Política
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Diez años que podrían cambiar la faz de una nación
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eter Baker, uno de los periodistas más respetados en Estados Unidos, publicó en The New York Times una síntesis de los 10 años en los que Donald Trump ha sido protagonista de los más profundos cambios en esa nación.

En su artículo El descenso en una montaña rusa de los últimos 10 años en sólo 30 segundos se refiere a la forma en que el presidente más impopular en la historia del país ha impactado la economía y fundamentalmente la política estadunidense. En algunos párrafos, Baker da cuenta de algunos de los hechos más destacados mediante los que la nación ha dado un vuelco de 180 grados. Vale agregar que después de más de 200 años, en los que la sociedad estadunidense ha tratado de construir una democracia moderna, conservadores y liberales disputaron el camino para imponer su ideología, pero en un periodo de 10 años, una persona –quien no precisamente se distingue por su capacidad para diferenciar entre una y otra ideología, o la ética y la moral necesarias para conducir una nación– se ha investido de rey.

Un ejemplo es que, consecuente con sus instintos mercantiles, ha normalizado el conflicto de intereses monetizando la casa presidencial mediante la invitación a un puñado de especuladores financieros a invertir en su empresa familiar de criptomonedas.

A diario sorprende con nuevos decretos en los que se plasma su trasnochada idea de lo que debiera ser una sociedad en múltiples esferas: la academia, el arte, las barras de abogados, los deportes, la prensa, la radio, la televisión, y hasta en la forma de resolver los congestionamientos de tráfico. Él y sus aliados han proclamado su intención de remover los cimientos del sistema que por generaciones ha sido la base sobre la que descansa Estados Unidos. Paulatinamente, ha desmantelado el gobierno y sus agencias, subvertido el sistema internacional de comercio y la investigación científica

Ha transformado el término diversidad en un concepto tan radioactivo que incluso corporaciones e instituciones privadas intentan cambiar su política de respeto y tolerancia entre quienes trabajan en ellas. La cultura de patrioterismo y los caducos valores familiares, contra los que una cada vez más ecuménica y moderna sociedad se había manifestado, son valores que Trump pretende destruir, refrendando su obsesión por recuperar la grandeza perdida de Estados Unidos. Racismo, sexismo, homofobia, xenofobia, nacionalismo cristiano y supremacía blanca resurgen como moneda corriente. Agentes enmascarados recorren las calles, lo mismo en Los Ángeles que en Nueva York, Chicago o Houston, cumpliendo con el mandato del presidente de aprehender y deportar a todos aquellos sospechosos de ser indocumentados o que protesten en contra de su cruel y vengativa política migratoria.

En palabras de la profesora de ciencia política Christina M. Greer, Trump ha expuesto la fragilidad democrática de una nación y antepone sus intereses y forma de pensar a contracorriente de la historia y aspira a regresar a los orígenes de una historia que muchos prefieren olvidar convirtiendo lo anormal en normal. Una muestra del travestismo por el que la nación atraviesa es el hecho de que una persona convicta por varios delitos es hoy presidente y, en esa calidad, ha perdonado a quienes el 6 de enero de 2021 él mismo incitó a atacar la sede del Poder Legislativo, hiriendo a varios policías y culminando con el asesinato de dos de ellos.

En medio de la crisis por las que atraviesa el Partido Demócrata, Trump ha trastocado la ideología de diversos grupos para forjar una coalición que garantice su proyecto. La pregunta que se hace Baker entre muchos otros, es: ¿sobrevivirá esa coalición a Trump, y él mismo sobrevivirá su proyecto?

De última hora: muchos observadores se preguntan cuál será la respuesta del gobierno iraní en torno a la decisión del presidente estadunidense de bombardear sitios estratégicos en Irán en los que, según reportes de inteligencia israelí y estadunidense, se enriquecía uranio con miras a fabricar armas nucleares. Con razón, los focos de alarma se prendieron en Medio Oriente y Estados Unidos sobre las consecuencias de tal decisión.