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Disquero
Branford Marsalis / Keith Jarrett
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▲ Imágenes promocionales del álbum Belonging, del Branford Marsalis Quartet.Foto
 
Periódico La Jornada
Sábado 21 de junio de 2025, p. a12

El nuevo disco de Branford Marsalis es un desafío. Se titula Belonging, igual que el disco que grabó Keith Jarrett en 1974.

Se trata de un ejercicio insólito: grabar el álbum completo, tal cual, sin que se trate de una versión, una adaptación, una glosa o cualquier cosa semejante a lo que se estila en jazz y en todos los géneros: interpretar una obra ajena en una versión propia.

Se me antoja describir este acontecimiento así: es como cuando un director de orquesta dirige, digamos, la Quinta Sinfonía de Beethoven, con una orquesta sinfónica determinada, mientras otro director de orquesta dirige la misma obra, pero con diferente orquesta.

Es decir, la música es la misma, aunque las versiones son diferentes, y es la misma porque la música está escrita en papel pautado y son diferentes porque cada director de orquesta imprime su propia personalidad a cada interpretación.

De manera que el disco Belonging de Branford Marsalis es el mismo disco Belonging de Keith Jarrett, pero el resultado es diferente.

Se aleja de la práctica más socorrida en jazz, denominada estándar y que consiste en la interpretación de parte de un músico o un grupo de músicos de una obra digamos clásica de otro músico o grupo de músicos.

El estándar es un género en sí mismo. Es apasionante escuchar, por ejemplo, Autumn Leaves, por mencionar una de las obras emblemáticas de los estándares, en una cantidad innumerable de intérpretes y siempre será Autumn Leaves.

Esta pieza nació del mundo del ballet, la compuso el legendario Joseph Kosma para el coreógrafo Roland Petit en 1945 y de la letra de la pieza se hizo cargo Jacques Prévert, en francés.

Todo fue que Johnny Mercer, visionario, hiciera la versión en inglés para que se dispersara como pólvora.

El primero en obtener notable éxito discográfico con Les Feuilles Mortes fue Yves Montand, pero a partir de Roger Williams la versión en inglés se desperdigó por doquier. La lista de cantantes que han hecho de Las hojas muertas un ser vivo es impresionante: Bing Crosby, Nat King Cole, Doris Day, Frank Sinatra, Eric Clapton...

Autumn Leaves es uno de los estándares más socorridos en el territorio del jazz y ahí el listado es también faraónico: Artie Shaw, Stan Getz, Cal Tjader, Ahmad Jamal, Errol Garner, Duke Ellington, Miles Davis, Bill Evans y, entre la pléyade, Keith Jarrett, cuya obra Belonging ahora es, por vez primera por cierto en su larga obra, un estándar.

Valga el paréntesis: en el Disquero hemos reflexionado en ocasiones a propósito del destino de la obra de Keith Jarrett cuando, dicen en mi pueblo, nos falte. Porque es un autor que interpreta su obra, no la escribe para que otros la interpreten. Jarrett siempre suena con Jarrett… hasta ahora, que al maestro Branford Marsalis le vino en gana hacerlo estándar.

Pero sigamos con el ejemplo asumido para reseñar la hazaña de Branford Marsalis con el álbum Belonging de Keith Jarrett: la pieza Autumn Leaves suena siempre diferente, pero siempre es la misma pieza, y es la misma pieza pero cada intérprete imprime su propia personalidad y resulta una pieza nueva.

Eso es exactamente lo que sucede con el álbum Belonging de Keith Jarrett interpretado de cabo a rabo por Branford Marsalis y su Cuarteto.

Primero, es menester desglosar el álbum original: es otra de las obras maestras que debemos a un personaje fundamental en la historia de la música: el productor alemán Manfred Eicher, en cuya disquera que fundó, ECM, ha escrito la historia de lo que era jazz para convertirse en nuestra música contemporánea.

El aserto de Eicher consistió en vislumbrar el futuro de dos gigantes jovencitos que venían de experiencias personales diferentes pero que tenían en común denominadores que garantizaban de antemano música de prodigio, y fue así como Manfred Eicher presentó al joven pianista estadunidense Keith Jarrett con el mancebo noruego Jan Garbarek.

Keith Jarrett venía de grabar obras fundamentales de Miles Davis, como parte de su grupo. Hay que subrayar que Miles Davis es otro gran descubridor de talentos, pues gracias a él hoy el mundo tiene a colosos musicales en discos preciados grabados por músicos en quienes Miles vislumbró el futuro: John Coltrane y Keith Jarrett entre ellos. Y nombro solamente a ellos dos, aunque hay muchos más, porque este par tiene mucho que ver con la hazaña que ideó y logró Bradford Marsalis.

Keith Jarrett grabó con Jan Garbarek el disco Belonging en lo que se denominó El Cuarteto Europeo de Jarrett, quien firmó con seudónimo debido a intríngulis de la disquera con la que había firmado antes.

El Cuarteto Europeo de Keith Jarrett: Jan Garbarek en saxos tenor y soprano; Palle Danielsson en contrabajo; Jon Christensen en los tambores.

El disco consta de tres hermosas baladas: Blossom, Belonging y Solstice, y tres composiciones propulsivas: Spiral Dance, Long As You Know You’re Living Yours y The Windup. De inmediato se convirtió en un clásico, un disco de culto.

Es un álbum muy hermoso, lleno de sutilezas.

Hay que hacer notar que tanto Keith Jarrett como Jan Garbarek son poseedores no solamente de un estilo inconfundible y único, sino de algo que pocos artistas logran: un sonido propio.

Bastan unas cuantas notas para saber que es Keith Jarrett quien está al piano, al igual que sucede con el instrumento mágico de Jan Garbarek, en especial su sax soprano, que logra un sonido muy semejante al del oboe, que es de los más hermosos que existen.

En los hechos, las semejanzas y diferencias: el disco original, el de Keith Jarrett, dura una hora con dos minutos, mientras el de Branford Marsalis dura 46 minutos y 17 segundos. Algo así como la diferencia entre la grabación de Wilhelm Furtwängler con la Quinta Sinfonía de Beethoven, que dura una eternidad menos que cualquiera otra.

Vale la pena volver a escuchar el disco original y luego el de Marsalis, o al revés, no importa, lo relevante es que tenemos dos álbumes autónomos, macizos, hermosos, fascinantes.

No deja de llamarnos la atención que al grabar Marsalis un disco que ya todos conocemos, se forma un juego de espejos muy curioso, porque en la práctica, es como si una compañía de teatro pusiera en escena una obra que creó, sin escribir la obra sino simplemente improvisando, otro grupo, y así cada actor toma el papel de otro actor.

Y otra variante curiosa: en el disco original, el protagonista es Keith Jarrett, mientras en el segundo caso la voz principal se traslada al saxofón, es decir a Branford Marsalis, quien a su vez cumple el papel de Jan Garbarek mientras el resto del cuarteto de Marsalis no la tiene nada fácil, porque el pianista Joey Calderazzo tiene que tomar el sitio nada menos que de Keith Jarrett, mientras que el bajista Eric Revis el del sublime Palle Danielsson y Justin Faulkner (vaya apellido) el del gran maestro nórdico Jon Christensen.

Algo semejante ocurrió cuando Branford Marsalis decidió grabar otro disco completo, tal cual, en este caso una piedra angular de toda la cultura jazz: A Love Supreme, del semidiós John Coltrane, donde Marsalis tomó el papel de Coltrane, Joey Calderazzo el de, nada menos, McCoy Tyner, Eric Revis en el sitio de Jimmy Garrison y Jeff Tain Watts se puso el traje de Elvin Jones. Y ese es el otro ejemplo mencionado párrafos atrás en este texto.

Ya en la grabación anterior de Branford Marsalis estaba la semilla, pues en el disco previo al que hoy reseñamos, es decir el hermoso disco de hermoso título The Secret Between the Shadow and the Soul, de 2019, el track final es la fabulosa pieza The Windup, que forma parte del disco Belonging, de Keith Jarrett, y como les salió bien chida, fue entonces cuando Branford y sus muchachos tomaron la decisión de la siguiente manera: inguesu, grabemos el disco de Jarrett completo.

Finalmente, resulta muy divertido y apasionante poner una a una las piezas primero con Jarrett y luego con Marsalis para irlas comparando hasta que llega un momento en el que nos preguntamos: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?

He aquí, por primera vez en la historia, una obra de teatro que consiste en que el huevo se para frente al espejo y lo que ve reflejado al otro lado del espejo es la gallina.

Kikirikí, terció el gallo.

X: @PabloEspinosaB

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