Normalistas rurales: 20 años bajo ataque
ientras los padres y madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa siguen sin recibir respuestas concretas sobre el paradero de sus hijos, un tribunal colegiado absolvió del caso al ex alcalde de Iguala José Luis Abarca, uno de los presuntos involucrados, al considerar que no hay pruebas suficientes
para vincularlo con los delitos de delincuencia organizada y secuestro agravado. Esta decisión política, más que jurídica, fue otro duro golpe para las familias que apenas unos días antes sostuvieron una reunión con el gobierno federal.
Desde hace más de 20 años han sido documentados los ataques al estudiantado de las escuelas normales del país, mismas que los diferentes gobiernos han querido desaparecer del mapa por su origen combativo y su profunda formación política. Asesinatos, detenciones y desapariciones son una constante para los futuros maestros de las escuelas rurales de México.
En este contexto, esta semana los estudiantes de la Escuela Rural Normal Mactumactzá, Chiapas, llegaron a la Ciudad de México para protestar por la muerte de su compañero Jesús Alaín Vázquez, quien, aseguran, falleció tras recibir el disparo de un proyectil que lo hizo caer de la camioneta en la que se trasladaba junto a otros 10 normalistas, durante una manifestación frente a las instalaciones de la Normal.
Hace cuatro años los mismos normalistas fueron atacados en un operativo en el que la policía detuvo a 95 estudiantes. Y ahora, justo en el contexto del aniversario de este ataque, se dio la movilización en la que, de acuerdo al Centro de Derechos Humanos Minerva Bello, Alaín Vázquez cayó desvanecido de la góndola de una camioneta. La fiscalía del estado insiste en que murió como consecuencia de la caída, mientras sus compañeros advierten que fue el impacto de un proyectil lo que lo tiró.
La negligencia de la fiscalía estatal fue muy grave, pues tardó nada menos que tres días en ir a recoger las evidencias al lugar de los hechos, como los casquillos que demostrarían si la policía disparó.
Los actuales y los futuros maestros no la tienen fácil en este país que desprecia a quienes tienen en su mano la educación de la infancia.