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Tu colonia

Zona de agricultores, donde el oficio casi se extinguió

En los límites de la ciudad, San José floreció en lotes ejidales

Sus calles llevan nombres de compositores, intérpretes y canciones; se trazaron amplias sin saber la utilidad que tendrían

Foto
▲ Casas e iglesia de Tláhuac alrededor de 1935. Templo y depósito de agua en la zona, hacia 1918. Los fundadores de la colonia, en los límites con Valle de Chalco, el deportivo y el parque San José.Foto Archivo Casasola de la teca Nacional de INAH https://mediateca.inah.gob.mx/
repositorio/islandora/object/fotografia%3A142056 https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/
object/fotografia%3A142055 y Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de junio de 2025, p. 25

San José es la última colonia al sureste de la Ciudad de México. Frente a la calle Rafael Castillo se extienden dos kilómetros de tierras de cultivo del ejido de Tláhuac y la laguna de Xico hasta la línea que separa esta alcaldía con el municipio mexiquense de Valle de Chalco Solidaridad.

En 1965, el presidente del comisariado ejidal, Cleofas Mendoza Riojas, inició el levantamiento topográfico en 88 hectáreas, frente a los barrios San Mateo y La Asunción, identificada como tabla 13-3 para lotificar el predio ante la necesidad de viviendas que demandaba el crecimiento de las familias de San Pedro Tláhuac.

Entre sus fundadores estaba Andrés Martínez Pérez, vecino de la calle Velino M. Presa, quien recuerda que acompañó a su papá Santiago Martínez Chavarría cuando se hizo la lotificación. A cada ejidatario le tocaron dos terrenos y en 1968 llegó a ocupar uno de ellos con su esposa María Inés Ortega Bermejo y dos hijas de 2 y 3 años en una chocita que levantó con madera y láminas de cartón.

El lote de 500 metros cuadrados era muy irregular, tenía una zanja y requirió varios camiones de tierra de relleno, balasto y tezontle para emparejarlo; dos años después, él mismo comenzó a fincar su casa que concluyó hacia 1975.

Desde los ocho años Martínez Pérez comenzó a trabajar en el campo y estudió para maestro, profesión que ejerció durante 44 años, 14 de ellos fue director de escuela en Valle de Chalco, donde vio fundar varios planteles y combinó la docencia con el cultivo de la tierra.

Estima que alrededor de 80 por ciento de quienes poblaron la colonia son originarios de San Pedro, que como él se dedicaron al campo. Hoy, su población es de poco más de 8 mil 300 personas, según el censo de 2020, y entre las nuevas generaciones son contados los que se dedican al campo, pues hay muchos profesionistas que en su mayoría salen para ejercer sus carreras.

San José se distingue por sus amplias calles, dos de ellas –Agustín Lara y Juventino Rosas– tienen camellones que van de norte a sur, de oriente a poniente y se cruzan en el centro del barrio. Para el historiador Baruc Martínez Díaz, vecino de la colonia, hablante de náhuatl y autor del libro Faustino Chimalpopoca Galicia, un intelectual indígena en el México decimonónico, Mendoza Riojas fue un visionario al planificar así la colonia junto con el ingeniero Dimas Martínez Ramos, en una época en la que no se pensaba que el crecimiento del parque vehicular demandaría amplias superficies de rodamiento.

En el plano se reservaron áreas para escuelas de nivel básico, el mercado, la parroquia, un deportivo –el más grande en toda la alcaldía–, parque, hospital, preparatoria y un panteón, aunque estos tres últimos no se realizaron, por lo que la superficie reservada fue vendida por sucesivos comisariados para uso habitacional.

Martínez Pérez refiere que a fines de los 70 se formó un grupo de seis vecinos, cuatro mujeres y dos hombres, que gestionaron servicios para la colonia; una de ellas, Josefina, propuso nombrarla San José y todos estuvieron de acuerdo. Inicialmente la nomenclatura de las calles era por números; en los años 80 se cambiaron por nombres relacionados con la música: compositores, intérpretes y canciones. Su calle, Oriente 24, adquirió el nombre de Velino Mateo Presa, uno de los más importantes autores de marchas mexicanas.

El plano incluyó un lienzo charro, que se construyó en 1971 bajo el auspicio del empresario Alejandro Durán Raña, presidente de la Asociación de Charros de Tláhuac, con respaldo del entonces delegado Alberto Alvarado Arámburo, quien posteriormente fue gobernador de Baja California Sur y murió asesinado en 1996 en un presunto asalto en el cruce de avenida Universidad y Miguel Ángel de Quevedo.

El Herradero tiene aspecto de abandono, vandalizado con grafitis, pasto crecido y basura. Baruc recuerda que hace nueve años tuvo lugar una de las últimas charreadas, y a pesar de su aspecto se usa para entrenamientos y varias familias como los Mendoza, los Palacio y los Martínez siguen la tradición del deporte nacional con participaciones destacadas en competencias.

Esther Agonizante Cabrera, también fundadora de la colonia a la que llegó a los 19 años, en 1971, y también fundadora del mercado público que se construyó en 1982 con 37 locales, que luego se amplió para albergar 10 más, recuerda que los primeros pobladores de San José tenían que caminar 30 minutos hasta el mercado de San Pedro, o se abastecían con La Chimoltrufia, como llamaban a la camioneta que recorría calles de la colonia a diferentes horas para ofrecer pan, tortillas y verduras.

Sin embargo, el mercado debió ser reconstruido en 2015 porque no había año en que no se inundara, problema que padecen en temporada de lluvia vecinos de la parte baja de la colonia, en calles en la zona suroriente, donde el agua alcanza hasta medio metro y que han tardado dos días en desfogar, pero su vista al sur no deja de ser privilegiada, con el humedal visitado por varias especies de aves migratorias.