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Nosotros ya no somos los mismos

Aquí nos tocó vivir // Guerra entre Rusia y Ucrania, como una riña entre dos pequeños que se odian // Maniobras de Trump aterrorizan

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▲ El presidente Donald Trump expresó que es mejor que Rusia y Ucrania peleen un rato antes de buscar la paz. En imagen, un misil ruso impacta en Járkov, Ucrania, ayer.Foto Ap
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ecibí una serie de reclamos por muy diversas vías para que ya deje de amargar el inicio de semana, esparciendo noticias que a todo mundo afligen y cuya solución a nadie le resulta accesible. Me refiero por supuesto a la dolorosa y criminal desigualdad en la que vivimos, y que no debemos aceptar en ningún momento como forma de estructura social normal e inapelable. Aquí nos tocó vivir dijo la entrañable Cristina Pacheco, pero no lo decía con imágenes y palabras de conformidad o resignación, sino de denuncia y rebeldía. No ha sido otra la intención de estas columnetas.

Antes de pasar a las buenas noticias les explico: resulta que recolecté, para desagraviar a mis amigos molestos por el tono fatalista de las últimas columnetas, las más recientes declaraciones de los actores fundamentales del inacabable conflicto: Rusia versus Ucrania. Con ese propósito, leí uno de los últimos planteamientos que al presidente Trump se le ocurrió para liquidar de una vez por todas el conflicto.

En verdad, aunque yo ya no estoy para experimentar miedo por algo fatal que pueda suceder en los próximos meses, ciertas maniobras que ha planteado el petirrojo cerebro del señor Donald Trump me aterrorizan. Si alguien piensa que exagero, conozca en sus propias palabras y exclusivísima mentalidad, la propuesta desbordante de inteligencia, agudeza, conocimiento del ser humano y, principalmente, apego a la moral, que caracterizan sus actos no sólo de exitoso hombre de las finanzas, el comercio e, indiscutiblemente, el ejercicio del poder público en todas sus expresiones.

Me explico: cursaba la primaria en un colegio privado, confesional y popis (entiendo que esta descripción es del todo innecesaria, pero no la iba a pasar por alto). Dentro de los 60 alumnos de mi grupo, había dos pubertos que, siendo muy diferentes, compartían una serie de comportamientos que los asemejaban tanto, que podrían confundirse entre sí: los dos eran huraños, brabucones y pendencieros. Lo que tenía que suceder aconteció un día y se repitió con frecuencia: los dos gamberros se toparon y decidieron convertir en hechos sus amenazas. Con cierta periodicidad, por cualquier quítame estas pajas, se aliaban a durísimos moquetes y el ganador de cada encuentro era el que en esa ocasión se hallaba de pie. Regresaba de asistir a uno de esos aguerridos y gratuitos tête-à-tête, cuando uno de los asiduos dijo ‘con la madriza que se acomodaron no nos van a molestar en mucho tiempo’. Pues entonces a nosotros nos toca –dijo otro– que no dejen de pelear el resto del año. A mí se me ocurre que dediquemos la comunión del próximo viernes a pedir que, por el bien de todos, nuestros compañeritos nos duren tan aguerridos hasta el fin de cursos, que al fin ya falta poco.

Cuando vino a mi mente la anécdota anterior y minutos después leí las declaraciones del presidente Trump sobre el absurdo enfrentamiento de Rusia y Ucrania, no pude sino preguntarme: ¿Qué periodo de la actualidad estoy viviendo, un escalofriante déjà vu o un flashback, que todavía me trastorna?

Me someto a su opinión. Dice Donald Trump: es mejor que Rusia y Ucrania peleen un rato, antes de buscar la paz. Y comparó: esta guerra es como una riña entre dos pequeños que se odian. Trump aseguró que utilizó esa misma analogía con su par ruso. Le dije a Putin que tal vez tenga que seguir luchando y sufriendo antes de que pueda separarlos. Ambos lados están sufriendo. El canciller alemán Merz terminó diciendo que Trump es la persona clave para detener el derramamiento de sangre.

¿Y las buenas noticias? Hoy no cupieron.