Opinión
Ver día anteriorMiércoles 11 de junio de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Quince años sin/con Carlos Monsiváis
E

stá por cumplirse década y media de la ausencia física de Carlos Monsiváis, pero su presencia simbólica continúa entre nosotros. Mediante sus abundantes publicaciones, pero también a través de audios y videos de conferencias que circulan en el ciberespacio, Monsiváis se mantiene como un referente para antiguos y nuevos públicos.

Los intereses de Carlos eran muy amplios y diversos, tanto en la música (del góspel a los boleros), como en asuntos culturales y de la vida pública sobre los que se informaba profundamente. De su voracidad bibliográfica dejó constancia en los más de 20 mil libros que tenía, los cuales hoy pueden consultarse en la bella sala que lleva su nombre en la Biblioteca de México.

La singularidad de Carlos Monsiváis solamente puede comprenderse por su trasfondo formativo y pertenencia a una minoría. En muy distintos tiempos y lugares refirió el origen identitario que, subrayo, lo hizo perceptivo al arrinconamiento de colectivos por parte del establishment sociocultural y religioso. En 1965, al participar en el ciclo Narradores ante el público, mencionó: “Me eduqué y me desenvuelvo en el seno de una familia tercamente protestante […]. Aprendí a leer sobre las rodillas de una Biblia, a cuya admirable versión castellana de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera debo la revelación de la literatura”. Un año después, en las primeras líneas de su Autobiografía, dijo de sí ser precoz, protestante y presuntuoso; también, que su verdadero lugar de formación fue la Escuela Dominical en la Iglesia interdenominacional de Portales.

En 2006, al recibir el Premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Monsiváis destacó: “El libro primordial en mi formación de lector: la Biblia, en la versión del reformado Casiodoro de Reina, revisada por Cipriano de Valera. En mi niñez Reina y Valera me entregaron mi primera perdurable noticia de la grandeza del idioma, de la belleza literaria que uno (si quiere) le adjudica a la inspiración divina […]. La Biblia de Reina-Valera es una obra maestra del idioma”. Javier Aranda Luna ha detectado certeramente la centralidad de la Biblia y sus efectos en la formación de Carlos: “No es una locura imaginar que la verdadera patria de los pueblos protestantes sea un libro, la Biblia. En esa patria nació Carlos Monsiváis, uno de los críticos más agudos del México contemporáneo […]. Sus lecturas multiculturales de la política y la sociedad […] son producto de esa visión protestante de entender y conectar al individuo con su historia y su comunidad”.

En su Autobiografía Carlos Monsiváis hace constar que le correspondió nacer del lado de las minorías, y que su familia debió emprender el éxodo del centro de la Ciudad de México hacia Canaán-Portales, la tierra prometida, donde los hijos crecerán en paz, sin el espectro del hambre y la intolerancia. Su experiencia de pertenencia a una minoría estigmatizada la proyectó a otras minorías marginadas por el entramado sociocultural mexicano. Del tema se ocupó en diversos escritos. Lo hizo, por ejemplo, en ¿A poco no le da gusto estar excluido? (Las marginalidades por decreto), texto publicado en Este País (abril de 2002), y México a principios del siglo XXI: la globalización, el determinismo, la ampliación del laicismo ( Debate Feminista, abril de 2006). Monsiváis enmarcó la discriminación hacia la minoría evangélica/protestante dentro del conjunto de otros grupos excluidos: los integrantes de las minorías marginadas, por razones donde intervienen el racismo, el sexismo, la homofobia y la intolerancia religiosa.

Desde las primeras conversaciones que tuve con Carlos Monsiváis, en 1988, hasta los postreros encuentros, pocos meses antes de su deceso, uno de los temas recurrentes en las charlas era el de la intolerancia contra los protestantes y el casi absoluto silencio de sectores que él esperaba se solidarizaran con los perseguidos. Le irritaba que, por cierta inercia cultural, se siguieran reproduciendo estigmas contrarios a los derechos de quienes optaban por una creencia religiosa distinta a la tradicional y fuesen hostigados por ejercer esa elección. El interés común en el tema de la intolerancia física y simbólica contra los disidentes religiosos fue compilado en el libro Protestantismo, diversidad y tolerancia (https://archive.org/details /MonsivaisCarlosYMartinezGarciaCar losProtestantismoDiversidadYToleran cia). La segunda edición, considerablemente ampliada, quedó sin concluirse a causa de la enfermedad de Monsiváis.

Sobre el tema de la intolerancia religiosa Carlos Monsiváis cuestionó en 2001 la indiferencia de la izquierda con agudas preguntas: “¿Por qué no se ha dado la crítica a la intolerancia religiosa en los sectores liberales, democráticos, de izquierda? ¿Por qué ninguno de los grupos que defienden los derechos indígenas se preocupa por mencionar siquiera la persecución religiosa en las comunidades? ¿Por qué los marxistas, ateos convictos y confesos, defienden tan largo tiempo al catolicismo como la única religión posible de los indígenas? ¿Por qué los que deberían ser los más críticos de la identidad nacional aprobaron la declaración esencialista que le adjudicaba una sola fe al ser del mexicano?

En memoria de Carlos Monsiváis, voy a entonar Firmes y adelante, huestes de la fe, himno que él consideraba pieza de resistencia de los sentimientos épicos del protestantismo.