libre actividad, si sabéis calentar un poco los corazones con un rayo de luz que suscite la confianza y la esperanza… vuestro trabajo (dignificante y gozoso) rendirá al ciento por ciento”. La desconfianza escolar apesta al escolasticismo combatido por Freinet. Para él, el escolasticismo es una enfermedad, una plaga propia de escuela muerta, al margen de la vida de los escolares y maestros (Las enfermedades escolares, pp. 43-51). En otro texto agrega: Se dice que la escolástica es dogmática, es decir opuesta a las enseñanzas de la experiencia, porque es cerrada, fría e inhumana...
(Consejos a los maestros jóvenes, pág. 62).
La escolástica deja en un plano secundario la esencia de la educación (cooperación, desempeño democrático, expresión libre, fortalecimiento de la autonomía y la autoestima de los escolares, etc.), y da un peso, excesivo, inmerecido, a lo que muchas veces resulta innecesario y podría desaparecer en la cotidianidad escolar: tareas, calificaciones (en realidad cuantificaciones), promedios, exámenes, selección de los mejores
, disciplina, orden, silencio, obediencia, jerarquías, reglamentos, presencia de autoridades formales, y todo lo que se le parezca: son las taras, a las que se refiere Freinet, encaminadas a controlar todo como si eso fuera lo esencial.
Durante la soledad de la pandemia, ante el crecimiento vertiginoso de la virtualidad, tuve una reflexión recurrente que me condujo, para explicar el escolasticismo a mis estudiantes, a escribir un texto libre que les hice llegar por correo electrónico. Además de ideas generales, como las anotadas líneas atrás, en esa ocasión expresé varias cuestiones: el escolasticismo ha contado con un nuevo aliado, de golpe se impuso el escolasticismo virtual. ¡Lo que nos faltaba! Hay que tener en cuenta que no existe una vacuna para prevenir o eliminar el escolasticismo, como sí la hay para el coronavirus; pero habrá que descubrir formas para combatir, aminorar y eliminar la agobiante enfermedad escolar. Más que nunca, tiene vigencia esta advertencia de Freinet: Lo queramos o no, hoy es una necesidad superar la escolástica y crear un medio humano, donde el niño se habitúe a actuar como hombre y como ciudadano
(La educación moral y cívica, pág. 17). Pero romper el escolasticismo no será tarea fácil, según alerta Freinet, se necesita valor: Hay una ley del medio escolástico. El que intenta violarla derrumba todo el edificio. Tenéis que correr ese riesgo
(Consejos a los maestros jóvenes, pág. 75). Ése es el tamaño de la pedagogía del riesgo de Freinet.
Efectivamente, el escolasticismo virtual llegó para quedarse en la docencia y en la vida toda de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ello no ha sido difícil, lo peorcito del escolasticismo presencial, de años, se está adaptando rápidamente a la virtualidad. Algo de lo más reciente: en días pasados afloró el tema del próximo ingreso de estudiantes al bachillerato de la institución (preparatoria y CCH). En su momento (26/2/25) escribí en este espacio que la UNAM –al margen del plan nacional de inscripción al bachillerato–, sin examen de selección, decidió, por ser autónoma, continuar con la exigencia del examen de admisión para el ingreso de los aspirantes. La prueba, apenas aplicada hace unos días, se realizó de manera virtual, sofisticada, con el uso de inteligencia artificial, para evitar la comisión de trampas de los aspirantes, según comentarios de la prensa, parafraseando a los directivos de la universidad. Reaparece así, en toda su desnudez, la pedagogía de la desconfianza, en este caso virtual, como muestra del escolasticismo que campea en la UNAM. Veo, cuando menos una doble desconfianza hacia el estudiantado: por un lado se pone en duda la suficiencia de los conocimientos, avalados por la escuela secundaria, para continuar con los estudios de bachillerato, y en segundo término se desconfía del alumno en lo personal, como si por naturaleza fuera tramposo. ¡Vaya respeto el que se le tiene a la juventud!
Hablando de trampas, convendría escudriñar para determinar si es, o no, un engaño de la UNAM hacia el estudiantado, sus familias y los mexicanos en general, el uso de la autonomía universitaria para perpetuar la vigencia del examen, y si éste garantiza, o no, una selección racional, justa y equitativa, en beneficio de los sustentantes, de la universidad y del país. Desde mi humilde punto de vista, al margen de cualquier partido político, la UNAM, con el examen virtual, se está ubicando, una vez más, a la zaga de la renovación de México. Urge que se transforme la UNAM.
Coletilla: Imagine el lector lo que podría haberse hecho en el asunto de los comedores universitarios, exigidos por los estudiantes. Con el dinero, poco o mucho que fuera, que se gastó en diseñar, probar y aplicar la aludida evaluación digital, podría disponerse de más recursos para los comedores, el pago justo a los profesores de asignatura y la presencia de una educación liberadora, si se tomara la decisión de suprimir el Tribunal Universitario, como elemental muestra de que la institución confía en su estudiantado. También convendría la eliminación de la Junta de Gobierno, liberándose algunos pesos. Por cierto, todo va junto, la lucha por una pensión digna, que está dando la CNTE, incumbe al profesorado y los trabajadores de las universidades públicas del país, urge abrir los ojos.
¡Elevemos la mirada de la educación!
* Profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México